El pueblo no se equivoca
Un día después de las elecciones nacionales, los rechazados (por ese pueblo) en la elección, cubrirán su decepción con frases de la mayor “corrección política” del estilo de “el soberano ha manifestado su voluntad”, e inmediatamente surgirán las muy veladas críticas al “soberano”, que “no sabe votar”. Es complicado y difícil asumir que uno es el equivocado cuando pierde. Me tocó aprenderlo en 1983, cuando fuimos (correctamente) derrotados por Alfonsín. Pero lo aprendí bien, y no lo olvidé jamás.
Cuando un pueblo vota, funciona una especie de “corriente masiva de comprensión” que le permite, más allá de los medios, de las publicidades, de los engaños, elegir lo que entiende colectivamente como lo más correcto y beneficioso en la coyuntura que vive hoy. Porque los pueblos votan para hoy y para mañana, no para la década que vendrá.
Hay muchos, inclusive dentro de nuestro propio movimiento, que no logran comprender este “fenómeno cultural”. Que insisten en pretender que el pueblo debe votar como quieren ellos, o prefieren suponer que tienen razón, más allá de la evidencia flagrante. Entonces aparecen las calculadoras de bolsillo y las cuentas al revés: “Si la votó el 40%, quiere decir que el 60% no la votó”. Ergo, tengo razón, y el pueblo está equivocado.
Bueno. Pero no es así. Porque la realidad no funciona con lo que a mí me gustaría que hubiera. Funciona con lo que hay. Y el pueblo, que no es ni mago ni fantasioso, vota lo que más le conviene dentro de lo que hay, sabiendo que eso le permite seguir presionando para lograr lo que le gustaría que hubiera. ¿Parece un trabalenguas? Sin embargo es muy simple. Basta con querer comprenderlo.
Los que votamos a Cristina Kirchner podemos reiterar hoy que quedaron algunas cosas claras (ayer también lo estaban, pero hoy se pueden firmar):
a) El peronismo sigue siendo la única alternativa válida para la clase trabajadora argentina al día de hoy.
b) Una gran parte de las clases medias, concentradas en los principales centros urbanos, (y el ejemplo más claro es la Capital Federal), es capaz de votar cualquier cosa, mientras no tenga olor a peronismo. (¿Macri hace 60 días y Lilita Carrió ayer? Caramba).
c) La antinomia imperialismo/nación está más vigente que nunca.
d) Ninguno de nuestros dirigentes nacionales tiene todavía un proyecto nacional que pueda consensuarse mayoritariamente.
Luego de estas obviedades, confirmadas por los hechos, y que ya no merecen discusión, pensemos en mañana:
La oposición no existe organizadamente. La coalición de Lilita no es un partido, ni siquiera un frente, y está cohesionada sólo por la “imagen” de la gorda, pero en realidad es una bolsa de gatos. Esto es: el ARI no salió segundo, ni de lejos, y la Coalición Cívica se partirá en cuatro pedazos en cuanto empiecen a pelear por la supremacía.
El radicalismo está partido en dos, y esto seguirá por largo tiempo: los radicales que fueron con Lavagna lo abandonarán mañana mismo (es un decir) y se reacomodarán en una especie de “Renovación y Cambio”, en tanto que los “radicales K” dejarán de ser “K” en cuanto puedan, para empezar a acumular poder por sí, y generarán una especie de “Renovación sin cambio”.
El sector político del peronismo ortodoxo pejotista ha fenecido junto a Menem, el Adolfo y el Alberto. No así el sindicalismo peronista ortodoxo, que saldrá bruscamente a intentar recuperar laureles; es posible que asistamos a una insospechada y combativa convergencia táctica entre la CGT y la CTA, que dará lugar, como corresponde, a nuevos reacomodamientos políticos pejotistas, y así hasta el hartazgo.
La izquierda tradicional ha demostrado nuevamente que le encanta correr hacia su extinción, y que se opondrá activamente a cuantos esfuerzos se hagan para salvarla.
La “Nueva Derecha” (Sobisch, Blumberg, López Murphy), aún no se anima a decir públicamente que con los militares estábamos mejor, pero si les damos un poco de tiempo lo harán, no desesperemos.
Queda esa entelequia que los peronistas llamamos el “campo popular”, que afronta el desafío de transformar una democracia formal en un gobierno popular real, y que, digamos la verdad, aún no tiene la más puta idea de cómo hacerlo.
Los próximos 4 años serán difíciles. El ciclo económico de crecimiento lleva ya varios años, y no durará para siempre. Será en ese momento cuando se acabarán los juegos, y nuestra flamante presidenta deberá adoptar uno de los senderos que se bifurcan irreconciliablemente.
La eterna tragedia del peronismo son los segundos gobiernos. En ellos, cuando ya no existe “la herencia recibida”, es cuando el pueblo nos recuerda cuántos pares son tres botas. Allí se acaban las coyunturas personalistas, y es cuando se ve si los proyectos son peronistas (Justicia Social, Soberanía Política, Independencia Económica), o bien no pasan de “una sociedad un poco más justa”, que es casi lo mismo que decir “peronismo, las pelotas”.
El peronismo en serio excede los gobernantes. El problema sobreviene cuando los peronistas dejamos de entenderlo así. Hablamos entonces de “menemismo”, “duhaldismo”, “kirchnerismo” o ¿”cristinismo”? Coyunturas.
Si pensamos que ganamos porque ganamos la elección, perderemos a corto plazo, y otra vez a remar en seco.
El Proyecto Nacional depende del pueblo. Si no creamos dentro del peronismo una Tendencia Nacional y Popular que galvanice al Movimiento, apoyando a este gobierno para “ayudarlo” decididamente a ir por mucho más, habremos perdido otra oportunidad y estaremos (¡otra vez!), en el horno.
Enrique Gil Ibarra (29 de octubre del 2007)
1 Comentarios:
It was 1950 when Frank
McNamara of New York's Hamilton Credit
Corporation came up the idea of giving affluent businessmen a
convenient way to charge business-related expenses. The original
Diners Club card was pasteboard with the customer's name on one side
and a list of the twenty seven restaurants that accepted it on the
other. The first plastic cards came out in 1955 creating a whole new
way of monetary exchange.
American Express, the traveler's check company, began issuing cards in
1958 followed by The Bank of America and their BankAmericard. Because
The Bank of America had California as its base of operation, the
BankAmericard quickly became the most widely know card. Other smaller
banks joined the BankAmericard system and the system continued to
grow. In 1977 the card underwent a name change and became Visa. By the
1990's Visa was the largest credit card in use with nearly 400 million
cards in circulation and more than 12 million businesses that accepted
it.
In 1967, City Bank of New York issued the Everything card, the card
that eventually became MasterCard. It was during the 1960's that the
credit card took hold of the American consumer's pocketbook. The
credit card freed people from the restraints of having to have money
to buy something by allowing them to use money that they had not yet
earned. By freeing their immediate constraints the credit card took a
firm hold of the card user's future. And the future showed up in the
form of a bill the next month and every month after. And by the mid
1990's the consumer debt in America surpassed $1 trillion dollars,
much of it through the use of credit cards.
The Prestige of Credit Card Debt
American Express devised the class system in the credit card industry.
The original card was purple and through its marketing it presented an
image of membership, much like being a member of a private club. In a
few years the purple card turned green and then became surpassed in
image by its gold sibling in 1966. By the mid 1980's the platinum card
was born and the image was complete. The working-class had their
"plain" card, the middle-class carried gold and the upper-class
purchased with platinum.
With this system in place, the credit card companies were able to give
the consumer instant gratification and control just how much debt they
would get into. With the consumer being lulled into buying just a
little more than they could afford, the bills never quite got paid and
the credit card companies continued to be paid month after month. In
many cases the payments continued long after the product purchased
ceased to have any value.
Not Even the Sky's the Limit
In the 1970's the credit card industry faced a crises. The credit card
companies were faced with paying up to 20% for the money they borrowed
but were prohibited by law from charging more than 12% for the money
they lent out. Obviously this was a recipe for disaster. But they
found, or more precisely, created a solution.
Banking regulations limited the amount of interest they could charge
to the rate set by the state in which they were doing business. So
banks with credit card divisions in New York were regulated by the New
York law. But with an eye towards new opportunities many banks began
courting South Dakota. With promises of new jobs, new tax revenues,
and who knows what kinds of political contributions, it took just
weeks for the laws of South Dakota to be changed to allow unlimited
interest rates to be charged. Delaware, noticing the opportunity, soon
changed its laws too.
Now with no limits on interest rates, credit card companies were
poised for unprecedented profits. And the money began pouring in, into
South Dakota and Delaware. Check your credit card statements to see
where your money goes. (Utah has no limit, it has American Express -
New Hampshire has no limit, it has Providian - Virginia has no limit,
it has Capital One - Arizona has a 36% limit, it has Bank of America
and Direct Merchants)
Make More by Charging Less
The next big advancement in credit card profits came in a brilliant
move that allowed you to pay less. How does a credit card company make
more by allowing you to pay less you ask? Well if you had been paying
a minimum monthly payment of 5% of the balance due you paid $50 for
every $1,000 you owed. But when the minimum monthly payment was cut to
2% you could now owe $2,500 and still pay just $50. But with a 2%
payment you would owe the money for years and years, I mean decades
and decades. You owed more money for longer periods of time and the
credit card companies made more money. All conveniently packaged with
the concept of "easy terms" and "monthly payments." That is, easy
money for them and endless monthly payments for you.
Are You Smiling Now?
With the limits on interest rates having been lifted and the minimum
monthly payment being reduce the next advancement came in the form of
a lawsuit, Smiley VS Citibank. The decision of this lawsuit allowed
credit card companies to charge unlimited fees. As if unlimited
interest wasn't enough! Fees soon went from $5.00 to $10.00 to $20.00
to, well, as I said there is no limit. Seeing revenues surge it was
only natural to invent new fees.
How many fees does your credit card have? Late fee? Yes! Over the
limit fee? Yes! Returned check fee? Yes! Is that all? How about the
Universal default fee? It allows your interest rate to be raised
because you were either late on a payment, any payment not just to
your credit card company or because you have too much debt. So what's
the cost of a bounced check or a late payment? If you figure it out
you're probably not going to be confused with Smiley. But as credit
card companies saw their revenues from fees double they sure were
happy
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