lunes, marzo 19, 2012

La compañera "Monina"

"Sos el último ser humano que voy a ver antes de morir y aunque vos no lo sepas sos un ser humano y para mí es importante"

Por Emiliano Alvarez

"Y lo repito una vez más: Hemos vivido para la alegría; por la alegría hemos ido al combate y por la alegría morimos: que la tristeza no sea unida nunca a nuestro nombre." (Julius Fucik, Reportaje al pie de la horca)



Graciela María de los Milagros Doldán, "Monina”, "Gringa"


Graciela nació en Santa Fe, el 19 de agosto de 1941. Conjugó su “sobriedad”, como en el vestir. Bleizer azul, pollera gris y mocasines, con la “intensidad” de su entusiasmo.

Fue una descubridora incansable de gentes y de paisajes. Sus veranos los pasaba viajando “a dedo”, como mochilera por la Argentina y los países limítrofes, adentrándose y compartiendo la vida y la cultura de otras regiones.

Estudió el secundario en el Colegio Nuestra Señora del Calvario.

Ingresó a la Facultad de Derecho de la U.C.S.F. en 1960 y se recibió en 1965.

Fue presidenta de la Acción Católica Universitaria (J.U.C.) de Santa Fe.

Trabajó en el primer centro de estudiantes de la facultad de Derecho. En ese marco colaboró con la primera revista editada por el centro.

Siendo ya abogada, época de la dictadura de Onganía, ejerció su profesión, principalmente en derecho laboral, defendiendo al sector obrero. Integraba la Asociación de Abogados de Santa Fe, dedicada a la defensa de los derechos humanos.

Trabajó, también, como abogada voluntaria en la CGT.

Integró, en Santa Fe, el grupo fundacional de lo que sería después Montoneros.

En febrero de 1971 debió irse de Santa Fe. Se instaló en los primeros tiempos en Buenos Aires y luego en la ciudad de Córdoba, junto a su pareja, José Sabino Navarro.

Finalizando el año 1971, Sabino Navarro fue muerto por el ejército.

"Monina" fue parte del grupo que mantenía desde tiempo atrás disidencias dentro de la organización Montoneros, que culminaron con la creación de la Columna José Sabino Navarro.

Frente a diversos procesos políticos que llevaron al desmembramiento de la columna, en 1975, Monina decide reingresar a Montoneros, continuando su militancia en Córdoba.

María Graciela fue detenida el 26/04/76 en su departamento ubicado frente al Hotel Dora, sito en la ciudad de Córdoba. Compartía la vivienda con Rosa Mauren Dory Kreiker, o Kreuker, llamada "Turquita", que también fue llevada a La Perla y trasladada al poco tiempo.

Fue torturada en el mismo departamento, donde se montó una "ratonera", esto quiere decir que un grupo de varios hombres permanecieron en el lugar durante toda la noche y parte del día siguiente, esperando que alguna persona llegara a la vivienda y así proceder a su secuestro. La patota no era otra que la 3ra. sección de Operaciones Especiales OP3, La Perla, o la Universidad, perteneciente al Destacamento de Inteligencia 141 "General Héctor A. Iribarren", dependiente del Comando del Tercer Cuerpo de Ejército, bajo las órdenes directas del General Luciano Benjamín Menéndez. Siendo posiblemente el jefe del operativo el Capitán Vergez.

Durante "la ratonera" llega un compañero a la casa y María Graciela logra avisarle a través del portero eléctrico su situación, posibilitando la huida del otro.

A María Graciela se la dejó viva durante 10 meses para que viera en la práctica la derrota de un proyecto. Había que mostrarla como "trofeo de guerra", por ser en si misma "una institución" y por ser la compañera de Sabino Navarro.

Al capitán Guillermo E. Barreiro, que en 1976 aún era teniente primero, "le gustaba" cada vez que entraba en la cuadra hablar con María Graciela, porque veía en ella al enemigo derrotado pero que guardaba una línea de conducta, que fue una constante durante todo el tiempo en que permaneció en La Perla.

Su línea de conducta significaba en la práctica: no dar información, no creer que los "oficiales jóvenes" iban a sacar el país del caos, ni tampoco pensar que esa derrota del campo popular iba a ser estratégica.

Para probar su línea de conducta, se emplearon todas las técnicas posibles para desgastarla, para quebrarla, para experimentar hasta donde llega la ideología en el ser humano. Es decir "cuál era el precio" que, según ellos, tenía todo militante, cuando se lo ponía frente a la elección de la vida o la muerte.

Es por esto que, durante bastante tiempo, se la aisló entre biombos, le hicieron ver "cientos" de traslados en los que ella no partía, vio morir en la cuadra, sintió el grito en la tortura, sufrió todos los procedimientos, los enfrentamientos fraguados.

Ella, a pesar de todo esto y vivir como una secuestrada, sin ninguna esperanza para su futuro y sin ningún contacto con su familia, en medio de la locura y la barbarie, intentó formar un grupo, cuyo fin era resistir la derrota, al embate del enemigo que era muy poderoso en ese momento. Este grupo fue detectado y la mayoría de sus miembros fueron trasladados.

Pude charlar con ella y profundizar nuestras discusiones desde diciembre de 1976 hasta el día de su traslado en febrero de 1977. Pensaba mucho en los cumpas que estaban vivos afuera, militando y que iban a ser secuestrados. Quería evitarlo desesperadamente.

Dijo "Las caídas no son aritméticas, son geométricas, en poco tiempo van a caer todos por la cita o contactos, hay que hacer algo."

Trató de convencer a los militares que la organización era mucho más fuerte de lo realmente existente, con la finalidad de "parar" el ciclo caída - tortura - delación - nueva caída. Discutió con la oficialidad del campo la imposibilidad de secuestrar a toda la organización para que intentaran otros métodos. Los milicos de La Perla le ofrecieron dar una conferencia de prensa. Ella pensaba aceptar pero no en los términos estrictos que pretendían los milicos. Pretendía intercalar entre sus dichos públicos que la "orga" debía dispersarse en esa etapa para que así se salvaran del inevitable secuestro y la muerte.

Nunca pensó en salvarse a si misma sino que era un intento de que afuera hubiera una reflexión y que se rompieran los contactos orgánicos, ya que desde su "lugar" en el campo veía día a día como seguían cayendo compañeros debido al ciclo conocido de la represión.

Intentó en su contrapropuesta a los milicos sobre la conferencia de prensa, incluir a cumpas del campo de concentración secuestrados muy jóvenes y aquellos que no tenían altos niveles de compromiso orgánico, como un modo de protegerlos.

Los milicos no aceptaron los términos y continuaron con su maquinaria mortal.

A pesar de estar excedida de peso, su contextura era frágil, de huesos pequeños. De piel muy blanca, rosada, con ojos celestes verdosos, grandes, su cabello era rubio claro que llevaba ondulado hasta los hombros.

Aproximadamente tendría 1,55 mts. de estatura. Hacía un gesto muy característico en ella con su mano derecha, levantando y moviendo los dedos con delicadeza, mientras torcía su mano.

Su carácter era enérgico, emprendedor, había sido muy delgada unos años antes.

Muchas veces hablamos de las posibilidades reales de vida que ella tenía. Siempre supuso que la iban a fusilar.

Por eso planteaba que el que saliera con vida, tenía que contar todo lo sucedido en el campo de concentración. En ese momento, no creía que pudiera ser yo, lo que pude contar hoy, lo vivido en La Perla.

Había 3 escalas de evaluación en el campo: blancos, grises y negros. Estos últimos no tenían ninguna posibilidad de vida. Previendo su destino final, le planteó a Barreiro que el día de su traslado, él estuviera presente.

Barreiro fue jefe de interrogadores en el año 1976.

De ideología fascista, sumamente vanidoso y autosuficiente, se sentía importante frente a sus camaradas y personal subalterno, al tener alguien de "calidad" detenido; por eso le gustaba hablar políticamente con María Graciela con la cual mantenía discusiones. Barreiro pensaba que "la elite sólo puede hablar con la elite".

"Parecía" que Barreiro respetaba a "la gorda". Los hechos fueron otros: El mencionado Teniente primero y el sargento primero Luis Manzanelli le hicieron sufrir dos veces un traslado fraguado: la llevaron a la oficina, la hicieron llegar hasta el camión y luego le dijeron que era mentira.

Al respecto María Graciela decía con ironía (refiriéndose al teniente primero Barreiro) "hay amores que matan", porque Barreiro siempre le decía que él la estimaba mucho, por su valor frente a la tortura, por su capacidad política, por su voluntad de vivir, pero...

Como decía el teniente primero González, refiriéndose a nosotros: "Ustedes, los prisioneros, son gente hermosa, muy capaces y muy valiosos, pero... esta es una guerra santa... y hay que destruirlos, porque ustedes son los agentes del mal..."

Corría el mes de febrero de 1977.

Este mes fue el más terrible para los prisioneros considerados "negros".

Es la época en que Menéndez pone en práctica el "pacto de sangre". Hasta fines de 1976, el personal de cuadros del Destacamento era llamado por el resto del arma "los oficiales asesinos". Por eso, a partir de 1977 se compromete a todo el personal del Tercer Cuerpo en la participación del "destino final" de los prisioneros.

Febrero fue la época de sacar tres personas por día a las cuatro de la tarde.

No era fraguado esta vez. Sabíamos el día en que íbamos a partir. Barreiro fue el que preparó maquiavélicamente esta forma de salir.

El día que la llevaron, intuyéndolo, no duerme la siesta tras el almuerzo magro, que solía realizar. Al preguntarle una compañera de porqué no se toma ese leve irse del infierno, en la siesta contestó "No, me vienen a buscar hoy y quiero aprovechar las últimas horas de vida que me quedan para pensar".

Además agregó "Compañera, te van a venir a ver después que me maten para regodearse en tu llanto, por favor no llores. No le des el gusto"

Al final ella salió en un grupo de tres... Posiblemente el 17 de febrero de 1977, pero no puedo asegurarlo. No sé con quien se fue.

María Graciela estaba muy serena y hermosa...

Pensaba que era "demasiado" el tiempo que había permanecido con esta "sobrevida".

Cuando se fue, hizo la V de la victoria en el centro de la cuadra.

Barreiro no estaba. No se atrevió a dar la cara, porque era un cobarde. Sólo servía para hacernos agonizar desde las sombras.

El capitán Jorge Exequiel Acosta lo reemplazó.

Ella le pidió a Acosta ser trasladada sin venda y sin las manos atadas. En el camión iba mirando el cielo y la naturaleza .

En el lugar que le había preparado, ella pidió un cigarrillo.

Quiso morir viendo el sol y el cielo. Al mayor que dirigió su fusilamiento lo despidió: le dio la mano, un abrazo y le dijo: «Sos el último ser humano que voy a ver antes de morir y aunque vos no lo sepas sos un ser humano y para mi es importante, porque me estoy despidiendo de la Humanidad".

Se comentó en la cuadra luego, que el mayor volvió llorando y no quiso participar nunca más de un fusilamiento clandestino.

La compañera "Monina" había ganado su ultima batalla.

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