A Alejandro Rozitchner la palabra pueblo le da un asquito
por Enrique Gil Ibarra
En una notuela en la que pretende filosofar “Sobre la idea de pueblo”, Rozitchner (autodefinido como "Ideólogo libre de ideologías) afirma que el vocablo “tiene un sentido fascista” y traduce “fascista” como “excesivamente autoritario”, una burda simplificación – para un filósofo que realmente lo sea- del significado real de “fascismo”. Pero no importa. Lo importante es que para Alejandro Rozitchner el pueblo es “una masa manipulable. Para construir esa masa cada individuo debe despersonalizarse, dejar de lado sus diferencias, su realidad, y pasar a simular ser una cabecita más en la muchedumbre que viva al líder popular. La masa, el pueblo, no valora la individualidad: ni las emociones, ni los deseos, ni las diferencias, ni todo lo que constituye la riqueza de la personalidad, la verdad de las vidas concretas”.
Es evidente que el muchacho Rozitchner no tiene la más puta idea de lo que es el pueblo. No es extraño, no debe haber estado jamás en un barrio pobre, en una villa, y menos cerca de algún obrero. De lo contrario, no podría escribir tan suelto de cuerpo que los trabajadores que constituyen el pueblo argentino son un “imaginario hombre popular, un ser imposible y carente de todo atributo”.
Inmediatamente, suma a esta des-caracterización lo que denomina “los populares” que, supongo, son (somos) aquellos que pensamos que el pueblo existe. Y sin decir “agua va” procede a tildarnos de malignos sacerdotes y sacerdotisas de una nueva teosofía ya que “pueden hacer todo tipo de maldades, tienen la justificación en esa instancia suprema, religión moderna, el pueblo”.
Claro que en verdad es Rozitchner el moderno y no nosotros. Porque, en todo caso, el pueblo existió siempre y de moderno no tiene nada. Por el contrario, son estos filósofos del fin de las ideologías los que desparraman modernidad imbécil a los cuatro vientos, se quejan del “autoritarismo populista” y pretenden reemplazarlo con el “autoritarismo republicano”. Protestan contra los “autoritarios que descalifican y ofenden”, pero son capaces de escribir sin sonrojarse “Hoy día sólo hay pueblo cuando se contrata a actores para que lo finjan”; “Hoy en día el pueblo es un recurso retórico, una palabra que se usa para darle valor a la pobreza”.
El señor asesor de Macri ni siquiera es conciente de que su discurso es una pobre copia de los más retrógrados planteos económicos neoliberales: “Los populares dan subsidios, para mantener a todos como sus hijitos pobres. Una política para el desarrollo generaría trabajo, abriría mercados, uniría recursos, sería capaz de proyectos sociales serios, de ver las verdades de la vida comunitaria. Los populares mienten las cifras, para que su lucha parezca buena, cuando no lo es. Los populares arman peleas, para convencer a los pobres de que están amenazados por los ricos, para que no se logre un acuerdo...”
No logra Rozitchner comprender que las únicas verdades que la “vida comunitaria” que propugna ha demostrado son el crecimiento la pobreza, la falta de salud y de educación que han imperado en la década en que su jefe Macri comulgaba con las políticas de Domingo Cavallo y Carlos Menem.
Tan infantil es el planteo, que sugiere que nosotros, tan malitos “armamos peleas” para “convencer a los pobres de que están amenazados por los ricos”. En realidad, y meditándolo, parece excesivo cargar las tintas sobre un individuo tan limitado. Quizás habría que juzgar al incapaz de la facultad que le otorgó el título de “filósofo”.
Y plantear la idea de personas como si fuera algo “mejor” que pueblo es desopilante (para un filósofo). Un “filósofo”, aunque no comparta el criterio, debería saber que ambos términos no son equivalentes. Es como comparar al zorro con las gallinas. “Personas” es un vocablo que remite a género humano, en tanto que “pueblo” remite claramente a sector, a lucha de clases, a mayoría silenciada, a derechos violados sistemáticamente por todas esas “personas”, la “gente como uno”, los “pobres ricos buenos” que (según Rozitchner) no amenazan a los “pobres pobres” malos o tontitos.
En fin, que para este señor hiperdemocrático “La palabra pueblo suena a fascismo, a gran monumento musoliniano, a pretensión nazi de una lucha final y santa. Detrás de la idea de pueblo hay siempre un intento de autoritarismo, una cierta falta de inteligencia...” y lo malo no es que se permita pensarlo, porque a semejantes estupideces tenemos derecho hasta los más tarados, sino que lo escribe y hasta lo firma. País generoso éste, en el que el pueblo permite que habiten semejantes trogloditas peludos.
Enrique Gil Ibarra
Aquí el link al brulote de Rozitchner
2 Comentarios:
Muy bueno lo de Rozichner, tu corta inteligencia no pudo entender, lastima.
espero te banques la publicación de mi comentario y no seas tan facho de limitar la libertad de prensa, eh
Florencia Salas
DNI 21.337.291
Si, no te preocupes, a mi edad ya puedo bancarme cualquier estupidez,y tu comentario habla por sí solo. Otra cosa: ¿Te fijaste que éste es uno de los pocos blogs que permite comentarios sin censura previa?
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