sábado, junio 09, 2012

Los exilios y las fugas de Osvaldo Bayer

Nota: Le cambié el título a esta nota (Antes se titulaba "Periodistas 'de aquellos'") porque también me pareció una cobardía de mi parte no titular francamente mencionando a Bayer y mi opinión al respecto. En fin. Cada uno con su conciencia.


Acabo de leer la nota firmada por Osvaldo Bayer en Página 12 sobre el Día del Periodista, y no puedo menos que admirar su coherencia. Desde hace décadas, Bayer no deja de desilusionarme. Analizando cuidadosamente su biografía, resaltan sus exilios y sus fugas, tanto en su vida como en sus libros, siempre referidos al ayer, a los hechos que, relevantes en la historia – pero sólo en la historia-, permiten acuñar “chapa” de compromiso sin arriesgar ni un cabello.

A los dieciocho años, devoré literalmente su libro sobre La Patagonia Rebelde. Me encantó. Asumí que Bayer era (y sería) uno de esos escritores que descuartizaban la historia y la realidad para ofrecerla a sus pueblos en aras de la verdad y el futuro. Me equivoqué. Bayer se quedó sólo en la historia y en su propia realidad, que cada vez está más alejada de una realidad colectiva.

Su nota sobre el día del periodista no es otra cosa que un ejercicio de egolatría autorreferencial. Supone elogiar a “Aquellos periodistas” y no hace otra cosa que citarse a sí mismo, recordar sus propios discursos y vanagloriarse de su lucidez al analizar a otros periodistas que, contrariamente a lo que Bayer hizo durante toda su vida, vivieron y criticaron su propio tiempo, asumiendo los riesgos inherentes a ese compromiso.

Dice de Walsh: “No fue consciente, tal vez, de su predestinación. La sangre que circulaba por sus venas no lo dejaba tranquilo con los productos que le depositaba en el cerebro. Sus mejores cualidades literarias fueron alma y humanidad”. ¿Lo habrá conocido? Si, desde luego. Pero su propio egocentrismo le impidió entender el porqué un tipo como Walsh era absolutamente conciente “de su predestinación”. Suponer que Rodolfo no tenía claro que estaba “predestinado” a morir es simplemente estúpido o, mucho peor, un intento de minimizar su lucidez y su compromiso combatiente. Su “alma y humanidad” no eran “cualidades literarias” de Walsh, sino su condición de ser humano conciente, obligado por esa conciencia a participar activamente de la lucha de su pueblo.

Y luego Bayer dedica su perorata a otros periodistas, a los que pone como arquetipos de sí mismo: “Acabo de cumplir sesenta años en el periodismo. Toda una época más que difícil. Triunfos, despidos, cárceles, gozar de maestros y aguantar a tiranos de escritorio”. Raúl González Tuñón es el segundo de sus referidos y, para elogiarlo, Bayer recuerda casi exclusivamente sus propios textos sin comprender que la única cita que hace de González Tuñón: “El poeta lo es en sus libros y en la calle”, es una revelación que a él mismo lo pone cruelmente en evidencia. Las calles son desconocidas para Bayer, escritor de exilios y de cenáculos. No quiero imaginar las puteadas que González Tuñón le dedicaría a Bayer si se enterara que lo recuerda por “El sandwich de milanesa”.

Bayer recuerda también a Gregorio Selser. Y aquí si, no puede evitar mencionar por lo menos a las gestas latinoamericanas revolucionarias, ya que obviar ese aspecto de Selser como historiador comprometido con su presente sería prácticamente insultarlo, pero de inmediato –y nuevamente- Bayer se retira a la torre banal de sus propios escritos, y en lugar de citar a Selser elige citarse a si mismo, en una anécdota insulsa y tontuela que sumerge el recordatorio en un comentario irrelevante.

Por último, el otro periodista digno para Bayer de figurar en su homenaje es Emilio Corbière. Historiador y periodista respetable, es cierto, socialista democrático moderado y prudente, de larga trayectoria.

Por supuesto, todos somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras. Bayer se hará cargo de sus silencios en sus homenajes y yo de mis palabras en esta nota, pero si Bayer hiciera honor a su fama autogenerada, no debería soslayar a otros periodistas. Periodistas “de aquellos” (para jugar con el título de su nota), que un tipo como Bayer hubiera debido mencionar, en lugar de limitarse a Walsh, al que se recuerda hoy no por combatiente, sino porque está de moda en el periodismo “progre” y ya no es peligrosa la memoria.

Periodistas como Enrique Raab, como Jarito Walker, como Haroldo Conti, Paco Urondo, Rafael Perrota, Raimundo Gleyser, Luis Guagnini, Dardo Cabo, Ignacio Ikonicoff, Victoria Walsh, Zelmar Michelini, Rodolfo Ortega Peña, Roberto Sinigaglia y decenas de otros etcéteras no tan conocidos, no menos importantes, no menos dignos del recuerdo y el homenaje. Periodistas que de verdad –y citando a Bayer- “tenían vocación de servir a su sociedad, para mejorarla, no para mantenerla con sus actuales vicios”.

Pero por descontado, el reiterado y declamado “pacifismo” de Osvaldo Bayer no le permite reconocer a aquellos que han luchado en épocas cercanas. Debe limitarse a hechos muy anteriores, hechos que no comprometan su “anarquismo pacifista”. Alguien debería explicarle a Bayer que ese cacareado “anarquismo pacifista” es un contrasentido ideológico, que sólo ejemplifica la necesidad de autopreservación personal que lo ha aquejado desde 1975, cuando se unió a la caravana de intelectuales autoexilados.

Enrique Gil Ibarra – 9 de junio 2012


La nota de Osvaldo Bayer publicada en Página 12

Aquellos periodistas

Por Osvaldo Bayer

El jueves fue el Día del Periodista. Pocas veces tuve una impresión tan grata. Fue en Santa Teresita, sí, esa ciudad ahí en la costa de mar y arena. Organizado por la Asamblea por los Derechos Humanos, el acto se llevó a cabo en el Instituto de Formación Docente. Eso es lo que vale. La ciudad quedó vacía, el aula magna rebosaba de gente: alumnos entusiastas, docentes, vecinos, obreros, empleados, comerciantes, pueblo, pueblo. Ese instituto de enseñanza es el primer centro educativo que ha levantado un monumento a Rodolfo Walsh. Estuvimos allí. La emoción; corrimos la tela que lo cubría. Hablamos de él. El sentido de solidaridad nos invadió a todos. Su prosa puro coraje. Sus figuras literarias cubiertas de vuelo emocionado. Y su muerte. Para siempre, el héroe del pueblo. Leí un escrito que le dediqué hace ya muchos años. Dije: “No tengo otra forma de definir a Rodolfo Walsh que tomar la frase de Madame de Staël referida a Friedrich Schiller: ‘La conciencia es su musa’. Su conciencia lo seguía a todas partes. (‘Me siento insultado, como me sentí sin saberlo cuando oí aquel grito desgarrador detrás de la persiana’) Ese es el parámetro de su vida: su conciencia. Predestinación de mezclarse con la vida, de meterse. No fue consciente, tal vez, de su predestinación. La sangre que circulaba por sus venas no lo dejaba tranquilo con los productos que le depositaba en el cerebro. Sus mejores cualidades literarias fueron alma y humanidad”.

El acto llega a su punto culminante cuando la directora del instituto de enseñanza anuncia a los presentes que los docentes van a proponer darle el nombre Rodolfo Walsh a esa casa de estudios. No hay mejor ejemplo para la juventud, agregué. Y termino a plena voz: “Se acabó el tiempo de llamar a los colegios ‘General Roca’, se ha abierto un claro amanecer al bautizarlos con el nombre de este héroe del pueblo, el periodista ejemplo para todos, Rodolfo Walsh”.

Luego, ya en las aulas, me piden que recuerde a otros periodistas ejemplos de creación y bondad en ver a su sociedad. Acabo de cumplir sesenta años en el periodismo. Toda una época más que difícil. Triunfos, despidos, cárceles, gozar de maestros y aguantar a tiranos de escritorio. Nombro al más admirado por mí: Raúl González Tuñón, el poeta de la calle, de la aventura y de los sueños. Recuerdo cuando lo despedimos al jubilarse de su oficio de periodista. Me tocó pronunciar el discurso de despedida, en un bodegón de Barracas, ante la mesa tendida y después del brindis: “Por fin lo tenemos entre nosotros a Raúl. Digo por fin, porque lo tuvimos mucho tiempo entre nosotros en esa enorme redacción que parece un reloj del tiempo con sus ruidos, con sus gritos, con sus apuros, y lo dejábamos escapar. Y él se nos escapaba con su humildad, sus eternas ganas de pasar desapercibido. Se nos escapaba con su paso silencioso, su cabeza poblada de sueños, y se tomaba alguna nube aquí en Barracas –por supuesto sacaba boleto obrero– y se sentaba a la ventanilla del tiempo a observar y amar una vez más a las gentes, a las casas viejas, a las ilusiones y a las esperanzas de esta ciudad. Porque como el mismo Raúl dice en uno de sus versos: ‘El poeta lo es en sus libros y en la calle’. Pero hoy lo hemos atrapado y lo hemos traído aquí con nosotros, sus amigos, que queremos expresarle la alegría que sentimos por su último libro: La veleta y la antena. El pasado, los años ’20, ¡qué tema para Raúl! Buenos Aires con sus calles color sepia, con sus multitudes de alpargatas, de galerita, de cuello duro, con sus anarquistas rojos de bronce quemando tranvías y haciendo saltar panaderías, con su Hipólito Yrigoyen trenzando en la calle Brasil, con sus generales bigotudos, con su clase media buscando que sus hijos fueran abogados, médicos o cadetes navales, con sus conventillos, y sus domingos de hipódromo y fóbal. Se ha caído un tranvía al Riachuelo. Raúl hace sus primeras armas como reportero. Ahí está él en medio de ese mar de llanto, de gritos, de pitadas de barquichuelos y vigilantes, de cadáveres grises y mojados de obreros y costureritas. Y escribirá su primera nota: apenas un recuadro. Que titulará ‘El sándwiche de milanesa’. Y Botana, el director de Crítica, con esa intuición que lo caracterizó, mete ese recuadro, de un puñetazo, en primera página. Y nada como ese recuadro registró el drama injusto que significó esa tragedia: un tranvía de obreros ajusticiados por un Dios incomprensible en un paredón de barro y agua podrida. Raúl se detuvo ante el cadáver de un chico de 12 años, de pantalones parchados. Allí, de un bolsillo le asomaba un paquete: el agua había abierto el papel de estraza y dejaba ver un cacho de pan francés con una milanesa en el medio. Y sobre esa figura, Raúl escuchó un poema triste, trágico, desgarrante. Así, con la sencillez que lo caracteriza exclamó su llameante voz de protesta. Allí, en el sandwich de milanesa, estaba toda la tragedia: estaba el chico que en vez de jugar o estudiar tenía que ir a las cinco y media a trabajar. Como un hombre más. Estaba el drama de la madre preparando, antes de partir, ese sandwich como única ayuda, como única protección. Estaba allí toda la injusticia de los hombres para con los hombres, y, lo peor, para con los hijos de los hombres. Estaba todo: la vida y la muerte. Y tal vez, esa imagen del sandwich de milanesa que quedó allí intacto, mojado en el pantalón de un obrerito muerto, es lo que impulsó a Raúl a hacer ésa, su vida consecuente de poeta revolucionario. Raúl, el periodista poeta, en su día”.

También recordé el jueves a otro periodista con quien compartí horas y horas de labor en el Congreso de la Nación: Gregorio Selser. De periodista a escritor. Uno de los mayores historiadores de las gestas latinoamericanas revolucionarias. Su Pequeño ejército loco describe la gesta de Augusto César Sandino. Es sin duda uno de los mejores testimonios de esa gesta latinoamericana. A ese libro seguiría una serie relatando todas las gestas revolucionarias de nuestro continente. Toda su vida se pasó consultando archivos y juntado documentación. Cuando Gregorio Selser se suicidó para librarse de una enfermedad mortal, el 27 de agosto de 1991, perdimos a uno de los mejores periodistas e historiadores latinoamericanos. Ante su muerte escribí: “No aprendiste la lección y mientras te defendías con tu humilde sueldo de redactor anónimo comenzaste a escribir, pero primero te dedicaste a tu oficio preferido, a juntar papeles, y después a volcarlos, interpretarlos e informar en un infinito teclear de tus dedos. Y ya te metiste en tu casamata y Marta, tu compañera, el ángel bueno, a ordenar tus papeles y tu vida. La fiebre ya no te pudo dejar. Rogelio García Lupo me dijo a modo de presentación: ‘Aquí, Gregorio Selser, profesión, juntapapeles’. ‘¿Papeles, de dónde?’, pregunté yo en forma un poco torpe. Y vos, Gregorio, me respondiste con infinita candidez: ‘De Latinoamérica’”.

En mi escrito, ante su muerte, finalicé diciendo: “Para vos, Gregorio Selser, no habrá paraíso. Porque sabés muy bien que el único paraíso es la búsqueda, la lucha por ese paraíso en la Tierra. Pero en la memoria –esa que no se agota cuando los notables abandonan al muerto después de los discursos– quedarás para siempre, como el boletinero mayor de la eterna revolución latinoamericana, y te acompañará para siempre el pequeño ejército loco con Augusto César Sandino, su general de hombres libres que seguirá luchando por la Libertad por los siglos de los siglos”.

Tres periodistas con la vocación de servir a su sociedad, para mejorarla, no para mantenerla con sus actuales vicios. Otro ejemplo, muy olvidado, se llamó Emilio Corbière, el socialista, un luchador como pocos en buscar caminos y encontrar soluciones. Por fin, se acaba de realizar un homenaje a tan digno hombre de búsquedas en infinitos artículos plenos de sugerencias e ideas.

Una jornada de logros recordando a las mentes que trataron de forjar nuevos caminos en un mundo que todavía no encuentra la senda para la paz definitiva, que no puede ser otra que acabar con las diferencias sociales entre los seres humanos.

09/06/12 Página|12 (contratapa)





jueves, junio 07, 2012

Nuevo best seller: el Manifiesto Comunista

A la luz difusa de la crisis económica y social europea, el "Manifiesto comunista" de Karl Marx y Friedrich Engels se ha convertido en un insólito éxito de ventas para un continente aprisionado y a la búsqueda de una salida a la heterodoxia monetarista que como una camisa de fuerza impone sus mandatos, fundada en las hipotecas y las deudas de la burbuja financiera que explotó con violencia este año.

Las revisiones de la obra de Marx no sólo llegan del campo de la economía (el análisis del capital del filósofo de Tréveris sigue siendo complicado de refutar), sino incluso de la historia en su versión teleológica, la más discutida en su momento.

En esta suerte de remake se ubican los libros de Slavoj Zizek, Alain Badiou, Jean-Luc Nancy y los pensadores italianos con Toni Negri a la cabeza, y dos pasos atrás, Franco Berardi, "Bifo", el teórico del semiocapitalismo y la producción intelectual.

Esta recuperación de Marx para "tiempos posmarxistas" podría leerse, en rigor, como el retorno de lo reprimido de una política que se aplicó con fórceps donde ni siquiera Lenin sospechaba que pudiera tener éxito: también él pensaba en una burguesía antes que en el proletariado, y en países industrializados antes que rurales.

Pero la historia también es una disciplina imprevisible, y la revolución, que se suponía estallaría en Alemania, Francia e Inglaterra, terminó sucediendo en la Rusia de los zares y más tarde, en China, el sudeste asiático y el Caribe.

Y si se dice "retorno de lo reprimido" se dice que lo que retorna es algo que nunca sucedió, o que sucedió como una caricatura que como en el caso de la Unión Soviética, se desgastó por atraso, por deficiencias científicas y un sistema opresivo que se derrumbó al compás de las múltiples amenazas y la falta de pericia de sus dirigentes, hasta la aparición de Mijail Gorbachov.

El analista político español José María Ridao, que preparó una nueva edición del "Manifiesto..." (de 1848), ilustrado por Fernando Vicente, ha dado a la prensa de su país una explicación razonable.

"Puesto que Marx y Engels redactaron una enmienda a la totalidad del sistema capitalista hoy de nuevo en crisis, puede que detrás del inesperado éxito de la reedición del `Manifiesto...` se encuentre cuando menos la curiosidad de revisar esa enmienda y dilucidar en qué aspectos podría seguir vigente y constituir una esperanza para unos países que están perdiendo casi todas".

Desesperación o esperanza, la puesta a punto de un Marx y Engels en el mundo global no podrá prescindir de los nuevos actores sociales, sudamericanos, antillanos, árabes, que la teoría clásica miraba con cierto desprecio, además de considerar a la regulación estatal menos como un paliativo que como la política posible de un momento de transición dominado por las tecnologías de punta.

El Ortiba


Descargar el Manifiesto Comunista

viernes, junio 01, 2012

Errores y horrores


Por Hugo Presman


En el campo del “periodismo puro” de editorial Perfil, los errores son horrores periodísticos. Constituyó un verdadero papelón el protagonizado por Eduardo Zunino, quien luego de atacar con innumerables infundios a Víctor Hugo Morales a quien denominó “el relator del relato”; fue encarado por el conductor de “La Mañana” de Radio Continental en una reunión grabada por ambas partes en la que se aprecia claramente que el escriba de Perfil acepta rectificar algunos de los errores, cosa que nunca sucedió. En “el periodismo puro”, el reconocimiento de errores no está incluido en sus principios impolutos. Es recordada la tapa de la revista Noticias en septiembre del 2005 cuando confundió a Máximo Kirchner con Marcelo Martínez Casas, que entonces era gerente de asuntos legales de Canal 9, bajo el estentóreo título de “El misterioso hijo del Presidente”, error grosero que jamás se dignó a reconocer.


Siguiendo el mismo criterio, el crítico radial Luis Frontera de la revista “Noticias” en el número del 28 de abril bajo el título “Mañanas con techo” comenta el muy buen programa que conduce Reynaldo Sietecase. Allí después de apuntar correctamente en el copete el nombre del conductor agregando: “Con Verónica Castañares, Romina Manguel y equipo. Radio Vorterix, FM 103,1 Lunes a Viernes 6 a 9 horas”. Luego en el desarrollo de la nota confunde dos veces a Verónica Castañares con Verónica Rosales. Dice textualmente: “Verónica Rosales, que no cesa de mejorar por Radio del Plata, acompaña con simpatía”. Más adelante repite: “Cuenta con la simpatía de Verónica Rosales y, además, con el perfil frívolo de Manguel…..” Siempre es posible cometer un error, aunque resulte difícil de aceptar en un crítico profesional como el mencionado.


¿Salva el error Luis Frontera? ¡de ninguna manera! El “periodismo puro” no reconoce errores porque posee la infalibilidad papal y el óleo sagrado. Catorce días después, el 12 de mayo, Frontera, que desconoce los límites a pesar de su apellido, intenta salvar su equivocación, eso sí, sin reconocerla. Escribe en una columna lateral bajo el título “PROMESA”: “Es posible escuchar a las figuras de mañana y hacerlo hoy, cuando están en formación y a punto de adquirir su aspecto definitivo. Y una de ellas es la locutora Verónica Castañares que empezó a hacerse oír en Del Plata, con Jorge Lanata y que ahora está en Guetap, Vorterix, FM 103,1 lunes a viernes 6 a 9.” Como se ve, un camino maltrecho, que desmiente aquella vieja aseveración que: “Un mal escritor puede ser un buen crítico, de la misma forma que un mal vino puede llegar a ser un buen vinagre.” Lo descripto es pequeño como anécdota, pero significativo como criterio periodístico. Recuerda una historia de improbable comprobación atribuida al viejo diario oligárquico “La Prensa”, que un día colocó en sus necrológicas a alguien que no había muerto. El afectado llamó al diario y le pidió en buenos términos que aclararan que estaba vivo. Desde el medio de los Gainza Paz le contestaron: “Es nuestra política no rectificar los errores. Le ofrecemos como alternativa, subsanar el inconveniente colocándolo en la columna destinada a los nacimientos.”


La falta de correctores atraviesa a la casi totalidad del periodismo. Señalamos uno grosero en el bisemanario Perfil con formato de diario. En una columna de opinión titulada “Nacional y Popular S.A” escrita por Pablo Marchetti el domingo 29-04-2012, Página 14, se puede leer: “Durante los 90, hubo una publicidad en la que un chico le preguntaba a un adulto (no recuerdo si era su padre o su abuelo) qué significaba YPF. El adulto en cuestión le hablaba sobre la grandeza de José Luís Fangio y luego le respondía al chico: “YPF es Ya Pasó Fangio”. Es una nota escrita con seriedad del ex referente de la ácida revista humorística “Barcelona”. Es casi como decir que “El Capital” lo escribió Roberto Marx, nuestro Padre de la Patria es Alberto de San Martín, el morocho del Abasto “que cada día canta mejor” es Diego Gardel, y nuestro máximo ídolo futbolístico es Juan Manuel Maradona.


Es la misma editorial, que cuando lanzó al mercado un periódico de un amarillo profundo denominado “Libre”, que después de un año salió de circulación, su director Darío Gallo escribió: “ El título no es mío, es de José de San Martín. El prócer hablaba claro con su gente. Sin vueltas. En un parte de guerra escribió esas cuatro palabras, que decían mucho entonces y también ahora. Cualquier explicación debilita la frase. Si hubiese dicho Desnudos, pero en libertad, no hubiese sido lo mismo. En pelotas, pero libres es como pararse sobre el chiquitaje de la vida y gritar para que escuchen todos. En pelotas pero libres no admite agachadas. A este diario que sale hoy a la cancha, la frase de San Martín le sienta muy bien. En Libre subrayamos cada uno de los términos que escribió el General y le damos forma. En Libre vas a respirar libertad…..En Libre vas a encontrar notas que te conmuevan, fotos que te deslumbren o títulos que te hagan sonreír…….En Libre prometemos periodismo sin regalarte anzuelos. Es nuestro compromiso. En síntesis: en pelotas, pero libres”


Un caso típico de la editorial de Fontevecchia: grandes títulos sin desarrollo en sus contenidos, pretendida pureza que desmienten diariamente, solemnidad, engolamientos y citas para posar de cultos.


CORRIGIENDO A OSVALDO BAYER



En una charla erudita y minuciosa que Osvaldo Bayer pronunció con el título de “1890-2012, historia del Primero de Mayo en la Argentina, de los anarquistas a los piqueteros’, afirmó: “En 1946 fue elegido presidente Juan Domingo Perón y la mutación fue profunda. Por primera vez, fue el presidente quien iba al Primero de Mayo. En 1947 el acto se efectuó en Plaza de Mayo. Perón y Evita salieron al balcón. Se perdió el carácter internacional y no se escucharon los cantos obreros ni la Internacional, sino que la música estuvo a cargo de compositores criollos. Habló el secretario general de la Central General de Trabajadores (CGT), Evita y Perón. A los comunistas, socialistas y anarquistas se les permitió realizar manifestaciones lejos del centro de la Ciudad de Buenos Aires, y también el día anterior al Primero de Mayo. Los actos se modificaron totalmente. Perón jamás se refirió a los Mártires de Chicago, sino que se dirigía sólo a los obreros argentinos y desde un prisma nacionalista y de apoyo a los sindicatos adeptos a él. Con el tiempo, se reconocieron sólo los sindicatos asociados a la CGT, la que fue reconocida por el Ministerio del Trabajo. El sindicalismo pasó a ser peronista. Quedó como Día del Trabajo y no de los Trabajadores, y definitivamente feriado.”


La memoria le ha fallado al autor de “La Patagonia Rebelde”. En el discurso del 1º de Mayo de 1951, en la histórica Plaza, donde anunció la entrega del diario “La Prensa” a la CGT, Perón expresó: “Hace ya muchos años, en Chicago, en un 1° de mayo como este, eran ahorcados por una justicia de clase enceguecida, un grupo de trabajadores que sólo reclamaban más pan para sus hijos y justicia para sus hermanos. El justicialismo argentino rinde hoy homenaje a su recuerdo habiendo destruido aquí la explotación capitalista e instaurado la justicia social por la que ellos murieron.


……. Por eso, también hoy, primero de mayo, quiero anunciarles que el diario "La Prensa", expropiado por disposición del Congreso Nacional, será entregado a los trabajadores en la forma que ellos indiquen.”


EL MACRISMO Y HERMAN SCHILLER



En la Revista “Noticias” del 19 de octubre de 2011, se le hace un reportaje a Carlos Ares, por entonces director del mensuario “La Maga” y contratado para crear la red de medios del macrismo, en donde responde a la pregunta: “Como formador de periodistas ¿siente que hoy prevalece una mirada despectiva hacia la profesión?, contesta: “Es lo más grave que está pasando. El desprecio por el periodismo. Pero este tipo de generalizaciones siempre favorece a alguien. Son deliberadas. Y esta guerra sucia se inicia desde el poder. Porque el buen periodismo siempre cuestiona el poder. Si no lo cuestiona y lo difunde, hace propaganda. Tiene que cuestionarlo aún cuando haga las cosas bien. Porque hacer las cosas bien es su obligación. No hay por qué estar alabándolo. Y el periodista, en esta guerra de poderes (que incluye también a los grandes medios) no tiene otra defensa que hacer bien su trabajo…” Herman Schiller hace lo que Carlos Ares propone como periodista y al parecer niega como funcionario, porque ha cesado su relación de más de una década con la Radio de la Ciudad. Es bueno recordar un párrafo de su editorial del último número de La Maga: “Por otra parte, aún cuando desde La Maga se ha considerado como deliberada y ajena la “guerra” iniciada desde el poder y sus medios serviles contra otros sectores del periodismo profesional, La Maga ya había sido apuntada como blanco para ser atacado y hostigado.


Y mucho más lo hubiera sido si su director está a cargo además de los medios de la Ciudad. La función pública pone a prueba la ilusión de los que no tienen ninguna experiencia anterior, ni llegan desde una militancia política. Se corre, en ese sentido, un riesgo enorme porque las trayectorias, los años de trabajo, quedan a merced de los eternos siniestros del sistema que no quieren interferencias que puedan afectar sus privilegios, sus subsidios, sus prebendas, ni permiten cambios en lo que consideran propio desde hace años. Pero no es eso lo peor, la maledicencia, el prejuicio, el insulto, todo lo que a veces transporta la cloaca en red, no es tan grave cuando uno sabe quién es, que hizo y que hará. A cierta edad, no atreverse, no comprometerse, no intentarlo, dejaría un regusto amargo y constante aún más penoso. Así es que me llevo La Maga conmigo. Su estilo, su dignidad, su decencia. Y con ella, ustedes. Voy a tratar de reconstruir un espacio similar, el de mayor libertad posible. Nadie, ningún otro medio, ha podido superar a La Maga en eso. Los colaboradores, los entrevistados, los lectores, pueden dar fe de que ha sido así. Y será, así. Porque La Maga no cierra, suspende su salida hasta que un relámpago, en medio de una tormenta feroz, alumbre su tercera vida.”


UN DOLOROSO CONFLICTO



Caminaron juntos durante muchos años. Se alabaron y apoyaron mutuamente. La librería de las Madres que dirige Hebe de Bonafini se llamaba “Osvaldo Bayer”. La crítica fundamentalista de Bayer, muy típica de su posición anarquista de que mientras haya villas miseria no habrá democracia, enojó a Hebe quien fiel a su historia, con sus más y sus menos, ve la vida en tajantes blancos y negros. Luego Osvaldo agregó: “Y Hebe llevó a la perdición a las Madres cuando las hizo oficialistas”. Hebe respondió con un texto virulento y en muchos aspectos absolutamente injusto: “Alrededor de 1920 nació un niño con una carita media rarita, parecía un monito. El niño creció, estudió, se hizo periodista y por estas cosas de la vida llegaron los peronistas. Y el niñito se volvió un monito, con cara de monito. Y empezó a crecer el peronismo, a darles a los trabajadores, a que tengamos jubilación, a que tengamos trabajo.


Y el monito se volvió gorila. ¡Gorila, gorila! No soportaba que los pobres tuviéramos todo eso. Cuando vino la dictadura, el monito huyó despavorido y se fue a Europa. Cuando pasó la dictadura volvió pensando que ahora ya no había más necesidad de ser ni monito, ni gorila, y que íbamos a estar todos fantásticos en la izquierdosa manera de pensar de algunos. Y ¿qué pasó? Volvió el peronismo. ¡Dios mío! El gorila volvió a nacer. Y no solo gorila, le crecieron pelos y dientes. Y con los dientes empezó a morder a diestra y siniestra porque no se banca este gran gorila al peronismo. Y empezó a morder a las Madres, y a mordernos fuerte. Lo que pasa es que se va a romper los dientes contra la pared y contra las Madres, que somos como un muro.


Él seguirá siendo gorila porque es de una clase que no soporta a los pobres, y las Madres seguiremos estando con los pobres, que es nuestra clase, a la que hemos defendido siempre. Colorín, colorado, este cuento ha terminado.”


Es cierto que Bayer pertenece a esa izquierda para la cual el peronismo es incomprensible y adopta posturas que terminan muchas veces colocándolo en el campo del gorilismo. En eso también coincidió con Hebe durante muchos años. Se lo puede criticar políticamente, pero no es justo ensañarse con la persona que siempre ha mantenido una línea de notable coherencia. Y mucho menos como lo hace el cuentito.


Es falsa la imputación de cobarde, cuando fue Bayer quien desenmascaró la complicidad del ejército, con nombres y apellidos, en los asesinatos de los obreros patagónicos. Desde el exilio luchó tenazmente contra la dictadura establishment –militar. Son dos historias de diferente dimensión, pero la de ambos, Bonafini y Bayer, absolutamente reivindicables en la lucha contra los asesinos de los años de plomo.


La posición de Hebe, su defensa incondicional del gobierno, está sujeta a los elogios y críticas de toda actitud política. Y la de Bayer criticándola, está dentro del más estricto juego democrático.


Los dos están en la octava década de sus vidas. Es bueno tener pasión juvenil, cuando hace muchas décadas que se ha abandonado tal condición, pero sería sensato que le agregaran la comprensión de los muchos años de lucha que ambos acumulan.


POSDATA


Los periodistas que se convocaron bajo la consigna de “Queremos preguntar” con el director de orquesta Jorge Lanata, confundieron su solicitud de conferencias de prensa con la posibilidad de preguntar que algunos de ellos hacen habitualmente en sus reportajes. Llamativamente identificaron conocer, con acceso a la información oficial. Entre los presentes figuraban algunos que censuraban durante la dictadura, como Joaquín Morales Solá según la denuncia que hizo el recientemente fallecido humorista Caloi. Otros como Alfredo Leuco, ejercitaron una desmesura tipo Carrió, cuando editorializaron con las estrofas del himno: libertad, libertad, libertad.
Una cosa es solicitar la realización de conferencias de prensa, reclamo atendible, y muy otra es montar un grotesco televisivo.


Primo hermano de esta situación son los menemistas que se pasan al macrismo. Adrián Menem afirmó: “Mauricio Macri representa los valores de Evita y de Juan Perón y lo está demostrando con las transformaciones que está haciendo en Buenos Aires a favor de los vecinos”


30/05/12 Diario Registrado