lunes, noviembre 29, 2010

Sobre Mirta, el pasado y los archivos

El problema del pasado es que a veces te lo cuentan cambiado/Por Carlos Polimeni


La historia comenzó el lunes pasado, cuando algunos medios argentinos reprodujeron unas declaraciones de Federico Luppi a un programa de Canal 10 de Montevideo, emitido el sábado pero grabado una semana antes. Al actor, que había ido a Uruguay para concretar tres funciones de la obra Por tu padre, cuyo protagónico comparte con Adrián Navarro, le hicieron el juego de pedirle opiniones sobre figuras públicas de la televisión en el marco de una entrevista larga y distendida. Fue cálido con China Zorrilla, tibio con Marcelo Tinelli y casi escatológico con Susana Giménez, tras preguntarles a las conductoras si le permitían una grosería (“fisiológicamente, hay gente que caga por la boca”, dijo). Cuando le mostraron una foto de la diva de los almuerzos telefónicos, su respuesta fue algo más que contundente: "No se qué me irrita más de Mirtha: si su profunda, extensa ignorancia o el carozo totalmente reaccionario de su alma”. Y agregó: “Pobre, un alma pobre. Dice cosas que son realmente agresivas y que desmienten la capacidad humana de convivir”.

El martes, ya que el lunes su programa había salido grabado, Mirtha contestó a esas apreciaciones con la cara avinagrada por el rencor, como si no hubiese sabido que Luppi –como muchas otras personas– piensa eso, y está dispuesto a decirlo cuando se lo pregunten. Al fin y al cabo, se supone que los actores son reflejos de la sociedad que los rodea. Sin embargo, alguien le sopló a Mirtha que había palabras de Luppi que parecían similares a otras que le había dedicado el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, y ella percibió una clara conspiración en su contra.

“Me sorprende que este gobierno posibilite que los actores hablen mal de sus colegas”, masculló con su tono de directora de escuela secundaria. “¿Usted lo sabrá, señora Presidenta? Si no lo sabe debería tomar nota.” Envalentonada con sus propias palabras, agregó, en un monólogo algo errático: “¿Qué es esto? Actores contra actores, es increíble. Yo no soy de izquierda, pero ojo, tampoco soy de derecha. Soy de centro y adoro la democracia.” Acto seguido identificó a Andrea del Boca, Esther Goris y Florencia Peña como otros arietes gubernamentales en la pugna por desacreditarla. Goris dijo en un programa de televisión lo que la mayoría de la sociedad tiene claro: que hay muchas evidencias de la colaboración de Mirtha Legrand con la dictadura 1976-1983. No en vano Mirtha es la misma persona que saludó la llegada al poder de Néstor Kirchner y Cristina Fernández preguntándoles a boca de jarro si era cierto que ahora se venía “el zurdaje”

Un día después, tras haber visto por televisión sus reacciones de Torquemada del siglo XXI, Marilina Ross le comunicó a la producción que no asistiría al programa del día siguiente (al que estaba invitada desde la semana previa junto a Julia Zenko) en repudio a los agravios de Mirtha a los actores que encuentran a este gobierno por lo menos interesante. La producción le armó para el jueves una mesa con periodistas, todos dispuestos a escucharla con interés: Osvaldo Granados, Clara Mariño, Luis Ventura y Osvaldo Bazán. Ventura, hombre de la casa, concurrió con una misión específica: hablar pestes de la vida personal de Luppi sacando a luz una serie de notas publicadas en los años ’80, cuando su tormentosa separación de Haydeé Padilla fue la comidilla de los interesados en los chimentos de la farándula. Además, Ventura maltrató al actor por el tema de su relación (o su no relación) con un hijo uruguayo de once años, asunto por el que Luppi había contestado ya a los periodistas uruguayos. Eso sirvió para que, entre otros, se prendieran a pegarle a la supuesta alianza entre Luppi y el Gobierno el siempre sorprendente Jorge Lanata, que habló en su programa de Canal 26 sobre los actores que se sienten “bajando de la Sierra Maestra”.

Pálido y molesto por estar participando de una situación que daba vergüenza ajena, Bazán le sugirió a Mirtha que explicara si había tenido o no relaciones con la dictadura. La señora de Tinayre, que debe creer que no existen los tapes ni la memoria colectiva, se explayó en explicaciones sobre cuán independiente había sido su trabajo en la televisión de los años de plomo, aunque olvidó explicar por qué no trabajó desde el retorno de la democracia hasta que se instaló en la Casa Rosada un señor llamado Carlos Menem. Tan enfrascada estaba en su propia indulgencia con el pasado –en su visión actual jamás tuvo trato con los responsables del genocidio– que incluso contó cómo fue que un día fue retratada por la revista Gente saludando al asesino Alfredo Astiz delante de muchos testigos. Cuidando muy bien su relato, recordó que había asistido sin muchas ganas a una fiesta en una confitería llamada Lepanto, en la Avenida del Libertador al 2100, cerca de su casa, a la que también estaba invitado el almirante Emilio Massera y que en esa situación Astiz la había abordado para declararle su admiración.

No debía ser una cena de nenes de pecho: entre otros invitados estaba allí, mencionó al pasar, el “conocido abogado Pedro Bianchi”, con quien ella misma tenía una estrecha relación. Bianchi fue el abogado de Massera, entre otros púberes inocentes. Lo raro es que nada de lo que cuenta se deduce en aquella edición de Gente, la revista que más trabajó para hacerle favores a la dictadura.

Bajo el título de “Sorpresa y media”, la señora de Tinayre luce en la doble página una sonrisa espléndida mientras el hombre que se dijo alguna vez como el mejor preparado para matar compatriotas, aunque se rindió ante los ingleses en las Georgias sin disparar un bala, la cholulea con timidez. El agregado de una foto de Massera a la composición gráfica no deja dudas respecto de la intención de la nota: exhibir la amable convivencia entre los represores y cierto sector de la farándula. Lepanto, se lo recordó el propio Ventura durante el almuerzo al que asistió con dos sobres de archivos contra Luppi, era un lugar por demás conocido de reunión de uniformados, amigos y adherentes. No fue éste, ni en broma, el único contacto de Mirtha con los militares.

Tal vez, lo mejor que podría hacer Mirtha es seguir hablando de rosas rococó. En la medida en que habilite un camino de respuesta a las críticas que se le hacen por sus dislates en cámara con datos sobre la vida privada de otras personas abrirá un camino para que se hable en público sobre la suya. Y ahí hay tanta tela para cortar que espanta: la verdad de su tormentoso matrimonio, su hijo convenientemente ocultado a la luz pública por gay, sus amoríos clandestinos con personalidades bastante sueltas de boca, la miserabilidad de su contabilidad personal. Este año, contó por primera vez en cámaras que una sobrina suya estuvo detenida ilegalmente, pero olvidó agregar que cuando pidió por ella a los gerentes armados de la dictadura, con la que dice no haber tenido trato, no lo hizo por su marido, que fue masacrado. La mitad de su propia familia no le dirige la palabra por su actitud al respecto. Y la otra mitad dice cosas entre bambalinas que resultan imposibles de repetir. Luppi apenas expresó en público lo que medio mundo sabe y anda diciendo por ahí. El problema de Mirtha es su propia historia, está en su espejo, debajo del maquillaje. Es ella la que no resiste archivos.

28/11/10 Miradas al Sur

lunes, noviembre 22, 2010

Crimen de crímenes

Por Silvana Melo

Si existe una revelación fría y certera del fracaso inapelable de la humanidad, ésa es el hambre. Un mundo que tolera la muerte de un niño cada seis segundos por enfermedades socias del hambre es una calamidad. Un desastre muy alejado de los brotes de ira de la naturaleza. El naufragio de los sueños de todas las revoluciones, la muerte a cuchillo de cualquier utopía. El hambre mata en complicidad con el hombre. El hombre sigue siendo su propio lobo; se devora a sí mismo, famélico y amoral.

La disminución de los hambrientos de 1023 a 925 millones entre 2009 y 2010, anunciada por la FAO, depende exclusivamente del precio de los alimentos y puede tener evoluciones elípticas el próximo año o en los meses venideros. No responde a una toma de conciencia brutal de los países ricos. A un repliegue repentino de los colmillos del hombre lobo del hombre. Sino a una parada ocasional de la rueda de la fortuna.

El Africa no produce alimentos y fabrica indigentes cada vez con más eficacia mientras los países privilegiados generan sofisticaciones tecnológicas, banquetes y opulencia. No se puede dar vuelta la página ligeramente a la cruda verdad de haber vivido los primeros diez años del milenio en un planeta desangrado por la in-justicia. No se puede naturalizar el hambre inexorable de millones de personas mientras la riqueza se concentra en la siesta palaciega capitalista que tiene una discapacidad temible: la ceguera ante cualquier otra cosa que no sea el avistaje hedonista de su propio ombligo.

El pobre país que primereó las luchas contra la esclavitud y empujó a la negritud a irrumpir en la historia sólo aparece cíclicamente en la globalizada pantalla mediática cuando sube al cielo su aguja de catástrofes. Antes del terremoto de enero el 80 por ciento de la población de Haití sobrevivía con dos dolares diarios. Y los niños comían galletas de barro para engañar la panza. La movida de la tierra se tragó al dos por ciento de la gente, al gobierno, a las instituciones y a todo atisbo de estructura social que intentara erigirse en una de las tierras más pobres del planeta. Gran parte de las ayudas alimentarias durmieron meses en los hangares de la ONU. Y del auxilio económico prometido por el primer mundo con panderetas de traje y luces apenas llegó el 15 por ciento hasta noviembre.

Haití volvió, dramáticamente -al menos por un rato- a la cúspide noticiosa. Es que una epidemia de cólera se lleva a la gente como el humo venenoso a las hormigas. Todos los análisis convergen en que el brote habría sido traído por una delegación nepalesa de ayuda humanitaria de la ONU que dejó sus excretas en el río donde los haitianos van a buscar el agua. El mundo que convergió en Haití desde enero para oler su tragedia no hizo más que profundizarla. Lejos de salvar vidas, terminó de derrumbar el último techo de la esperanza, si es que alguna vez tuvo uno.

El G-20 -el grupo de países industrializados y emergentes que celebró su reunión hace pocos días- ni siquiera mencionó la tragedia de Haití. El hambre no parece ser tema de discusión en el mundo. Aunque se mueran un niño cada seis segundos en el planeta y 25 niños por día en la Argentina por enfermedades parientes de la falta de alimentos.

No hubo menciones de las autoridades nacionales ni de los líderes de la oposición, muy entrampados en la discusiones alejadas de los mal nutridos del Impenetrable y de los niños muertos de los tareferos.
La pelea políticamente sangrienta por el presupuesto 2011, ¿es por el hambre? ¿Es la médula de la discusión los dos bebés indígenas salteños que se murieron en junio en el departamento de Rivadavia mientras el joven y bello gobernador Urtubey celebraba con fastos a Guemes? ¿O la nena de 15 que cerró los ojos en Cafayate, cuando medía un metro y pesaba ocho kilos y no pudo más?

Hace pocos días no más murió una chiquita de dos años en Colonia Santa Rosa, a 250 kilómetros del corazón de Salta la linda. Era morenita, de ojos profundos. Nacida en una comunidad originaria. El certificado de defunción que firmó el médico dijo que había sufrido de “deshidratación y desnutrición grave”. Se llamaba Tatiana Tapia y todo el mundo desmintió después que estuviera desnutrida. Menos su familia, 16 que viven una una casita del barrio Las Palmeras, pobre y alejado.

En Montecarlo y en Apóstoles murieron Milagros y Héctor. En Oberá hay dos nenes “en estado desesperante por la desnutrición”. Nacieron hace varios años pero sus cuerpitos son mínimos. La sala común del Hospital Samic no es mejor que las casillas donde nacieron. En Misiones ya han muerto cerca de 250 en el año. Hay otros mil en situación crítica. ¿Es ésta la pelea enardecida por el presupuesto 2011? ¿Están discutiendo por el hambre?
En Formosa, en octubre, se denunció la “dramática situación de los niños de dos colonias aborígenes de Ibarreta”. Hay 28 chicos desnutridos y, ante la ausencia del Estado, médicos y pobladores piden que manden alimentos. De cualquier lado, de cualquier manera.

Mientras se discute con uñas afiladas el presupuesto nacional 2011. ¿Alguien habla del hambre? En el país de los alimentos para 400 millones, de la soja precio y cosecha record, de la macroeconomía envidiable, del crecimiento a tasas chinas, ¿alguien discute el hambre?.

En Ibarreta hay un bebé de un año que pesa 5,5 kilos. Debería pesar diez. “Es una desnutrición del 46%”. Es que en el país donde brota alimento de la tierra y se puede pinchar una nube para tomarle toda el agua, los niños se mueren de hambre.

Es el más crimen de los crímenes. El fracaso más atronador de la humanidad. Buitre de sí misma. Ciega. Sorda. Muda.

Agencia de Noticias Pelota de Trapo

viernes, noviembre 19, 2010

La batalla de la Vuelta de Obligado - Soberanía y Libertad

20 de noviembre de 1845


lunes, noviembre 01, 2010

Adagio en mi país



Canta Andrés Calamaro

Algunas fotos de la Plaza

































Todas las fotografías fueron tomadas por Agustina Jacovchuk
agustinajakovchuk@gmail.com

Kirchner: Pasaron unos días. Hoy opino.

Lo que pasa es que opinar en caliente es peligroso, mire. Porque uno puede volverse sentimentaloide, obsecuente, hipercrítico o, simplemente, pelotudo.

Lo inteligente, dijera Quique Raab, es esperar para ver cuántas huevadas escriben los demás y después encontrar la veta que nadie tocó. Por ahí no te da el cuero para ser original, pero nadie va a acusarte de plagiario.

Y en este asunto de la muerte del Néstor, hay que pisar con cuidado, porque todos tenemos los huevos a flor de piso, y dispuestos al alarido inmediato.

Lo que ninguno discute es que nos cambió la historia.

Ahora el debate central en los medios grandes es si Cristina puede o no puede, debate que -si me permiten- es una disquisición bastante idiota, ya que en realidad hace 3 años que viene pudiendo. Junto con Néstor, claro, pero el interrogante (bastante machista, por cierto) sugiere que cuando a una mujer se le muere el marido es como si le extirparan el cerebro. Lo que, en estricta justicia, equivaldría a decir que cuando a un hombre se le muere la esposa le cortan los huevos, cosa que nadie se animaría a afirmar y muchos a desmentir rotundamente.

Debo reconocer que, cuando Kirchner (él) le cedió la candidatura a Kirchner (ella), yo no estuve de acuerdo. No me pareció que fuera correcto ceder una candidatura a Presidente. Sigue sin parecerme correcto, pero lo que importa es la práctica y no la teoría: dio resultado, y en política es eso lo que cuenta.

Debo reconocer también que sigo sin ser kirchnerista. No comparto esa fascinación que sufren todos los no peronistas por colocarse encima esos “sanbenitos”, que históricamente terminan enfrentándolos con un espejo que no les es propio, que los traiciona aunque no lo quiera, porque en estos tiempos nadie, pero nadie, resiste un archivo. Sin embargo, nuevamente la realidad me demuestra que la teoría se reacomoda, porque el Néstor, a partir de hoy, resiste todos los archivos, ya que el que abra alguno que no convenga, se convierte en un hijo de puta por vocación.

No obstante, quiero ser absolutamente sincero: estoy de acuerdo en rescatar sólo lo bueno. Porque de lo otro estamos hartos, y ya se encargará esta oposición gataflorista de seguir sacándolo a la luz de a poquito y bien mixturado con elogios azucarados e insinceros.

Porque por primera vez en tantos años, hay una enormidad de cosas buenas para recordar. Una ingente cantidad de hechos que a algunos nos hicieron sentir en la “Argentina año verde” de La Tuerca, Operación Jaja o La Revista Dislocada, a otros les demostraron que se podía cambiar algo sin romper todo y a otros, por supuesto, que los que quieren cambiar algo (aunque sea sin romper todo) son, siempre e inevitablemente, comunistas montoneros asesinos hijos de extranjeros.

Así que la pregunta no es –desde mi punto de vista- si “Cristina puede” sino ¿por qué no podría? Y se me ocurren varias respuestas:

Si nos dejamos engañar por esta falsa “luna de miel” que le concede toda la gatería opositora.

Si dejamos de presionar y presionar para profundizar el proceso.

Si olvidamos que la gran mayoría de las cosas que Néstor pudo hacer fueron por el apoyo del pueblo argentino, y no “concesiones graciosas” de un líder iluminado.

Si de golpe y por gracia y obra de un kirchnerismo beatificado por la muerte empezamos a creer que sin líder no hay proyecto, en lugar de recordar que el mismo Néstor afirmaba que los proyectos son colectivos y no unipersonales.

Si permitimos que la pérdida de Néstor nos convierta en tontos nostálgicos del tipo “con Néstor era otra cosa”, y le restamos a Cristina el apoyo (siempre crítico) que necesita más que nunca.

Si, por el contrario, nos dejamos llevar por un “Cristinismo” estúpido (sinónimo de cretinismo) que implicaría empezar a asentir imbécilmente cada vez que la Presidenta se tire un pedo (Si, soy un hereje, pero les juro que ella también se tira pedos).

Y decenas de motivos más que podrían conseguir que Cristina no pudiera. Recordemos que ya sabemos que el enemigo es malo, de manera que no podremos usarlo como excusa si nos derrota. Este combate tiene que ver con dos preguntas de las que sabemos la respuesta: ¿Queremos una Nación Justa, Libre y Soberana? ¿Queremos la Patria Grande Latinoamericana?

Entonces, la historia que ha cambiado es la de ellos. Ellos deberán preocuparse ahora por las candidaturas, por el monumento que sin duda erigirán, por la cantidad de pelotudeces que verterán en los medios. Nuestra historia es la misma.

A seguir trabajando, entonces. En realidad, nada ha cambiado.

Enrique Gil Ibarra
01/11/2010