Kirchner: Pasaron unos días. Hoy opino.
Lo que pasa es que opinar en caliente es peligroso, mire. Porque uno puede volverse sentimentaloide, obsecuente, hipercrítico o, simplemente, pelotudo.
Lo inteligente, dijera Quique Raab, es esperar para ver cuántas huevadas escriben los demás y después encontrar la veta que nadie tocó. Por ahí no te da el cuero para ser original, pero nadie va a acusarte de plagiario.
Y en este asunto de la muerte del Néstor, hay que pisar con cuidado, porque todos tenemos los huevos a flor de piso, y dispuestos al alarido inmediato.
Lo que ninguno discute es que nos cambió la historia.
Ahora el debate central en los medios grandes es si Cristina puede o no puede, debate que -si me permiten- es una disquisición bastante idiota, ya que en realidad hace 3 años que viene pudiendo. Junto con Néstor, claro, pero el interrogante (bastante machista, por cierto) sugiere que cuando a una mujer se le muere el marido es como si le extirparan el cerebro. Lo que, en estricta justicia, equivaldría a decir que cuando a un hombre se le muere la esposa le cortan los huevos, cosa que nadie se animaría a afirmar y muchos a desmentir rotundamente.
Debo reconocer que, cuando Kirchner (él) le cedió la candidatura a Kirchner (ella), yo no estuve de acuerdo. No me pareció que fuera correcto ceder una candidatura a Presidente. Sigue sin parecerme correcto, pero lo que importa es la práctica y no la teoría: dio resultado, y en política es eso lo que cuenta.
Debo reconocer también que sigo sin ser kirchnerista. No comparto esa fascinación que sufren todos los no peronistas por colocarse encima esos “sanbenitos”, que históricamente terminan enfrentándolos con un espejo que no les es propio, que los traiciona aunque no lo quiera, porque en estos tiempos nadie, pero nadie, resiste un archivo. Sin embargo, nuevamente la realidad me demuestra que la teoría se reacomoda, porque el Néstor, a partir de hoy, resiste todos los archivos, ya que el que abra alguno que no convenga, se convierte en un hijo de puta por vocación.
No obstante, quiero ser absolutamente sincero: estoy de acuerdo en rescatar sólo lo bueno. Porque de lo otro estamos hartos, y ya se encargará esta oposición gataflorista de seguir sacándolo a la luz de a poquito y bien mixturado con elogios azucarados e insinceros.
Porque por primera vez en tantos años, hay una enormidad de cosas buenas para recordar. Una ingente cantidad de hechos que a algunos nos hicieron sentir en la “Argentina año verde” de La Tuerca, Operación Jaja o La Revista Dislocada, a otros les demostraron que se podía cambiar algo sin romper todo y a otros, por supuesto, que los que quieren cambiar algo (aunque sea sin romper todo) son, siempre e inevitablemente, comunistas montoneros asesinos hijos de extranjeros.
Así que la pregunta no es –desde mi punto de vista- si “Cristina puede” sino ¿por qué no podría? Y se me ocurren varias respuestas:
Si nos dejamos engañar por esta falsa “luna de miel” que le concede toda la gatería opositora.
Si dejamos de presionar y presionar para profundizar el proceso.
Si olvidamos que la gran mayoría de las cosas que Néstor pudo hacer fueron por el apoyo del pueblo argentino, y no “concesiones graciosas” de un líder iluminado.
Si de golpe y por gracia y obra de un kirchnerismo beatificado por la muerte empezamos a creer que sin líder no hay proyecto, en lugar de recordar que el mismo Néstor afirmaba que los proyectos son colectivos y no unipersonales.
Si permitimos que la pérdida de Néstor nos convierta en tontos nostálgicos del tipo “con Néstor era otra cosa”, y le restamos a Cristina el apoyo (siempre crítico) que necesita más que nunca.
Si, por el contrario, nos dejamos llevar por un “Cristinismo” estúpido (sinónimo de cretinismo) que implicaría empezar a asentir imbécilmente cada vez que la Presidenta se tire un pedo (Si, soy un hereje, pero les juro que ella también se tira pedos).
Y decenas de motivos más que podrían conseguir que Cristina no pudiera. Recordemos que ya sabemos que el enemigo es malo, de manera que no podremos usarlo como excusa si nos derrota. Este combate tiene que ver con dos preguntas de las que sabemos la respuesta: ¿Queremos una Nación Justa, Libre y Soberana? ¿Queremos la Patria Grande Latinoamericana?
Entonces, la historia que ha cambiado es la de ellos. Ellos deberán preocuparse ahora por las candidaturas, por el monumento que sin duda erigirán, por la cantidad de pelotudeces que verterán en los medios. Nuestra historia es la misma.
A seguir trabajando, entonces. En realidad, nada ha cambiado.
Enrique Gil Ibarra
01/11/2010
1 Comentarios:
aMIGO, MUY BUENA ESTA COLUMNA. GRACIAS POR HACERME PENSAR, YA QUE ESTOY MUY CONFUNDIDO EN BASE A LOS HECHOS QUE PASAN EN ESTOS DÍAS. MUCHAS GRACIAS POR ESTE ESCLARECEDOR MENSAJE.
G.F.M
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