De esperanzas, armas y caracoles
“Contra los canallas pueden emplearse
las armas que usan ellos mismos”
Esta frase de Simón Bolívar –hallazgo de una nota del Administrador de Anncol (Agencia de Noticias Nueva Colombia / http://www.anncol.nu)- me puso a pensar: ¿Están utilizando las fuerzas populares de Latinoamérica esas armas correctamente? Entiendo que el Libertador no se refería a utilizar las denigrantes bajezas de los torturadores ni de los asesinos, sino las otras, esas que los sistemas corruptos utilizan efectivamente para moldear las opiniones de los pueblos. Creo que la respuesta a la pregunta es (tristemente) negativa.
¿Acaso Bush no utilizó esas armas para convencer a millones de personas en decenas de países sobre el peligro que representaba Saddam? ¿Y no fue eso lo que le permitió adueñarse del petróleo iraquí? Ejemplos sobran. El plebiscito venezolano de hace pocos días es otro de ellos.
Me parece que uno de los principales errores que las organizaciones populares latinoamericanas están cometiendo es que no toman en cuenta el verdadero objetivo de la difusión de sus actividades. Dan la impresión (y esto lo veo en varios de nuestros países, incluida la Argentina, claro) que el principal esfuerzo se dirige a convencer a la fuerza propia, en lugar de llegar a los indiferentes y a los desinformados.
Veamos: durante los días anteriores al plebiscito venezolano, los pocos medios de comunicación que responden al legítimo gobierno venezolano volcaban cataratas de elogios a Chávez y a la revolución –lo que no es obligatoriamente malo, y encantaba a los chavistas- pero olvidaban cumplir con la función primordial: convencer a los dubitativos, informar a los desconocedores de los alcances de la reforma propuesta.
En Bolivia, recién ayer Evo Morales acertó con una apuesta riesgosa, pero muy efectiva: puso contra la pared a los nueve prefectos (gobernadores distritales) bolivianos, aceptando el referéndum sobre su continuidad como presidente, pero intimándolos a colocarse también ellos bajo el juzgamiento popular. Evo pone así en peligro su continuidad como presidente, pero esta jugada que parece arriesgada tiene una lógica profunda: ¿puede gobernarse Bolivia en el actual estado cuasi insurreccional en que se encuentra? Al concluir que no, el Presidente boliviano decide jugar a todo o nada, sabiendo que en determinados momentos históricos es la única movida posible.
Si gana, es obvio que los prefectos que se le oponen perderán, y por lo tanto el gobierno tendrá no sólo un renovado aval del pueblo, sino la seguridad de normalizar el país. Si pierde, habrá evitado lo que se preanuncia como una guerra civil en ciernes o un potencial golpe de Estado sangriento, y podrá volver al llano a seguir trabajando desde las bases sin pagar el costo político del desgobierno, que de todas formas le impediría aplicar su proyecto nacional.
Colombia es la tapa de los medios “internacionales” en estos días debido a las negociaciones por Ingrid Betancourt. Como es lógico, el presidente colombiano Álvaro Uribe, respondiendo a sus “mandos naturales”, pondrá todas las trabas posibles al canje humanitario. Y no digamos lo absurda que resulta la intervención “conciliadora” de Nicolás Sarkozy, presidente de Francia, Copríncipe de Andorra, Maestre de la Legión de Honor y derechista consecuente, que ha descubierto en estas horas las ventajas políticas de los derechos humanos.
Pero, frente a esto, ¿Qué hacen las FARC? Discuten con el gobierno colombiano las “condiciones” del canje. “Agradecen” a Sarcozy sus “buenas” intenciones, pero insisten en “te doy, me das”.
Mientras tanto, si la salud de Betancourt diera un vuelco fatal ¿qué sucedería? Ambas partes se denunciarían mutuamente como culpables, y la comunidad internacional no vacilaría en encontrar a las FARC “responsables objetivas” de la muerte.
Las acusaciones principales que afrontan las tropas de Tirofijo son el terrorismo y el narcotráfico. La segunda acusación es bastante burda, proviniendo de un presidente cuyo principal asesor es José Obdulio Gaviria, primo de Pablo Escobar Gaviria, jefe del cártel de Medellín. Pero la primera es seria, y contribuye a la credibilidad de la segunda.
Si las FARC no son terroristas deben demostrarlo, porque no basta con que sus partidarios y amigos lo sepan, sino que se necesita que los desinformados, los indecisos, lo acepten (volvemos al principio).
Lo que quiero decir es que a veces, aquellos que desean modificar la realidad en sus países deben comprender que ser tortuoso no significa obligatoriamente ser maquiavélico sino dejar de ser simple, porque el adversario no es simple, y sí suele ser maquiavélico. ¿Se entiende?
La única opción lógica (y correcta desde el punto de vista marxista) es arrebatarle la iniciativa al enemigo: las FARC deben liberar YA a Ingrid Betancourt (y sólo a ella) sin ningún canje.
Deben hacerlo manifestando que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia no juegan con la vida de nadie, porque NO SON terroristas y que –en este caso-, renuncian a exigir un justo intercambio de prisioneros, para demostrar a la opinión pública internacional quiénes son los que verdaderamente se oponen a la paz en Colombia. Que saben que los 500 combatientes encarcelados, tanto en Colombia como en EE.UU., aceptarán de buen grado prolongar su prisión algunos meses, si eso sirve a la pacificación de su país. Y que desafían al gobierno de Uribe a concederle a Manuel “Tirofijo” Marulanda Vélez sólo una hora de espacio (grabado, para que no haya sorpresas ni traiciones) en los medios televisivos nacionales, para explicar su propuesta de paz.
Una acción como ésta recibirá inmediato respaldo internacional (puedo garantizarlo), volcará a la opinión pública en su favor, y arrinconará a Álvaro Uribe, quien no tendrá más remedio que avanzar en las negociaciones para el canje humanitario de todos los demás secuestrados y detenidos. Si Uribe se niega, si no concede esa única hora, quedará en descubierto ante el mundo. Es simple.
Debemos aprender. Todos y de todos, porque cada error, cada pérdida de iniciativa, cada empecinamiento necio en no reconocer nuestras limitaciones, nos retrasa y entorpece. Y digo “todos” y me incluyo, porque esta noteja pudo en parte armarse recordando un texto de un publicista excelente, que inauguró el concepto del marketing revolucionario. Esto narraba el sub comandante Marcos en 1996:
“Los indígenas zapatistas habían levantado un auditorio más o menos convencional: una especie de escenario que semejaba la quilla de un barco, una parte plana al frente, con sillas, y una tribuna con bancas de madera (aprovechando la ladera de una colina). En fin, nada extraordinario. Si acaso algo llamaba la atención era que las bancas estaban montadas sobre horcones y amarradas con bejucos. No había ningún metal en esa tribuna.
Puestos a resolver la construcción de las casas de hospedaje, la biblioteca y otras instalaciones, los jefes indígenas tojolabales de la insurrección zapatista, ahora arquitectos improvisados, empezaron a levantar casas en un aparente desorden que, eso creyó el Sub entonces, se limitaba a salpicar los alrededores del gigantesco auditorio. No fue hasta que, haciendo cuentas de la capacidad de albergue de cada construcción, el Sub se dio cuenta de que una de las casas estaba "chueca'', es decir, tenía una especie de quiebre incomprensible en uno de sus extremos. No le puso mayor atención. Fue el comandante Tacho, tojolabal, quien le preguntó:
--¿Qué te parece el caracol?
--¿Cuál caracol? --le respondió el Sub, siguiendo con la tradición zapatista de respuestas que son preguntas, el eterno juego de la interrogante frente al espejo.
--Pues el que rodea al auditorio --le respondió el comandante Tacho como si dijera: "hay luz en el día''. El Sub se le quedó mirando y Tacho entendió que el Sub no entendía lo que él entendía, así que lo llevó hasta la casa "chueca'' y le señaló al techo donde los travesaños hacían un caprichoso quiebre.
--Aquí es donde da curva el caracol --le dijo.
Seguramente el Sub puso cara de "¿Y?'' (igual que usted la estará poniendo ahora), por eso el comandante Tacho se apresuró a hacerle un dibujo en el lodo, con una varita. El dibujo de Tacho representaba la ubicación de las casas que rodeaban el auditorio y sí, gracias a ese quiebre de la casa "chueca'', el conjunto semejaba un caracol. El Sub asintió en silencio después de ver el dibujo. El comandante Tacho se fue a ver lo de la lona que serviría para cubrir el auditorio en caso de que lloviera.
El Sub se quedó parado, frente a la casa "chueca'', pensando en que la casa "chueca'' no estaba "chueca''. Simplemente era el curvado quiebre que el caracol necesitaba para dibujarse. En eso estaba, cuando un periodista se le acercó y le preguntó, buscando una respuesta de profundo contenido político, que qué significaba para los zapatistas el Aguascalientes.
--Un caracol --le respondió lacónico el Sub.
--¿Un caracol? –preguntó (el periodista) y se le quedó viendo como si no hubiera entendido su pregunta.
--Sí --le dijo. Y, señalándole el punto de quiebre de la casa "chueca'', el Sub se retiró.
Sí, estoy de acuerdo con usted. El caracol en torno al Aguascalientes sólo podía haber sido advertido desde la altura. Es más, sólo a partir de determinada altura.
Quiero decir que había que volar muy alto para descubrir el caracol zapatista que se dibujaba en estas tierras pobres y rebeldes”.
Es simple.
Enrique Gil Ibarra – 7 de diciembre de 2007
2 Comentarios:
este post me parece muy interesante y profundiza sobre un debate que creo es o debe ser permanente más en el presente mundo.
Por otra parte te comunico que la agencia ANNCOL ha sido bloqueada por Uribe, por ende, la frase de Bolivar, con la cual das pie al texto lamenteablemente ya no está disponible en dicha dirección.
Gracias, tux.
Concuerdo en que es un debate que deberíamos todos esforzarnos en profundizar.
Vi lo de Anncol. No nos proecupemos, pronto se abrirá en otra url, probablemente, lo único que logra esto es seguir demostrando cuánto tiene Uribe de "democrático".
saludos
hendrix
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal