viernes, noviembre 23, 2007

EL CONTRAMENSAJE DEL PENSAMIENTO NACIONAL COMO GUERRILLA SEMIÓTICA

Por José Luis Muñoz Azpiri



“Desde los años 80, el ámbito académico se ha ocupado poco del tema de la manipulación, como si ésta fuera el alegato de una izquierda trasnochada y no un procedimiento que arranca en el Occidente de los sofistas, y quizás de antes. Se podría decir que los sofistas fueron los primeros posmodernos. Se jactaban de estar en condiciones de defender una causa u otra con su discurso, al margen de su contenido de verdad. Aristóteles quebrará lanzas con estos tecnólogos de la palabra, destruyendo la ilusión del poderío de la retórica. Para él, el poder de la retórica debía apoyarse en una ética y no en una mera eficacia del discurso. No se trata de convencer a cualquier precio, utilizando todos los medios disponibles, sino de argumentar para el triunfo de la verdad, que es la causa final de todo discurso. El estagirita quiso convertir así a la retórica en una cultura del razonamiento argumentativo, del libre debate de las ideas, y no en un simple recetario al servicio de los mercaderes de la palabra, que siempre han buscado dar a lo falso toda apariencia de lo verdadero. La manipulación es eso, construir una imagen de lo real que tiene la apariencia de lo real, y que lleva al destinatario de la misma a actuar contra de sus propios intereses. La manipulación es mala por más que se ponga al servicio de una buena causa o se pretenda con ella evitar otras formas más perniciosas de violencia”(Colombres, Adolfo. Op Cit.)

Reformulando su contenido y elaborando y transmitiendo un mensaje de signo opuesto, el receptor se transforma a sí mismo en emisor y crea un contra-mensaje, que puede manifestarse de diversas formas. Puede ser individual o colectivo, emanado de grupos organizados, o ligados circunstancialmente por determinadas coincidencias. A grandes rasgos, puede ser un contra-mensaje horizontal o un contra-mensaje individual.
El primero, generalmente (aunque no siempre) oral, puede expresarse con gran riqueza en cuanto a variedades y formas. El ámbito laboral, el boliche o los negocios del barrio, la mesa familiar, el asado y las fiestas populares, son el ámbito natural de la forma más elemental del contra-mensaje horizontal: el diálogo.

El diálogo como instrumento elemental de transmisión del contra-mensaje logra su forma más acabada en las asambleas gremiales, en las discusiones en el local partidario, en reuniones de asociaciones vecinales, etc. Pero también en los cánticos con matiz político de las hinchadas de fútbol, muchas veces derivados de jingles publicitarios o en revistas alternativas como “Barcelona”. “Toda esta red de comunicaciones basada en la interacción social de grupos e individuos, conforma una especie de malla protectora, contra la penetración de la ideología de los medios de comunicación de masas al servicio de las clases dominantes”(Guetti, Alejandro. “El pueblo es un receptor activo”. En “Crear en la cultura nacional”Nº 14. junio / julio 1983).

El contra-mensaje vertical, a la inversa, es producido por grupos de receptores que se organizan para convertirse en emisores, proveyéndose de los medios tecnológicos a tal fin. Tal es el caso de esta iniciativa editorial de la Corporación Buenos Aires Sur S.E. o la pagina Web y el programa radial “Pensamiento nacional” que emitía “FM La Boca”.

Desde el momento que las comunicaciones y los medios se han transnacionalizado, no podemos esperar de ellos un mensaje emancipador o de afirmación nacional. Pero como la batalla por la identidad no puede ser librada fuera de los medios, no queda más, como primera medida, que salir a conquistar espacios en ellos o introducirnos en sus grietas para emitir mensajes alternativos y defenderlos luego de las conspiraciones que vendrán. En segundo término está la creación de medios alternativos, aunque tengan casi siempre un alcance restringido, como las radios comunitarias y algunos canales de cable.

Pero como “Dios escribe derecho por líneas torcidas”, la propia globalización nos ha brindado la formidable herramienta de Internet, que no reconoce fronteras ni autorización del secretario de redacción de un diario o el director de programación de un canal de televisión.

El especialista Paul Saffo, quien fue durante 25 años director del Instituto para el Futuro, de Palo Alto, Estados Unidos, advierte que Internet ha hecho que el e sistema actual esté en escombros, que las audiencias ya son fabricantes de contenidos y que, si bien no se sabe si esto llevará a la democracia directa o a dónde, está convencido de que “se creará una situación de hecho en la cual los canales de decisión informales contarán más que los formales”

Ya se cuentan por centenares las páginas Web de contenido nacional, muchas más de las que en un principio hubiéramos imaginado, tales como
www.elortiba.org
www.pensamientonacional.com.ar
www.nomeolvidesorg.com.ar

y muchísimas más, donde se ha abierto un fecundo foro de discusión, información e intercambio, ajeno a las academias, las fundaciones, los diarios familiares, el periodismo servil y el pensamiento oficial y regimentado. Es decir, está lo que podríamos llamar “guerrilla semiótica”, tarea a la que deben sumarse los intelectuales nacionales y los educadores probos y que consiste en devolver los falsos mensajes a sus emisores haciéndolos operar en su contra. Para ello es preciso proveer a la gente de instrumentos teóricos que le permitan tal desmontaje de todo lo estupidizante y antinacional que hay en los medios, así como defender su cultura (popular, nacional y americana) de la degradación a la que la somete la subcultura mercantilista.

Al tratar de desarrollar el tema de la respuesta popular (como vimos, real y concreta) a los medios de comunicación masivos controlados por el poder transnacional, no hemos querido más que relativizar el poder político e ideológico de los medios. En este sentido coincidimos plenamente con Carlos Campolongo, cuando en las postrimerías de la última dictadura escribió: “Otro punto que queremos destacar es una suerte de desmitificación, como creer que la revolución que la Argentina reclama se hará desde los medios de comunicación (...) No suplantan la acción política. Si se desarrolla en el gremio, la unidad básica, el comité, no habrá poderoso medio de comunicación que pueda torcer la voluntad decidida del pueblo”(Campolongo, Carlos. “Una propuesta popular para los medios de comunicación”. En “Crear en la cultura nacional”Nº 12, enero / marzo 1983).

Pero para desilusión de aquellos que soportaron estoicamente este fárrago, debemos decir que todo esto ya lo había anticipado y sintetizado Perón en “El Proyecto Nacional” (que lo tenía, pese a que algunos imbéciles lo nieguen y le atribuyan el mérito a Frondizi):

“Los medios de comunicación masivos se incrementaron, pese a ser sometidos a restricciones selectivas que respondían a los intereses de las filosofías dominantes. Así, dichos medios se convirtieron en vehículos para la penetración cultural. Por otra parte, es interesante observar lo que sucede con la comunicación de los grupos postergados o aislados de la sociedad, como en la práctica aconteció con el Movimiento Justicialista durante casi veinte anos. La respuesta no dejó lugar a dudas: cuando se observa una profunda fe en ideas y valores, la coerción interna no puede impedir que se desarrollen mecanismos informales de comunicación directa. Puede destruir los medios formales, pero no puede hacer lo mismo con aquellos cuya energía de transmisión nace del poder de la ideología del grupo. La opinión pública del país está lo suficientemente preparada para criticar las informaciones que recibe.” (Perón, Juan D. “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional” Discurso del 1 de mayo de 1974)

Finalmente, acotaremos que el contra-mensaje, tal como lo hemos descrito, no deja de ser un instrumento de resistencia, aún en sus formas tecnológicamente más desarrolladas, debido a la dispersión que lo caracteriza.

“Inexorablemente, se llega a una instancia en la que la actividad cultural de las masas requiere un salto cualitativo que la eleve por sobre el nivel de la simple resistencia. Y el instrumento adecuado para ello, no es otro que el instrumento de poder político que aglutine y movilice todos los esfuerzos en torno de un programa nacional y popular” (Guetti, Alejandro. Op. Cit,)


José Luis Muñoz Azpiri (h)

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