jueves, noviembre 08, 2007

De cómo confrontar con alguien con el que estás de acuerdo

Tengo una sensación que me inmoviliza. No hay nada más feo que no poder moverte. En verdad, por ahí haya cosas más complicadas que ello, o más horribles.
Se me presenta un dilema difícil de resolver. Reconozco en el otro su humanidad, Holloway me explica como se hace. Veo una mesa, veo un cartel, y me imagino que alguien previamente la fabricó o lo pintó, que este señor tenía su familia, que llegaba cansado del trabajo.
Observo un cúmulo de personas que organizan una jornada cultural, contra la censura oficial, en pos de favorecer la cultura popular. Investigo en mi imaginario, todo lo cuanto que les habrá costado la organización, los sentimientos del día previo.
Y me descubro parado hace 10 minutos pensando todo eso, y todo esto. Y miro a los míos, y ellos me ven como de ellos. Recuerdo lo difícil que fue organizar todo, la cantidad de adversidades a las que tuvimos que sobreponernos, y empiezo a ver que eso recién empezaba.
¿Qué hacemos acá?, me pregunto, pudiendo estar durmiendo, para vaguear hasta el mediodía, y después comer unas facturas con mate, y pasará un domingo más como otros, sin mi querido Quilmes.
Y la respuesta es tramposa: ¿Cómo no vamos a estar acá?
Relojeo a un costado, y me acuerdo de los pibes de los barrios, bah! de las villas, donde todas las semanas damos apoyo escolar, mas mucho más que ello, recibimos ternura, entregamos alegría, canjeamos aventuras, trocamos felicidad.
La Biblioteca.
Que lindo es clavarle a este sistema un conjunto de muebles llenos de palabras que respiran vida, en el medio de un suburbio, donde la muerte física está a la vuelta del pasillo, y donde la muerte civil aparece al nacer.
¿Aparece al nacer?
Como les gustaría. Pero ellos llevan la rebelión en la sangre, en esa sonrisa, que no es efímera, como lo es la de aquel que se acaba de comprar una remera de exclusiva marca, mientras yo sigo acá parado.
Y estoy parado, y no me aguanto. Y vuelvo a lo de hoy ¿Cómo congeniar el proyecto de ellos, que también siento mío, con el de ellos, aunque ellos lo sientan lejos?
¿Cómo ellos pueden sentir que nuestro proyecto es oficialista, si permanentemente tomamos como premisa la independencia?
Nos gustan las difíciles. Aunque estaría bueno que fueran fáciles. Pero sabemos, desconfiamos de lo fácil. Por algo es fácil. Mas como se disfruta lo que se consigue por medio de la lucha. ¿Sino que sentido tendría?
Veo mis pies y se mueven. Volví al movimiento sin darme cuenta. ¿Acaso dos proyectos que están luchando por fines solidarios, o si se prefiere, no individualistas, dos proyectos que a la vez le hacen un corte de mangas al Rey Egoísta, pueden obnubilarse, pueden taparse, pueden no mirarse y verse como un espejo?
Es que ellos nos ven como ellos y no como nosotros. Y yo no paré de pensar en ellos como ellos.
Esto que parece un trabalenguas, es comooo, como explicarme, comooo que nosotros los que pensamos en que un mundo mejor/ justo es factible, debemos darnos cuenta que en reconocernos como “nosotros” a todos los que luchamos por ello, que en ello radica la factibilidad.
Mientras pienso todo esto, me doy cuenta que ambos proyectos están en marcha y que la jornada de lucha, en los diferentes frentes, nosotros contra el analfabetismo, a favor de la igualdad para optar, nosotros contra la censura oficial, a favor de la cultura popular, están empezando, aunque el crepúsculo me indica que el día llega a su fin, y la luna no le da la señal de salida a la noche, y ella se manda igual, por ahí sin ser guiada por las estrellas, mas con la satisfacción de recibir una jornada de alegría, que carcajea al no entender que ya ellos no son ellos, sino que todos somos nosotros, aunque algunos se nieguen a verlo.
Y todos somos nosotros porque nos reconocemos del mismo lado, no porque nuestra agrupación haya cooptado otra.
Ahora miro la luna y no la veo. La busco para que me oriente. Las nubes no me dejan. Esas mismas nubes que no permiten que el festival se suspenda, no me dejan ver a la luna. Conversar con ella.
Pienso, y concluyo en que debe ser porque los que tenemos que conversar somos NOSOTROS, aunque todavía no estén dadas las condiciones.
Por hoy lo postergamos, estamos cansados, hace frío y la lluvia nos empieza a acariciar.
Me siento. Y me paro. Camino. Y no lo hago sólo. Somos muchos más de los que pensamos. Pensemos, y no dejemos de caminar.

Demian Konfino
Agrupación Por Los Invisibles
porlosinvisibles@yahoo.com.ar