jueves, noviembre 08, 2007

Sobre las contradicciones

Hay contradicciones principales y secundarias. Unas no vienen antes que las otras. Coexisten, se modifican, así como la realidad no es estática, la política tampoco lo
es, y la ideología, sobre todo si hablamos de marxismo (o mejor dicho, de materialismo dialéctico) no es ajena (no debe serlo) a esta realidad.
Priorizar una de las contradicciones no debe suponer negar la otra. Sin duda la lucha de clases existe, y es el fundamento del combate contra el capitalismo (no al revés, el capitalismo no creó la lucha de clases).

Cuando los peronistas hablamos de contradicción principal, hablamos del enfrentamiento imperialismo/nación.
Por eso nuestra consigna siempre fue "Liberación o dependencia", y planteamos la liberación nacional y social, en ese orden.
Los sectores de la izquierda marxista ortodoxa (fíjense bien que digo "ortodoxa" que para mi significa en este caso "esquemática") siguen insistiendo en la liberación social y nacional, en ese orden.
Para ellos, la lucha de clases en el interior de nuestro país es prioritaria por sobre la liberación nacional.

Ese es el motivo por el cual la izquierda, a pesar de sus declamaciones de años, jamás logró conformar un frente de clases. (Ningún burgués, medio o pequeño es tan boludo como para integrar un frente en el que desde el principio te avisan que te van a fusilar después de ganar).
Cuando el peronismo sustituye la palabra "proletariado" por "clase trabajadora", lejos de negar -en la práctica- la lucha de clases, integra a la misma y al potencial frente de liberación nacional a todos aquellos que pueden participar del mismo. Lo que el peronismo establece como fundamento ideológico es que existen clases aliadas a la nación, más allá del proletariado y el "campesinado" (que en nuestro país no existe como tal). Este aglutinamiento, y la correcta determinación de nuestra contradicción principal, fue lo que permitió el crecimiento del peronismo como movimiento nacional y popular.

Como dije arriba, de ninguna manera puede negarse la coexistencia simultánea de contradicciones secundarias. Sin embargo, como en toda estrategia, se fijan etapas.
Lo contrario sería caer en el error que siempre el capitalismo (y buena parte de la izquierda, lamentablemente) cayo en los 60 cuando catalogan a la URSS de país socialista. De hecho, y si nos atenemos a las definiciones estrictas del marxismo leninismo, un país donde existe la "dictadura del proletariado" NO ES un país socialista, sino un país en vía al socialismo (en el socialismo no existen las clases).

Este error permitió pensar que era posible realizar una revolución mundial, contando con que la contradicción burguesía/proletariado iba a explotar en todos los países desarrollados con la irrupción del imperialismo (Imperialismo: fase superior). Como todos sabemos, no fue así. La izquierda esquemática (ortodoxa), que habla mucho de marxismo pero lo lee poco, no se dio cuenta de que si la teoría resultó errónea, había que modificar la práctica y siguió insistiendo en la contradicción burguesía/proletariado como contradicción principal, aún en nuestros países dependientes (lo que es directamente una burrada).
Para resolver esta discusión, con una fuente más relevante que mis opiniones, recomiendo encarecidamente pegarle una ojeada a Franz Fanon. Su análisis de las relaciones de poder entre países centrales y países periféricos es un lujo que perdura en el tiempo, pese a que fue escrito hace varias décadas.

En fin, ni muy muy, ni tan tan. Creo que, más acá de las sesudas elucubraciones estratégicas a nadie la puede caber duda de que, cuando se lucha contra un adversario mas fuerte que uno, siempe es conveniente buscar aliados, aunque sean tácticos. En ese marco, y tomando en cuenta que para una persona lógica no cabe la consigna de "cuanto peor, mejor", no deberíamos desear profundizar el coloniaje para luego poder hacer una revolución obrera.
Prefiero pensar que el peronismo es la mejor aplicación posible del marxismo leninismo en nuestro país. Desde ese punto de vista, la conformación de un Frente nacional y popular debería ser una prioridad tomando en cuenta nuestra contradicción principal. Para ello, debería ser evidente que, mientras las mismas organizaciones populares continúen discutiendo sobre los detalles finales de la revolución, jamás lograremos comenzarla.

Enrique Gil Ibarra