Troskos eran los de antes...
Por Mario Toer *
Por más que haya sido escasa nuestra afinidad con el perseverante mundo del trotskismo, no deja de provocarnos cierta añoranza el espectáculo que hoy ofrecen las variantes que componen este polifacético mundillo que recorre la extravagancia y el grotesco.
En otros tiempos, Nahuel Moreno hacía esfuerzos por encontrar espacios que permitiesen acercarse al proletariado peronista en los sindicatos para compartir sus experiencias, y el “Colorado” Ramos hurgaba en los escritos del fundador de la corriente para encontrar razones que permitiesen el acompañamiento a los nacionalistas en las condiciones de sometimiento al Imperio.
Ni qué hablar del legendario Posadas, que nunca se desprendió de su mística de tribuna de cuando lucía la camiseta roja de los “bichos colorados” y alentó el acompañamiento de diversas experiencias populares, de Salvador Allende en adelante.
Las siete u ocho organizaciones de este tenor que hoy pueden contabilizarse en nuestro medio (carezco de información si ha aumentado su número con nuevas escisiones en el último fin de semana) han protagonizado casi todas imprevistas peripecias ante la irrupción de la lucha de clases en la versión intensa de los últimos cien días.
No fueron los únicos sorprendidos, estamos en claro, pero sin duda han sido de los más creativos en la circunstancia.
Después de un par de semanas de estupor, reunidos sus respectivos comités centrales, fuimos encontrando posturas lo suficientemente diferentes como para que no hubiera posibilidad alguna de coincidencia, ni por accidente, como corresponde.
Quienes obtuvieron sin duda el mayor destaque, por lejos, fueron las huestes del MST que, haciendo caso omiso de la desconfianza que el campesinado producía en el padre fundador, se sumaron decididamente a la rebelión de los kulaks intentando desgastar por este medio a la zarina Cristina.
La televisión mostró, en un alarde de oportunidad sublime, a su principal dirigente en primera fila al lado de Nito Artaza en la marcha de las cacerolas de teflón hacia el Congreso (bah, la Duma), en un verdadero paso de Comedia.
Tampoco se sintieron intimidados por la compañía del proverbial estalinismo de las huestes del PCR, más coherente con sus ancestros, que desde el Yunan entrerriano pretende resistir la invasión del imperialismo. .. chino.
Pero no se vaya a creer que aquí concluyen los pináculos de la creatividad desplegada en estos días.
Para capturar el centro de la escena, el Partido Obrero ha reiterado que no está ni con unos ni con otros, sino todo lo contrario.
De este modo ha empapelado un par de facultades y algunas calles céntricas con carteles que dicen: “Ni con el golpe, ni con el autogolpe”.
El golpismo, por cierto, estaría representado por las huestes de la Sociedad Rural, CRA, FAA, Coninagro, el MST, el PCR y Castells, mientras que el autogolpe consistiría en la convocatoria por parte del Gobierno de un plebiscito.. . (como cualquier lector ya lo debe haber imaginado).
Lo triste es que tanto dislate sea convocado en nombre de causas justas y convoque, por un tiempo, a jóvenes justamente impacientes con la sociedad soberanamente injusta que vivimos.
Inevitablemente este despliegue contribuye a la confusión y resta energía a la necesaria resistencia ante el reagrupamiento de la derecha en nuestro país y otros países hermanos de la región.
Quienes llevan a cabo estas desconcertantes cabriolas semánticas insisten en intentar hacer coincidir la diversidad del fluir de lo real en sus anquilosados moldes de pasadas epopeyas olvidando la frase preferida del autor de El Capital, expresada en el Fausto por su compatriota Johann Wolfgang von Goethe: “Toda teoría es gris, querido amigo, y verde es el dorado árbol de la vida”.
Lo que no quiere decir, por el contrario, que no haya que sacar enseñanzas de las experiencias de los pueblos, al menos para no llevarse por delante, otra vez, la misma piedra.
Para pasar a la historia, mis amigos, hay que tratar de ser un poquito más sencillos, y en una de ésas, algún Lenin en cierne los convoca en las vísperas.
* Profesor titular de Política Latinoamericana, Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
3 Comentarios:
Hola comemierda, por rancios y malnacidos fundamentalistas ideologicos como tu, este mundo es una mierda, ayudanos a ser mejor y pegate un tiro, infeliz.
Hola, "Anónimo", en ralidad no sé si esos "elogios" se los dirigís a Mario Toer por escribir la nota, o a mí por publicarla.
Pero no importa en realidad. Entiendo que pueda no gustarte lo que Toer afirma. Pero que no miente, ponéle la firma ;-)))
Ojalá hubiera menos "súpertroskos" tontos como vos y los grupúsculos que Toer menciona, y muchos más trotskistas de verdad. Seguro que entonces el mundo dejaría de ser una mierda.
NOSTALGIA
(Una respuesta a Toer)
Argentina se ha visto obligada a pasar por un curso acelerado de economía agrícola y derecho tributario, y a distinguir las rentas extraordinarias de las corrientes y los impuestos de los derechos de aduana. La Presidenta dio un paso más en esta improvisada escuela de cuadros cuando declaró que el movimiento de la patronal sojera no tenía el aura de una tragedia, sino el más modesto de una "comedia". Ella y su gobierno, sin embargo, lo han encarado como una hecatombe.
En una columna publicada en Página/12, el profesor Mario Toer decidió inscribirse en esa veta de la historia comparada al proclamar que "trotskistas eran los de antes", cuando no se usaba gomina. Ocurre que los emblemas del profesor, Jorge Abelardo Ramos y Nahuel Moreno, tuvieron un notorio paso por el peronismo; Toer no los reivindica como trotskistas sino como proto-justicialistas. Las trayectorias de Ramos y de Moreno fueron, sin embargo, diferentes. Aunque el 17 de octubre de 1945 los encontró a los dos en la vereda de enfrente del campo popular, Ramos se hizo rápidamente peronista y terminó sus días como menemista, no sin antes haber escrito algunos ensayos históricos que se desmentían recíprocamente. Moreno, quien aún en 1951 abogaba por el frente único de los socialistas y comunistas de la Unión Democrática para enfrentar al peronismo, se dio vuelta como un guante en 1953 para convertirse en obediente seguidor del "general Perón". Lo que molesta a Toer es que los trotskistas no nos hayamos sumado a esta pantomima de gobierno nacional y popular que pretenden encarnar los Kirchner.
El profesor cree que ejercita la ironía (el lujo de la inteligencia) cuando tacha de "ni sí ni no sino todo lo contrario" al planteo de un afiche del Partido Obrero que rechaza el golpismo de la oposición y el auto-golpismo del Gobierno. Para Toer, la alternativa sería sí sí o no no, sin importarle retroceder 25 siglos a la filosofía del griego Parménides o a la teología medieval. Lo hace incluso cuando su jefa política acaba de aludir a dos gigantes de la dialéctica, Marx y Hegel, aunque disfraza al primero con el epíteto de "un señor". El sí, sin embargo, es sí y deja de ser sí al mismo tiempo, mientras que el no es negado por un segundo no, la negación de la negación - o sea "ni si ni no sino todo lo contrario". Toer sufre las consecuencias de este pasaje dialéctico, cuando su pretensión irónica se convierte en ridículo.
Entre el sí de la patronal sojera y el no del gobierno de Techint, Barrick Gold y Taselli, Toer no elige "todo lo contrario" sino al oficialismo. Pero es el Gobierno el que ha desarrollado la estructura social sojera que comenzara Menem. El ex presidente señaló que el Gobierno gasta 12 mil millones de dólares al año para sostener el tipo de cambio, o sea en subsidiar, entre otros, a los sojeros, aunque no añadió que, en 2007, los 16 mil millones de pesos recaudados por retenciones fueron a otros "sectores privados" (estudio Bein). La suba de las retenciones para capturar los beneficios extra generados por el alza de precios internacionales no modifica esto: se trata de una transferencia de un sector capitalista a otro. El controvertido desacople de precios de la canasta familiar que producirían, en parte, las retenciones, beneficia al capital industrial (y agrario) que paga salarios nominales muy inferiores a los internacionales.
¿Sí, no? De ninguna manera, ¡todo lo contrario! Durante el conflicto comenzaron a plantearse temas como los pools de siembra, los regímenes de arriendo o la junta de granos, una agenda estratégica que nunca figuró en los planes del Gobierno, pero que se acerca, como cuestionamiento parcial de la estructura social del campo, a los planteos de nacionalizar el comercio exterior y los puertos privados, así como las grandes propiedades agrarias o derogar la ley del peón rural de la dictadura. Toer, como tantos otros, no ha reparado en que el gobierno "nacional y popular" gobierna con la legislación - ley del peón rural e incluso el Código Aduanero- elaborada por las tres fuerzas armadas. Sin embargo, lo referido a los pool de siembra o a juntas de granos es puro diversionismo, porque la patronal sojera reivindica a los primeros como factores de desarrollo tecnológico y nunca aceptaría las segundas cuando los precios internacionales se encuentran en alza. Para convertir al excedente agrario en ahorro nacional efectivo; impedir la expulsión de campesinos; poner fin a la superexplotación del obrero rural; en una palabra para discutir la transformación social del campo es necesario un planteo de nacionalizaciones bajo control de los trabajadores. De nuevo, "todo lo contrario".
Por último, el profesor Toer no cree en "autogolpismos", sin percibir que es la réplica lógica al "golpismo" que el oficialismo adjudica a los opositores. ¿O los Kirchner imaginan resistir el golpe del "campo" con una movilización revolucionaria conducida por Moyano-Caló o Indek-Moreno? (en 2002, Kirchner mandaba apalear asambleas populares en Río Gallegos). El conflicto ha tomado la forma de una prueba de fuerza y poder. Esa pulseada se va a acentuar si se empantana el Congreso, y marcaría un golpe fundamental al mandato de la Presidenta si el oficialismo fuera derrotado. Ya hay un conflicto institucional con el vicepresidente. La nostalgia por los trotskistas que fueron no le deja ver a Toer que desde 2003 se encuentra una suerte de régimen "autogolpista", que se manifiesta en la usurpación de poderes parlamentarios y los decretos de necesidad y urgencia. Toer parece no darse cuenta que el nacionalismo burgués ha vuelto a fracasar y ha protagonizado una super-farsa. La deliberación política que se manifiesta hoy expresa la disolución de un régimen político de excepción y el tránsito hacia una nueva forma histórica de dominación política. Los trotskistas debemos militar para preparar las condiciones de un gobierno obrero y popular. En definitiva: ni sí ni no sino todo lo contrario.
Jorge Altamira
Dirigente del Partido Obrero
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