miércoles, febrero 06, 2008

- ¿Y el Movimiento Peronista? -"De eso no se habla"


“Se habla del Partido Justicialista”, me rebatía hace un par de días un joven compañero recientemente elegido Concejal en mi ciudad, que no alcanzaba a comprender la diferencia que yo perseveraba en destacar.
“Pero ¿no son la misma cosa? –Preguntaba el compañero- Si Kirchner habla del Partido”.

Infelizmente esta confusión, que antes sólo afectaba a los no peronistas, hoy forma parte del desconcierto político de muchos compañeros llegados a la militancia luego del retorno de la democracia, en ese lejano 1983 de la derrota. Compañeros que, como jamás tuvieron la oportunidad de ver al Movimiento en acción, sólo tienen como ejemplo práctico de “militancia” la escasa participación partidaria, una pegatina sin riesgo alguno, una prolija pintada con paredón blanqueado a la cal o, en el peor de los casos, alguna reunión pública en la que se les explica cómo ser fiscales de mesa.

¿Cómo explicarles que “eso” no es militancia peronista, sino campaña electoral? ¿Cómo decirles que la militancia es el trabajo barrial constante (que no consiste en llevar volantes de campaña), el permanente debate con los vecinos (que no es llevar la ficha de afiliación o la boleta), o la reconstrucción de las redes solidarias (que no significa solamente ir a trasmitir un pedido de colchones o de chapas).

¿Cómo decirles que, si sólo confían en una reestructuración partidaria, lo único que estarán garantizando (en el mejor de los casos) es un triunfo electoral, pero de ninguna manera asegurando el respaldo popular necesario para un cambio estructural en un nuevo proyecto de país?

¿Es posible, sin ser acusado de “traidor”, recordarles que el General Perón definía correctamente al Partido Justicialista como una simple “herramienta electoral”, utilizable sólo mientras fuera necesaria y que, cuando dejara de serlo, sería convenientemente enterrada “en un cortejo con cuatro caballos negros”?

No sólo es posible, sino necesario. Porque mientras una buena parte de la dirigencia del centro político nacional (léase Buenos Aires) está encantada con este “resurgimiento” de la estructura partidaria, existen sin duda otros compañeros dirigentes, en varias provincias argentinas, que comprenden perfectamente que no será el partido justicialista “per se” el que pueda abonar y respaldar un “Proyecto Nacional” para implementar la revolución inconclusa del peronismo.

Mientras los dirigentes de “allá” sueñan con el manejo de la superestructura partidaria, otros, sin duda con más percepción y mayor conocimiento político, reiteran –y no siempre son comprendidos por sus seguidores o aliados- que la única forma de construir poder real es acrecentar el contacto con la gente, restablecer los lazos de comunicación horizontales, incrementar la participación, alentar el recambio generacional, estimular la formación de cuadros; en pocas palabras: organizar al pueblo detrás de un objetivo común. Son los que no han perdido de vista que la única justificación para ocupar un cargo público -representar al pueblo- es trabajar por la felicidad y el bienestar de los representados.

Esa tarea es la que reconstruye al Movimiento Peronista. Por supuesto que muchos –demasiados- compañeros en todo el país afirman que es una tarea vana e ilusoria. Que el movimiento ya no existe, que ha sido destruido y que no retornará. Esto ha sido anunciado demasiadas veces en las últimas décadas, y nadie puede negar que es una posibilidad concreta. Sin embargo, si aceptamos esto deberemos asumir que lo que ha desaparecido es el Peronismo. Porque pensar que los ideales y objetivos políticos del Peronismo de Perón y Evita pueden ser encarados y llevados adelante por el Partido Justicialista es más irreal todavía.

Y si los jóvenes no comprenden porqué, habrá que explicarles la diferencia: sin el Movimiento, el Partido Justicialista no se diferencia en nada de la UCR, o de la Democracia Cristiana. Sin el Movimiento, el partido sólo sirve para consolidar la dependencia. Porque sin el Movimiento organizado defendiendo y empujando, el partido no tiene poder ni voluntad política para implementar los cambios necesarios. Es, como todos los partidos, una institución burocrática, rosquera, apta para impulsar ambiciones personales, pero jamás proyectos colectivos.

Enfocar el peronismo desde una perspectiva exclusivamente electoralista es renunciar al proyecto de país mejor que perseguimos desde hace tanto tiempo y que tanto nos ha costado. Es resignar el concepto de la práctica peronista como forma de vida en una comunidad organizada. Proyectar un “Partido” sin “Movimiento” es considerar al pueblo como “objeto” de la política y no como “sujeto” de la transformación social por la que luchamos tantos años.

Limitar el peronismo al Partido es abandonar el peronismo.

Enrique Gil Ibarra – 6 de febrero del 2008

3 Comentarios:

A la/s 1:56 p. m., febrero 15, 2008, Blogger Abg. Jimmy Querales. dijo...

Excelente Blog. He estado curando mi curiosidad en el Peronismo con tus entradas de blog. Saludos Cámara.

 
A la/s 7:12 p. m., febrero 15, 2008, Blogger Enrique Gil Ibarra dijo...

Se agradece, compañero. Bienvenido

 
A la/s 6:08 a. m., marzo 08, 2009, Anonymous Anónimo dijo...

http://www.movimientoperonista.com/

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal