viernes, abril 27, 2012

"Esto no es crisis. Se llama capitalismo"

En Barcelona los compañeros la tienen muy clara

martes, abril 24, 2012

De los escraches de HIJOS al poder de Videla y Reato

Por Eduardo Anguita

Hace ya 17 años, algunos dijeron: si no hay Justicia hay escrache. Ya no era el poder el que le abría una foja delictiva a un chorrito, sino que eran unos pibes los que dejaban en evidencia a una sarta de criminales impunes.
En la jerga tumbera, mezcla de carcelaria y tanguera, quedar escrachado era quedar fotografiado. Se usaba no sólo para el típico retrato de frente y perfil que abría un prontuario policial, sino también cuando algún reportero gráfico indiscreto dejaba a alguien en evidencia en un lugar donde no debía ser visto, sea un burdel o una manifestación política. Como tantos términos lunfardos, la palabra escrache es el fruto de un largo viaje que atravesaba el Atlántico. Salía desde las incertidumbres de los barcos salidos de Génova hasta los sueños, hilvanados en conventillos de La Boca o Balvanera.
Hace ya 17 años, algunos dijeron: si no hay Justicia hay escrache. Así, se resignificó, sin perder su esencia tumbera, la idea del escrache. Con una cuota de ironía. Ya no era el poder el que le abría una foja delictiva a un chorrito sino que eran unos pibes los que dejaban en evidencia a una sarta de criminales impunes. Hace ya 17 años. Fueron los Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio. Corría 1995 y hacía ya cuatro años que Fernando Niembro, ahora fichado por el PRO, entonces vocero de Carlos Menem, se había apresurado a leerles a sus colegas periodistas alguno de los decretos que dejaba sin castigo a los genocidas. Por entonces, la mayoría de los hijos de desaparecidos –que habían sido criados por sus abuelos o tíos, y algunos de ellos que habían recuperado su verdadera identidad biológica y hacían el tránsito a una identidad más compleja– tenían entre 17 y 21 años. Ellos tenían “filiales” en todo el país. Así que, como reguero de pólvora, muchos de los represores que vivían cómodamente en sus casas empezaron a sentir la incomodidad del aliento de los hijos de quienes ellos torturaron y asesinaron. Lo de filiales no deja de hablar acerca de la identidad. ¿Cuál era la organización madre de esas que eran las descendientes? Pese a que Hijos tenía autonomía o independencia, no caben dudas de que eran el resultado de la lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Es más, muchos de los militantes de Hijos tenían –o tienen– a sus abuelas militando en esas organizaciones.
La mayoría de los pibes que entonces tenían 17 o 20 y salieron a escrachar genocidas, hoy tienen, a su vez, hijos. El lenguaje no es inocente. Tiene muchas más cosas misteriosas y sabias de las que se ven a simple vista. El concepto genocidio recién empezó a tomar cuerpo muy a fines de los ’90 o principios del siglo. Hasta entonces era común escuchar términos como excesos, represión, guerra antisubversiva y otras variantes que no daban cuenta en profundidad de lo que había vivido la Argentina. La etimología es la disciplina que estudia el origen de las palabras y ‘etymos’ en griego quiere decir verdadero, genuino. Y lo verdadero fue que un grupo de empresarios, dignatarios religiosos, jueces y jefes militares decidieron cortar de raíz con una generación de jóvenes que habían probado el gusto de desafiar el poder económico y político. No tenían que quedar rastros de ellos y a sus hijos había que darles una familia que los educara en los (dis)valores de los que mataban a sus padres.
Hoy, esos Hijos que tienen hijos deben provocarles un miedo espantoso a aquellos que planearon el genocidio. No a sus hijos, porque ser criminal no es atribuible a una malformación genética o a una maldición religiosa. Es posible que muchos de los hijos de los genocidas se identifiquen con ellos. Quizá por el dolor de ver a sus padres despojados del poderío que ostentaban, o por tener que visitarlos en una cárcel común. Hubo un caso –quizá más– de una mujer que se presentó al juzgado para pedir que a su padre, preso por delitos de lesa humanidad, le dejaran entrar el uniforme militar, porque ella no podía soportar ir a las visitas y verlo en remera. Y no hay que acusar a los hijos de los genocidas porque la experiencia muestra que los cada vez más procesados y condenados se están quedando muy aislados, aun de quienes los defendían cuando los Hijos iban a escarcharlos 17 o diez años atrás. Es más, la mayoría deben recurrir a los abogados defensores oficiales, porque prácticamente no hay estudios que los patrocinen. En las defensorías oficiales, muchos jóvenes abogados se retoban, no quieren saber nada con tener que ir a escuchar las mentiras de los que tienen que asistir en un juicio. A muchos de los defensores oficiales les produce náuseas ir a visitar a sus defendidos a las cárceles o “estar de su parte” en el juicio. Pero es su deber constitucional. Como lo será para el médico que los tiene que curar o el cocinero que les tiene que preparar la comida.
¿Y qué fue de aquellos muchachos o chicas que por 1995 dijeron si no hay Justicia hay escrache? Muchos siguieron siendo militantes. No pocos de ellos hoy tienen responsabilidades y funciones políticas. De aquel proceso cultural de construir identidad con los retazos de la memoria de sus familias de origen o de los compañeros de militancia de sus padres, pasaron a una identidad colectiva mucho más frondosa: son parte del sujeto colectivo de transformación de la Argentina. En otro escenario, pero haciendo algo bastante parecido a lo que querían sus padres. ¿Y qué querían sus padres? Una sociedad justa, sin explotadores ni explotados. Querían (queríamos) Justicia, Libertad, Soberanía. Estas frases, como tantas otras, pretende resumir en el lenguaje de hace 40 años, lo que motivaba al cambio. Esas frases fueron convertidas en acción, en lucha, en entrega. Y devinieron tragedia. Pero no por mandato divino o por catástrofe natural, sino por el frío cálculo de borrar de la faz de la Argentina a unos cuantos miles de ciudadanos. Era para mantener una serie de privilegios. Se trataba de seguir sometiendo a millones.
OPERACIÓN REMERA. Quien escribe estas líneas leyó El dictador, la biografía del genocida Videla que hicieron María Seoane y Vicente Muleiro. Más recientemente, leyó El golpe civil de Muleiro y El enigma Perrota, de Seoane, entre tanta otra literatura de no ficción que permite entender quiénes y cómo organizaron la matriz del exterminio pensado en clave de genocidio. No se trata de lecturas autocomplacientes. Todo lo contrario, es preciso aceptar una dosis de dolor cuando uno se interna en esos libros. Este cronista experimentó durante años ese violento oficio de escribir sobre la sangre derramada y no es un ejercicio agradable. Pero lo que le falta de placer le sobra de saludable. Algunos dicen que esas lecturas sirven para que el país no vuelva a caer en los mismos errores. Una frase simpática pero un poquito canalla. En realidad, esas lecturas son piezas del rompecabezas imprescindible para reconstruir, no sólo el organigrama de los campos de exterminio, sino algo más trascendente: la matriz del poder en manos de unos pocos dispuesto a defender privilegios. Es decir, con estas lecturas se produce un hecho cultural decisivo: maestros, académicos, jueces, comunicadores, legisladores y, sobre todo, la gente de a pie, puede tomar dimensión de lo que es capaz un grupo de personas que tiene demasiado poder entre manos. Con esas lecturas, miles y miles de personas pueden agregar perspectiva a la conveniencia de un poder que se va repartiendo, a la conveniencia de un pueblo que va participando.
El aislamiento de Videla en la sociedad argentina parecía completo. Sin embargo, un mes atrás apareció la avanzada: el periodista español Ricardo Angoso publicó, en serie, una supuesta entrevista al genocida. Este cronista pudo establecer con precisión que esa entrevista no existió: Angoso, sin avisar que es periodista, se anotó como “amigo” de un represor, Jorge Olivera, y lo visitó en la unidad carcelaria que hay en Campo de Mayo. El mismo Angoso, en diálogo radial con quien escribe, dijo: “Otros militares me facilitaron la entrevista.” La reconstrucción de la escena es así: Angoso estuvo en el patio donde tienen las visitas en común y estuvo un rato con Videla conversando. Sin grabador ni libreta de apuntes. Luego, Cambio 16 publicó algo con formato de preguntas y respuestas que no surgió de ese encuentro. Tampoco los genocidas tienen Internet como para recibir preguntas y contestarlas. Ergo: es un misterio cómo se hizo la entrevista. En cualquier caso, al no desmentirla Videla, debe darse por cierto que hizo suya la publicación. Poco después, como si aquellas publicaciones hubieran sido una suerte de anticipo de la editorial del crimen, el periodista argentino Ceferino Reato publicó un libro que este cronista no tiene interés de leer. Sí ha leído biografías de Hitler de autores con los que no comparte ideas, pero que tienen un valor histórico indiscutido, como Auge y caída del Tercer Reich, del periodista estadounidense William Shirer, quien era corresponsal de United News Services en Berlín. Shirer tiene una distancia con Hitler que le permite, desde una perspectiva muy antisoviética y pro occidental, echar luz sobre muchos aspectos de la Alemania que incubó al hitlerismo. Reato es editor de la revista Fortuna, y esta publicación es como una confesión de la relación entre los intereses económicos y políticos. Tras publicar su libro, Reato dijo que “Videla tenía ganas de hablar” y, como si fuera un vocero del genocida, da entrevistas en las que asegura que “hay listas parciales” de desaparecidos. Reato ya fue vocero de Esteban Caselli, cuando este era embajador en el Vaticano, en la época de la dupla Menem-Ruckauf. El título que eligió para este libro mezcla el Holocausto –“solución final al problema judío”– con la “disposición final” que es la manera técnica de designar la destrucción de residuos peligrosos. El concepto de disposición final sirve para designar a los residuos hospitalarios patogénicos; por ejemplo, tumores, ablaciones, algo que fue seccionado del cuerpo y que va a contaminar, lo cual se quiere evitar.
La voz de Reato, sin embargo, no debe ser prohibida; pero está claro que buscó refugio en la fortuna, no en el sentido de suerte sino de riqueza material. Sus razones tendrá. Por suerte, la sociedad argentina ya no vive los ’90. Antes de terminar, un recuerdo sobre aquella década, de entrega, de distribución regresiva del ingreso y de impunidad. En la edición de la Feria del Libro de 1998, el mismo día en que a este cronista le tocaba presentar el segundo tomo de La Voluntad, se topó con que, a pocos metros, había un stand al que ese mismo día estaba invitado el genocida Miguel Etchecolatz a dar una charla sobre un texto que lleva su firma y que tuvo por título La otra campana del Nunca Más. Por suerte estaban los muchachos de Hijos que habían organizado un escrache y a Etchecolatz se le hizo difícil hablar. Ahora está preso en Marcos Paz, quizá algún otro editor de Fortuna tenga un tema para retomar y Etchecolatz encuentre algún otro vocero para que cuente cómo dio las órdenes para La Noche de Los Lápices, por cierto un muy buen libro de María Seoane.

jueves, abril 12, 2012

Entrevista a María Topolansky, ex dirigente del MLN-Tupamaros


“El 90% de los que fuimos tupamaros ya no lo somos”

María Elia Topolansky, hermana de Lucía Topolansky, fue una de las primeras integrantes del Movimiento de Liberación Nacional (MLN)-Tupamaros pero hoy se define como independiente. Vive a pocos kilómetros de Paysandú, en una chacra donde hace varios años funcionó la primera base tupamara del departamento. Las siete hectáreas que pertenecieron a la familia de Graciela Estefanel, una de las cuatro personas fusiladas de Soca, funcionó como centro de entrenamiento. Al retornar al lugar tras su liberación, encontró allí escondidas varias armas que no fueron localizadas por los militares. La melliza de la primera dama recibió allí a Ultimas Noticias junto a su compañero y a "Pulgosa", hermana de Manuela, la perra del presidente José Mujica.

-Era joven cuando ingresó al MLN ¿Se arrepiente de algo?


-Ingresé a los 20 años y lo volvería a hacer. El método, tomar las armas, depende del momento histórico; el objetivo, cambiar la sociedad por una en que todos tengamos iguales posibilidades, en que todos podamos cubrir nuestras necesidades por igual, sigue vigente. La lucha armada fue un método, no el fin. Lo que fue válido en ese momento y lo que es válido hoy es el objetivo de transformar esta sociedad en algo mejor.

-Hace pocas semanas el Estado asumió la responsabilidad por el asesinato de María Claudia García. ¿Qué opina?

-Creo que quizá fue el hecho más importante de los últimos tiempos. Uruguay no podía seguir adelante sin intentar mirar hacia atrás, conocer lo que había pasado. La ley de Caducidad primero y el discurso desde el poder de Sanguinetti después, trataron de silenciar las verdades que con la vuelta de la democracia empezaban a aparecer. El acto del 21 de marzo se transformó en un hito porque oficializó de manera pública (la sentencia pedía especialmente que se transmitiera por los medios de comunicación para asegurar su difusión) que acá, en nuestro país, hubo terrorismo de Estado.

-¿Debería asumirse la responsabilidad por el resto de los desaparecidos?

-El terrorismo de Estado abarca a todos los desaparecidos, a todos los asesinados, a todos los torturados, a toda la sociedad que vio cercenados sus derechos más elementales y eso se reconoció en el acto del 21. Es el contexto de la desaparición de María Claudia.

-¿Qué siente al ver que pasaron tantos años y aún hay crímenes de la dictadura que no se resuelven?


-Hace años que milito por Verdad y Justicia. Cuanto más tiempo pasa más difícil es encontrar pruebas y demostrar los hechos pero hay un solo camino. Hay que seguir.

-El MLN, ¿tendría que pedir perdón?

-El MLN tendría que hacer un balance autocrítico: ubicar en su contexto errores y aciertos. El Estado con todo su aparato es quien comete los delitos de lesa humanidad.

-Las familias de los detenidos desaparecidos aseguran que los militares han mentido en todo. ¿Qué opina al respecto?


-Los militares han mentido.

-El presidente Mujica ha planteado su idea de liberar a los militares presos por entender que son “viejos” y los “viejos” no deberían estar presos. ¿Usted qué opina?

-Creo que quienes están presos por delitos de lesa humanidad, deben purgar sus penas.

-¿Por qué dejó el MLN?


-El MLN cumplió su papel en un determinado contexto histórico. Pasado ese momento si quería continuar como entidad política debía primero juntar a todos sus militantes poner en común análisis y balances y empezar una nueva etapa. No lo hizo.

- ¿Se cometieron errores?

-Toda fuerza política que camina tiene siempre errores y aciertos. Yo por ejemplo tengo mi balance personal porque no lo pusimos en común. Yo pienso que en determinado momento el MLN hizo una desviación militarista, hubo compañeros que en cierto momento confundieron el método con el objetivo. Éramos una organización política cuyo método de trabajo era la lucha armada. No éramos soldados, no éramos combatientes, eso es mentira.

Debías ser consiente y estar totalmente politizado para saber que eso era una herramienta y no el poder en sí mismo. Pero ese es un peligro que se corre en el momento de usar un arma.

-¿Cómo ve al MLN y al MPP en la actualidad? ¿Se han visto afectados por los cargos o los ideales permanecen intactos?


-El MLN actual no sé lo que es y qué papel juega. El MPP es un grupo más del FA con todas las virtudes y todos los límites de todos los grupos del FA

-¿Se siente representada por la estructura actual del FA?


-Creo que el problema del FA no es de estructuras sino de contenidos.

-¿El FA se está convirtiendo en un partido tradicional?

-En ciertos aspectos, sí. Es un Frente Amplio y como todo frente tiene sus debilidades y es que no hay una comunión total de ideas. Es verdad que tiene que gobernar dentro de unas estructuras que estuvieron hechas para gobiernos blanquicolorados, que para mí son lo mismo, y esas estructuras son viciosas. Hay límites para gobernar pero se puede llegar a esos límites y hacerles un poco de fuerza, o no hacer eso y ser muy puntillosos y buscar los consensos. También es verdad que la estructura del aparato del Estado absorbió al FA.


Trece años de recuerdos entre dolor, horror y esperanza

María Topolansky estuvo trece años detenida después de haberse fugados dos veces de la Cárcel de Cabildo. En su charla con Ultimas Noticias recordó el dolor de compartir la celda con Sara Méndez por la “crueldad” del coronel (r) Jorge “Pajarito” Silveira, quien al pasar por el pasillo le decía: “Méndez, algún día me voy a poner a pensar dónde dejé a Simón”.

Otras compañeras, en cambio, tenían a sus hijos y sus visitas eran una “vía de información. Los niños tenían visita directa con las madres y las abuelas siempre les decían que contaran alguna cosa. Ellos jamás se olvidaban”.

Con el rostro todavía húmedo por las lágrimas derramadas al recordar a los niños, Topolansky recordó el hito del plebiscito de 1980. “Ese domingo no sabíamos qué quería decir el silencio. Al otro día, a las 10 de la mañana, en los altoparlantes comenzó a sonar música y una voz de mujer dijo: en el día de ayer se llevó a votación la propuesta de reforma electoral y salió el no”. En el relato siguió llorando: “Todo el penal empezó a golpear y los milicos no nos podían parar. A mí la sensación que me dio es que empezaba a salir en libertad”. Al final, la libertad llegó. “Estábamos en el cuarto piso y desde el corazón mismo del edificio se sentía a la gente gritar. Era una cosa que no podíamos comprender. Eso fue como un sueño y los milicos no nos querían soltar en la muchedumbre”, recordó. Eran veinte presas, de las que salieron 16 en camionetas separadas. “No me olvido más de un muchacho, que a esta altura debe ser un viejo, que se tiró sobre la camioneta y me dio un beso. ¡Cuantos años hacía que un hombre no me daba un beso!”. Y la risa corta el llanto.

Soñar con la muerte

María Topolansky estaba casada cuando ingresó en 1966 al MLN-Tupamaros. Su marido, Leonel Martínez, murió en un enfrentamiento con la Policía el mismo día que ella fue apresada. María estaba en un plantón cuando le avisaron que había muerto. Al día siguiente le mostraron un recorte de diario pero aún así no les creyó. “Hasta que un día me llevaron a una celda donde había una tarima con un colchón y un sobre azul. Y me dijeron que me podía sacar la capucha. Abrí el sobre y tenía fotos de la Policía Técnica de Leonel muerto. Pensando que no podía darles el gusto de llorar, no pude hacer el duelo. En la cárcel soñaba todas las noches con esa foto. Ese sueño se repitió durante muchos años”, explicó. Para evitar soñar, optó por no dormir y así se le cayó el pelo. Después durmió pero el sueño se repitió todas las noches durante varios años.

El crimen de Pascasio Báez fue “tremenda equivocación”

La ex guerrillera María Topolansky calificó la muerte del peón rural Pascasio Báez como “un asesinato” y admitió que el MLN cometió “una tremenda equivocación” al ejecutarlo. En cambio, defendió los “asesinatos políticos” como el del agente del FBI Dan Mitrione.

Para María Topolansky hubo dos tipos de muertos para el MLN: en enfrentamientos y ejecutados. Entre todos ellos destacó la muerte del campesino Pascasio Báez como “una tremenda equivocación, algo mal hecho, una mala valoración. Creo que fue un asesinato. No lo comparto y no lo compartí en ese momento cuando me enteré”.

Topolansky explicó a Ultimas Noticias que “los ejecutados eran individuos que el MLN entendía que eran símbolos de lo que se quería destruir. Su ejecución era como un acto máximo en el camino de esa destrucción. Eran asesinatos políticos”. En ese sentido, explicó que se trataba de una “decisión fría”.

A modo de ejemplo recordó la ejecución de Dan Mitrione, agente del FBI que llegó a Uruguay para colaborar con los militares. “Nosotros matamos a Dan Mitrione porque él había venido al Uruguay a enseñar a torturar. Así de sencillo”, contó. Afirmó que ejecutarlo implicaba matar la injerencia del “imperio porque Mitrione era un ciudadano norteamericano, con todo el respaldo de Estados Unidos. Eso formaba parte de un acto político y tenía sentido”.

Para la ex tupamara otro tipo de casos eran los que se daban en enfrentamientos con la Policía. “Cada vez que uno lleva un arma y está dispuesto a usarla puede haber un muerto. Podés morir vos o puede morir el otro, pero es un muerto distinto porque es consecuencia de la elección de ese tipo de método”, afirmó. En ese sentido, manifestó que las muertes fueron a consecuencia del método. “Lo que podemos preguntarnos es si fue adecuada o no la elección de la lucha armada, pero no nos olvidemos de que toda América Latina estaba en armas”, apuntó.

Después de la lucha armada, Topolansky siente que sus compañeros de militancia son “amigos con mayúscula” aunque la mayoría está fuera del MLN. “A la salida de la cárcel pensaba que era necesario que nos sentáramos todos juntos a reflexionar, pero no se pudo o no se quiso hacer. Eso llevó a cada uno por su camino. Hoy, el noventa por ciento de los que fuimos tupamaros no lo somos. Seguimos pensando que hay que transformar esta en una sociedad más justa, donde el eje sea el hombre y no el dinero y cada cual milita donde puede”.

Recordó que a la salida de la cárcel, “se hicieron algunas reuniones generales y se siguió medio a lo loco. Nunca hubo una instancia en la que estuviéramos todos juntos para mirarnos a los ojos. De todos los que éramos, solo hay un pequeño grupo que está en la picota pública y hay una inmensa mayoría que no está”. A su juicio, esto se debió a que “no se hizo la autocrítica y cada uno resolvió como pudo. Y lo más sintomático es que no dejamos de lado nuestras ideas. Todos seguimos pensando que hay que transformar esta sociedad en una mejor”.

“En el nunca más, Vázquez se equivocó”


La ex tupamara María Elia Topolansky siente un franco rechazo al concepto de “nunca más” planteado durante el gobierno de Tabaré Vázquez y asegura que la idea “fracasó porque se fomentaba la teoría de los dos demonios”.

En ese sentido, indicó a Ultimas Noticias que el planteo de “nunca más uruguayos contra uruguayos” no es correcto porque “no dijo que se oponía al terrorismo de Estado. En el ‘nunca más’, Vázquez se equivocó. Usó los dos demonios”. Según esta teoría, hubo dos partes que se enfrentaron en una guerra interna, lo que iguala al MLN con el Estado.

Sin embargo, destacó que la idea no se limita al ex presidente sino que en la actualidad “hay muchos tupamaros que fomentan esa teoría. Desgraciadamente los hay”. Las discrepancias que tiene respecto a la manera en que el gobierno de Vázquez abordó el tema se extienden en parte al gobierno actual, dado que no está de acuerdo con la visión del presidente José Mujica respecto a la necesidad de dejar que los militares procesados terminen sus años en sus casas.

Más allá de las diferencias sobre estos temas, Topolansky cree que “el gobierno del FA ha sido el mejor en mucho tiempo en el Uruguay. No sé si colma las expectativas de la gente porque las expectativas son algo manipulable. No sé si la gente sabe lo que necesita para ser feliz o si cree que para ser feliz debe poder comprarlo todo”. Respecto a su relación con su hermana Lucía, señaló que es “común y silvestre”.

Con la mirada puesta en su perra “Pulgosa”, señala: “Nosotras somos las desconocidas y nuestras hermanas, las famosas”. Sobre este punto, aseguró que con el tiempo “se aprende a valorar la importancia del anonimato. Cuando me confunden con mi hermana, me dicen todo tipo de pavadas. A la gente le gusta acercarse al poder”.

Martes 10 de Abril de 2012


Por Ana Fumón
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