viernes, septiembre 19, 2008

Ni yankis ni marxistas: estafadores

Por Carlos Benítez

No se trató de un arranque de populismo estatista, como irónicamente tituló Página 12. El salvataje de la aseguradora AIG, que le costó 85 mil millones dólares al Banco Central norteamericano, puede considerarse una nacionalización en términos técnicos, porque de hecho lo es. Pero en términos políticos reviste un significado diferente, que habla menos del acercamiento al socialismo real que del pragmatismo oportunista del capitalismo global.

Merrill Lynch, seguramente harta de medir todo el tiempo nuestro Riesgo País, fue vendida al mejor postor. Una institución bancaria centenaria como Lehman Brothers se fue a la quiebra. Se trata del mismo banco de inversión que emitió un duro comunicado sobre la economía argentina y su futura capacidad de pago. No tan casualmente, uno de los autores del informe fue el economista argentino Guillermo Mondino, ex colaborador de Domingo Cavallo y especialista en tirarle tierra encima al país. En ese marco, el Estado conducido por los republicanos tuvo que hacer aquello que a nosotros nos han negado durante décadas: intervenir cuando está en juego el bienestar de sus ciudadanos.

A nuestros economistas del elenco estable, no se sabe si por falta de información internacional o por intencionalidad política, solo se les ocurre predecir lo mal que le va a ir a este gobierno ante su incapacidad de afrontar una catástrofe de esta magnitud. La prensa no se queda atrás. Como señalan en el blog La Barbarie, algunos títulos del diario Clarín mueven a risa. “Para los economistas, algunos problemas de la Argentina reducen el impacto de la crisis” merecería la medalla de oro si no fuese por este otro ejemplo de adivinación mufa: “La crisis mundial, otra ocasión que los Kirchner pueden desaprovechar”.

Por si fuera poco, todavía hay periodistas que le piden opinión y consejos a López Murphy, no se sabe si por sus deslumbrantes performances electorales o por su fugaz paso por el Ministerio de Economía durante el gobierno de la Alianza. Zonceras criollas, diría Jauretche.

A pesar de la deslegitimación que las tradicionales usinas informativas económicas viven por estos días, los medios masivos de comunicación y los operadores que se mueven en ellos siguen blandiendo el fantasma del Riesgo País. Anne Krueger, la horripilante ex subdirectora del FMI, vuelve de la impunidad para afirmar que la Argentina “puede hacer lo que quiere, pero no le conviene quedar aislada del mercado de capitales". Parece una broma de mal gusto. ¿Cómo puede ser que todavía estemos en estos enredos?

¿No será hora de que, así como hubo una reunión urgente de la UNASUR (para apoyar irrestrictamente al gobierno democrático y revolucionario de Evo Morales, frente a los sinvergüenzas y asesinos de la Media Luna), se convoque otra para fijar posición sobre la hecatombe financiera y para cuestionar seriamente a todos estos organismos que, por mucho menos que esto, durantes décadas nos han puesto patas para arriba y plantado bandera de remate?

¿Con qué cara y, sobre todo, con qué autoridad estos organismos satélites de Estados Unidos pueden venir a cuestionar nuestras políticas o a monitorear nuestras cuentas? Aceptarlo solo se entiende en la cabeza de los idiotas útiles o de los cipayos interesados en que América latina pague una fiesta de la que nunca participamos.

Más allá de los sarcasmos, no hay comunismo en Wall Street. Más bien, somos testigos de una prueba más (¿la más contundente, la definitiva?) del fracaso del capitalismo como única cosmogonía posible. Y de los manotazos de ahogado de un sistema que opera en emergencia como lo hace siempre. Como exactamente lo definen Daniel Paz y Rudy: “Si hay dinero, rescatamos... Si hay gente, bombardeamos”.