Hay que pegarle al chancho, para que aparezca el dueño
por Enrique Gil Ibarra
La sabiduría popular suele, en su aparente simpleza, dar solución práctica a problemas que aparecen en ocasiones como insolubles.
Pegarle al chancho para que aparezca el dueño da resultado, especialmente en política. Cuando el chancho está amenazado, ninguna consideración de oportunidad o conveniencia puede detener a su dueño, que acepta hasta la incineración pública con tal de proteger su inversión en el chiquero común.
Nada puede haber más antipático para la consideración general que una acusación de negociar ilegalmente con medicamentos. Si éstos son oncológicos, la sensibilidad (o, si usted prefiere, la sensiblería) popular reacciona aún más profundamente, condenando al sospechado inclusive antes de cualquier juzgamiento.
Es que en ciertos temas, aún la más insustancial sospecha basta para evaluar que en el chiquero hay mugre. Si la sospecha tiene cierto grado de sustentación, nadie salvará al inculpado de la hoguera social. Y está bien que así sea.
Por ello, fue una bocanada de oxígeno la detención del Momo Venegas, que complementaba la investigación por la que está acusado y detenido Zanola. Cualquier persona, sindicalista o no, que pueda estar relacionada con el tráfico ilegal de medicamentos debe ser investigada a fondo.
No obstante, la corporación sindical y política reaccionó de inmediato, y se logró el milagro de que a pesar del kirchnerismo de Moyano y del antikirchnerismo de Duhalde, ambos coincidieran en la defensa de Venegas, sin importar la certeza o no de la acusación.
En definitiva, lo único positivo que pudo obtenerse del hecho hasta hoy, tal vez por una ¿ingenua? precipitación de Oyarbide fue que, tal como lo afirma mi abuela, siempre que se le pega al chancho, aparece el dueño a defenderlo.
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