La Producción de Carne y el Parasitismo Oligárquico
Por Nestor Gorojovsky
En el Clarín Rural del sábado 17 de noviembre se publicaron dos
artículos que, juntos, proveen una imagen condensada de lo que
significa la oligarquía argentina.
Cabe aclarar que no usamos el término "oligarquía" en sentido
peyorativo, como algunos estúpidos creen (hay razones para ello, pero
después hablamos de ellas). La usamos en un sentído técnico, el de
clases sociales que por medio de los mecanismos mercantiles obtienen
sus ganancias bajo formas aparentemente burguesas, pero que carecen de
un rasgo definitorio de las burguesías históricamente válidas, que son
aquellas que han logrado construir naciones capitalistas modernas (o a
las que se ha logrado obligar a hacerlo). Se trata de las condiciones
de su propia continuidad como clase. La burguesía, entendida como
núcleo de una formación capitalista autocentrada, se justifica
históricamente porque es la única clase dominante en la historia de la
humanidad para la cual es condición de existencia la ampliación y
profundización permanente de la escala productiva, la acumulación y la
innovación técnica. Este rasgo surge de la relación específica entre
cada burguesía de un país autocentrado y el conjunto de su población,
que constituye al mismo tiempo su mercado privilegiado y la fuente de
su riqueza.
Las oligarquías, en cambio, no tienen ese límite. Se insertan en el
flujo internacional de la riqueza como rentistas de circuitos
comerciales en los cuales la población local es indiferente, cuando no
problemática e incluso una enemiga de sus intereses. Engendran
sociedades no integradas, de dos velocidades, caracterizadas por
depender esencialmente del circuito económico internacional y del
comercio exterior, antes que por el circuito económico interno y su
propio comercio.
Es por eso que las oligarquías son una rémora tecnológica y una
lamprea social. Para ellas, la expansión del mercado interno no es un
objetivo en sí mismo, sino por el contrario es una consecuencia,
cuando se puede lograrla, de los flujos comerciales internacionales en
los que está inserta.
Ambos aspectos quedan magníficamente representados en los dos
artículos a que me refiero.
El primero es una noticia: (Ver Diario Clarín)
Bajo el título "Cuando la carne no es débil", informa que Barenbrug
Palaversich, una empresa semillera (que aparentemente es el nombre que
tomó tras su paso a manos del capital imperialista la vieja
Palaversich) hizo un ensayo donde "junto a investigadores, docentes,
directivos y alumnos de la Escuela Inchausti, de Valdés, Provincia de
Buenos Aires" descubrió (en 2007!) que se pueden desarrollar pasturas
de alto rendimiento a condición de que se las programe, planifique y
cuide. En vez de pensar el negocio como un rentista, que deja los
bichos para que se las arreglen en los campos bajos, "es un negocio
pensado para generar pasto y lograr que sean los más eficientes a la
hora de producir carne". Según se indica, ¨El primer año obtuvimos más
de 750 kilos promedio de rendimiento en una zona donde la media
regional es de entre 250 y 300 kilos de carne por hectárea y los
potenciales de más de 900 kilos que veíamos como lejanos hoy son una
realidad alcanzada". El tradicional límite productivo puesto por la
oferta de pasturas, estacional y natural, se invierte, y "uno de los
puntos para ser eficientes radica en lograr el mejor aprovechamiento
del pasto generado".
Nada nuevo bajo el sol: basta con preguntarle a cualquier plantador
de alfalfa en zonas de riego para descubrir que los bonaerenses
podrían tener esos rindes desde hace mucho más de un siglo. Claro que
para eso hace falta una clase social diferente a la que se expresa en
la otra nota, por la pluma de Arturo Navarro. Hombre de
Confederaciones Rurales Argentinas, y púdicamente presentado como
"consultor agropecuario", Navarro es uno de los máximos referentes de
las posiciones más repugnantemente parasitarias en el campo argentino.
No las cambia, por cierto.
Afirma en (ver segunda nota) entre otras cosas que pueden leerse abajo, que:
"La política populista de "carne barata para salarios bajos" que se
estableció en el país desde hace muchos años ha impedido realizar las
inversiones necesarias para desarrollar una industria con escala que
permita bajar los altos costos fijos y recuperar una mayor
competitividad en forma permanente", lamentable falsedad puesto que
hubo múltiples políticas desde hace muchos años. Arturo Navarro
debería recordar que desde 1945 hasta la fecha se han sucedido muchos
gobiernos, porque él y su organización madre estuvieron a favor de
todos los oligárquicos y en contra de los populares, y él mismo supo
salir al ruedo político varias veces: pese a todos los cambios de
gobierno, jamás se realizaron las "inversiones necesarias". Y luego,
dice que "Esta es una de las principales causas de la venta de
frigoríficos a los grandes grupos extranjeros, porque son los únicos
que en el contexto actual pueden invertir: ven el negocio a muy largo
plazo y a nuestro país en un rol estratégico como principal proveedor
por calidad y cantidad; saben que estamos en condiciones de producir y
exportar "una carne con marca propia". El negocio de ellos no es la
cuota Hilton."
Y porqué, pregunta uno, lo que es negocio para el frigorífico
extranjero no lo es para el nacional? Navarro nos explica,
reemplazando a su clase social por una abstracción (el "país"):
"El negocio a futuro del país es poder exportar el 50% de nuestra
producción a los mercados de gran poder adquisitivo como son EE.UU. y
Canadá, para poder entrar después en Japón y Corea si cumplimos con
todas las condiciones de esos mercados." Es decir: queremos la renta
mundial. Ése, y no nuestra población bien nutrida, es nuestro negocio.
Eso nos permite yugular al país real, y no queremos dejar de lado la
posición dominante que tenemos. Es por eso que -agitando además
fantasmas estúpidamente inexistentes, como la "emigración rural a los
grandes centros urbanos"- Navarro exige que "un proyecto de desarrollo
rural moderno y genuino" incluya "una política de estado para integrar
las producciones de carnes -vacunas, porcinas y aviar-, complementadas
con la producción de granos y la transformación en biocombustibles,
principalmente en todos las zonas extrapampeanas hacia donde está
siendo desplazada la ganadería al ampliarse la frontera agrícola."
Cuál es dicha política de Estado? La que muestra Palaversich, es decir
la de fomentar la utilización intensiva del suelo? No. Es la de
relegar a la población local para que se puedan exportar los cortes
buenos mientras nosotros comemos los malos. Típica respuesta colonial:
dejar de lado a los argentinos para que una minoría de coimeros,
contrabandistas, zánganos, estafadores y incompetentes sigan
cosechando las grandes producciones del... registro de propiedad: al
principio de la nota (es decir, no como resultado del razonamiento
sino como zoncera a imponer por mera repetición), Navarro estatuye que
"Los países exitosos... se abrieron al mundo y exportaron las carnes
de mayor valor", con lo cual los argentinos podremos "recuperar el
prestigio" y de esa manera podremos tener más cortes baratos para la
población local.
En realidad, los "países exitosos" son Estados Unidos, Nueva Zelandia,
Australia y Canadá. Que hicieron exactamente al revés de lo que
preconiza Navarro. Pero, claro, todos ellos heredaron la gran tarea de
limpieza social de la guerra de las Dos Rosas, de los primeros Tudor y
de Cromwell: en esos países no hay Navarros, no hay cipayos.
Como se ve, las cosas siguen bastante parecidas a lo que ocurría en la
década del 30. Cada vez que habla un oligarca, muge.
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