martes, octubre 28, 2008

¡Ahora sí! La culpa es de los chicos


Ahora lo sabemos. Qué afortunada es nuestra sociedad que por fin logró descubrir la verdadera causa de la delincuencia. Y era tan simple, vea. Al final, tenía razón Ruckauf cuando pedía plomo para los delincuentes. Claro, lo que pasaba era que la policía disparaba demasiado arriba; hay que entrenarlos de nuevo para que apunten a no más de un metro y cincuenta centímetros del piso, porque la culpa la tienen los chicos de 14 años.
Así que los metemos presos a todos y se acabó la inseguridad en Buenos Aires que, desde luego, es el fiel reflejo del país.

Este genial descubrimiento lo debemos a los sufridos vecinos de San Isidro, que con la colaboración de sacerdotes, rabinos y esforzados defensores de la libertad y las buenas costumbres, han efectuado una sesuda investigación sociológica que les permitió deducir que, bajando las edades de imputabilidad, se soluciona todo el problema de la inseguridad, la violencia, la delincuencia y la droga. Claro que falta resolver el hambre, la miseria, la falta de trabajo, la humillación diaria, la corrupción, la desigualdad social y la indiferencia. Pero por algo hay que empezar.
De manera que descargamos la culpa en los pibes de 14, y todos contentos.

No es necesario preocuparse por recordar que esas mismas señoras que aplaudían a Juan Carr frente al Municipio, son las que se bajaban de los aviones provenientes de Miami, con sus valijas repletas de “déme dos”, justito cuando esos chicos que vamos a encarcelar hoy estaban a punto de nacer.

Para qué vamos a decir que sus maridos aullaban en la calle Florida defendiendo las privatizaciones de las empresas del Estado que dejaron sin trabajo a miles de argentinos condenándolos, en el mejor de los casos, a apostar a un kiosquito de golosinas o a una remisería globalizados, destinados al fracaso.

Ni siquiera es procedente destacar que la mayoría de las personas serias, razonables y que conocen algo del tema en todo el planeta señalan que la delincuencia en los adolescentes –problema mundial- se produce porque hemos marginado a un enorme sector de la sociedad que, a ver si lo entendemos, no nos debe nada a nosotros. Que somos “los otros”. Los que nos vestimos, comemos, trabajamos, vivimos “como Dios manda”, y recién ahora, cuando las papas queman, nos acordamos que existen estos chicos a los que les dimos vuelta la cara desde antes que nacieran. Como siempre, nuestra solución es sacarlos de la vista.

Cosa curiosa: no escuché a los vecinos de San Isidro reclamar un cambio de legislación urgente y medidas inmediatas para la resocialización de esos chicos. Si, por supuesto, escuché declamaciones diciendo que “es necesario” que existan centros de reeducación en todo el país. Pero el cambio de Ley de verdad exigido es que puedan ir presos “ya” porque, claro, nos molestan hoy.
Y todos entendemos que esas declaraciones sobre reeducación e integración social son para la gilada, si después de todo son unos negros de mierda que no tienen arreglo.

Llama la atención observarnos a los adultos buscando “soluciones”: nos comportamos como chicos.
En lugar de educar, contener, alimentar, vestir y querer; en vez de exigir a la dirigencia soluciones de fondo para sanear la sociedad enferma en la que vivimos; a contramano de pensar seriamente cómo rescatamos a estos nenes (¡14 años!) para que no elijan robar, queremos meterlos presos. ¿Será que eso es suficiente? Porque luego están los de 13, y los de 12. ¿Dentro de un par de años bajamos la ley de nuevo? ¿Y si los encanamos desde que nacen, así no nos joden más?

Como si fuéramos chicos, no hicimos nada ayer, pero queremos la solución hoy. Aunque eso signifique cargarle la culpa a alguien, por supuesto siempre más pequeño, siempre más débil.
Elegimos continuar compartiendo, indignamente, la complicidad de la indiferencia. Mañana, con un poco de suerte e imaginación, tal vez la culpa la tengan otros: los paraguayos, los coreanos o los analfabetos. Quizás a algún genio capitalino se le ocurra entonces exigir el voto calificado. Después de todo, como Duhalde dijo hace tiempo, estamos “condenados al éxito”, así que probando y probando, alguna vez la vamos a pegar.
Tantos años pasaron y seguimos en el país jardín de infantes.

Enrique Gil Ibarra

viernes, octubre 24, 2008

El punto de inflexión

Por Jorge Rachid

“El ladrón ve a todos de su condición” (Anónimo)

Se ha producido en la Argentina un hecho vertebral a la estructuración de un nuevo modelo social, en este caso desde el Sistema Previsional Solidrio, recuperando el esquema básico de la solidaridad social, que fue quebrado con la irrupción de la Ley 24.241 y la aparición de las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones, que arrasaron el ahorro interno genuino de millones de trabajadores, para jugarlos en la timba financiera nacional e internacional, con las consecuencias que todos conocemos y algunos planteamos desde el mismo 15 de julio de 1994.

En pocos países del mundo funcionaron las AFJP; escasamente una docena, financiados y corrompidos por el Banco Mundial que demandaba detrás de sus créditos supuestamente sociales la privatización de la Seguridad Social, la Higiene y Seguridad en el Trabajo y los Sistemas Sociales de Salud, regalándolo al sector financiero, verdadero eje del poder neoliberal de la Argentina desde el 24 de marzo del 76 a la fecha, sin interrupción hasta ahora, pese a la democracia vigente, limitada al mercado, producto del Consenso de Washington.

Todo lo que no fuese “mercado” no era “democrático”.

Así en la salud se empezó a hablar de “mercado de la salud”, los fondos previsionales eran para el “mercado de capitales”; la higiene y seguridad de los trabajadores necesario para el “mercado laboral”.

Todo se reducía a aquello vertebral al nuevo “Dios mercado”.

La democracia era tal en tanto y en cuanto fortaleciese al “mercado”, aunque millones de argentinos fuesen expulsados del sistema a los márgenes mismos de la miseria, la desesperación y el hambre producto del desempleo, en la lógica eficientista del “discurso único” de la “globalización y la modernidad”.

Las AFJP y las rebajas de los aportes patronales– supuestamente creados para generar empleo– descapitalizaron el sistema previsional en 70.000 millones de dólares desglosados de la siguiente manera:

La rebaja de los aportes patronales desde el 95 al 2002 fueron de 3.400 millones por año, incluso para empresas monopólicas privatizadas que habían concursado con esos aporte incorporados a sus estructuras de costos, o sea con la suspensión del aporte, ganancia directa.

En total 23.800 millones de pesos/dólar.

Las AFJP cobraron hasta un 30% de comisiones y seguros del capital aportado, que si al día de hoy son 30.000 millones de dólares, es porque percibieron desde 1994 a la fecha 15.000 millones de dólares de ganancias.

Así pasaron las crisis “Tequila”, “Tango” y “Rusa” en la Bolsa de Valores, perdiendo las AFJP en la timba financiera, casi un diez por ciento del capital acumulado por los trabajadores, además de los valores de papeles en las empresas ENRON, Parmalat y la convocatoria de Fortabat entre otros, calculando en 10.000 millones de dólares que por estas situaciones, dejaron de pertenecer a los fondos previsionales.

Sumado todo lo que se debería haber acumulado, para tener un sistema previsional justo de reparto, solidario, donde el que más gana aporta por el que menos gana, el más sano por el más enfermo y el más viejo por el más joven.

Así fue descremado el sistema, dejando de entrar en la ANSES más de 70.000 millones de dólares en 14 años.

Un verdadero saqueo, una estafa al pueblo argentino, una traición a la Patria y a su futuro.

En medio de su euforia privatista las AFJP jugaban en la Bolsa de Valores con esquemas corruptos –algunos de los cuales están en la justicia– con ganancias desplazadas de las carteras, formadas con el aporte de los trabajadores, cuando finalizaban las operaciones del día y cuando daban pérdidas las cargaban a las cuentas de los afiliados.

Un verdadero robo a lápiz alzado.

Encima los afiliados a las AFJP eran obligatorios al ingresar al “mercado laboral” siendo sorteados entre los jugadores del sistema, no pudiendo el trabajador optar durante años por el sistema estatal de reparto, siendo más fácil divorciarse de su compañera/o que desafiliarse de una AFJP.

Con descuento compulsivo hacia las AFJP, al mejor estilo estatista y prestaciones liberales, al momento de jubilarse. Porque nadie sabe que la composición del haber jubilatorio, se estructura hasta el año 2025 en forma mayoritariamente estatal, sin recibir de las AFJP el Estado ningún aporte extra por dicha situación.

Por otro lado la opción ofrecida entre renta vitalicia y fondo de renta programada incumplía la misión provisional, sobre el derecho habiente, ya que al fallecer el afiliado cesaba la responsabilidad de la aseguradora, aún con fondos en el caso de la opción.

Imaginemos un trabajador en dicha situación debiendo optar, con cálculos y fórmulas que nadie entiende, que dan por resultado que siempre opte por la más voluminosa en mano, que no siempre es la mejor, ya que desampara la familia al fallecer el titular.

Por otro lado los gerentes de las AFJP, verdaderos buitres del sector financiero internacional y nacional, eran quienes direccionaban las inversiones, exigiendo al Estado Nacional condiciones en los bonos, con aportes de trabajadores, en negociaciones con el mismo Presidente o ahora la Presidenta, imponiendo reglas como hacen los dueños del poder, con plata ajena, desconociendo el menú fijado por la Ley 24.241, aceptando en su momento las imposiciones de la Alianza en la antesala de la crisis del 2001, descapitalizando el sistema, pese al negocio privado de los CEOS de las AFJP, en esa época, al contar con información privilegiada.

Codiciosos y estafadores son llamados hoy en el mundo y aquí algunos sectores de la oposición –por oposicionismo puro– ajenos a los intereses nacionales y del pueblo, los siguen defendiendo. No hay que cambiar de collar, hay que cambiar de perro.

Este sistema se terminó

Ahora vendrán los opositores a decir que es un problema de caja, los mismos que mantuvieron a los jubilados con salarios congelados por 15 años, los que descontaron a los jubilados el 13% para cerrar cuentas fiscales, los que se opusieron a la movilidad jubilatoria, sino la mejor, la posible en esta etapa; los que callaron durante 14 años la ignominia de una ley cipayo; los que desde los medios recibieron publicidad de vacaciones caribeñas a la vejez, de las AFJP que sellaron el análisis y las bocas de muchos periodistas, vendrán quienes vean al ladrón en su propia condición, como si los ladrones privados fuesen aplaudidos y los públicos denigrados.

La mayoría de los argentinos pensamos y queremos que los ladrones sean procesados y puestos presos y no coimeros de millones reconocidos que décadas después tranquilamente estén esperando justicia que no llega, tipo Banco Nación-IBM.

Empieza una nueva etapa previsional en el diseño, espero de un nuevo modelo social solidario, que debe ser sumamente más abarcativo que esta importante medida, debiendo incluir las hipotecas pendientes del poder político como salud, educación y políticas sociales como inversión social digna, estructural y con un Estado presente que garantice los derechos constitucionales, entre ellos el artículo 14 bis de la Constitución Nacional.

miércoles, octubre 08, 2008

Distancia y Categoría


Cada tanto me doy un paseo por el blog de mi compañera latinoamericana Carola Chávez, en Venezuela. Chavista ella (por supuesto y como corresponde), en muchas ocasiones le "expropio" algunos textos, porque me gusta su forma campechana de contar, como si estuviéramos charlando y tomando una cañita en el jardín de su casa, en isla Margarita.
Esta vez, me resultó interesante reafirmar en sus palabras que la clase media venezolana es muy, pero muy parecida a la nuestra. Reemplacen ustedes los modismos y algunos nombres, y luego me cuentan.

hendrix



Antichavismo: distancia y categoría.
por Carola Chavez


Muchas veces me he preguntado por qué en los sectores de la clase media abundan opositores tan furibundos como ciegos. No entendía por qué se rechazan cualquier medida que venga del gobierno aún cuando esta no haga más que beneficiarlos. Como si le tuvieran asco, como si los amenazara con algo espantoso, como si se les fuera a acabar el mundo.

Y es que creo que si se los amenaza y si les acaba el mundo en el que han venido nadando, siempre con el agua al cuello, siempre corriendo la arruga, siempre al último grito de una moda creada solo para ellos y que les permite, en apariencias, alejarse de su pasado reciente: la pobreza de un abuelo, una tía de pelos muy rizados y labios demasiado gruesos, los esfuerzos sobrehumanos de unos padres que lograron subir un imposible escalón…

Todo eso debe ser encerrado bajo siete llaves en el baúl de las vergüenzas. Ya no son pobres del montón, ya no son los del sótano, ahora están en planta baja y otros, con más suerte, ocupan el primer y segundo piso de un rascacielos tan inclemente que no tiene ni escaleras ni ascensor.

Mirar hacia arriba es la única forma de mirar porque están tan cerca de donde salieron que da miedo echar aunque sea una ojeadita hacia allá abajo.

La pobreza ofende y a nadie ofende más que a quien teme volver a ella.

¿Que por qué digo todo esto? - Se preguntará mi paciente lector.

Porque el otro día estaba en la cola del supermercado y me puse a observar a la gente. Había delante de mi una abuela con zapatos tan arrugados como ella, dignamente cubierto por innumerables capas de betún. Delante de ella una señora treintona, morenita, con una cabellera indomable domada, a duras penas, por una tenaz coleta, pantalones y cartera de marca pero made in Cúcuta, y ¡Horror de los horrores! Una franela roja que, por descuido, se puso esa mañana sin pensar mucho en las consecuencias que esto le podía traer.

Todo iba muy bien para la treintona hasta que se acercó a saludarla una amiga provocando sin saberlo la consecuencia inevitable: ¡Hola! Besos, besos, bla, bla bla… ¿Y esa camisa roja? Mosca chamita que te van a confundir.

La cara tostadita de la pobre descuidada se tornó blanca Acción Democrática. Avergonzada miraba alrededor mientras su ojos suplicantes nos pedían mil disculpas. No chama, esta es la única ropa roja que tengo y no sé por qué me la puse, ese color lo borré de mi vida. ¿Chavista yo? Primero muerta. ¡Jajajaja! -su risa sonaba a llanto pero todos rieron con ella, con el mismo nerviosismo y gritando a voz en cuello su más furibundo antichavismo.

Ser chavista es pecado. -Sentenció la viejita cuyos zapatos envejecieron con ella. ¡Guillo! -agregó un barrigón que estaba más allá. Con esos muertos de hambre ni a la esquina…y así fueron reafirmándose cada uno en el lugar que les correspondía, todos, por supuesto, más arriba de quienes no dijeron nada.

Era como si ,de repente, al declararse opositores entraran en un selecto club, como que reforzaba los débiles logotipos falsos que llevaban, como que les daba caché.

En fin, declararse antichavista sale más barato que una cartera Luois Vuitón, y tiene el mismo efecto para quienes creen que una cartera llena de logos los acerca a María Corina Machado a las vez que los aleja de fortaleza su abuelo pobre, de su tía, cuyos labios heredaron, del digno sudor de la frente de sus padres.

Yo, parada en la cola del mercado, estaba viviendo un drama terrible: Pobres personas para quienes la vida no tiene más sentido que mal imitar a quienes los desprecian y los explotan. Gente que se opone a si misma y, peor aún, se oponen a gente como sus padres y abuelos, a cualquiera que se atreva soñar una vida más digna. Porque si por un lado les aterra volver a la pobreza; que los pobres dejen de serlo les espanta aún más.

Si todos llegamos a ser iguales ¿Como carajo me distingo yo?

viernes, octubre 03, 2008

La silla vacía

por Jorge Rachid

El terremoto que sacude al mundo financiero desnuda los pálidos finales del imperio hegemónico, que dominó, con recetas neoliberales y descansando la ejecución de las mismas en los organismos de créditos tipo FMI, BM y BID, sobre el resto de los países, planteando la des-regulación de la economía junto a la primacía del sector financiero -por sobre el productivo- como la nueva lógica de la modernidad.

Ya en el año 2000 Lester Turow en su libro "La guerra del siglo XXl", relataba que el imperio americano encontraba su máxima debilidad en lo que aparecía como su fortaleza: había perdido sus tecnologías de punta conservando sólo la espacial-militar; se agravaban sus conflictos étnicos, su economía estaba desmadrada ya entonces con déficit fiscal en miles de millones, no tenía control monetario sobre los dólares circulantes pese a ser adoptada como moneda universal de cambio y en definitiva, decía entonces el autor, sólo le queda el ejército más poderoso del mundo como el ejército romano en Bizancio, que 200 años después se enteró de la caída de Roma.

Otra autora -Amy Chua- en su libro "El mundo en llamas", relata desde otro lugar la pérdida del hegemonismo norteamericano al dar cuenta del avance de las minorías chinas dominantes en los países del sudeste asiático y su influencia en los centros financieros más importantes del mundo, en especial en la Reserva Federal de EE.UU., con una deuda que hoy llega a 500 mil millones. Desde diferentes ópticas, desde distintas miradas, dos economistas de nota desde hace años junto a otros como Joseph Stiglitz, premio Nóbel, o Paul Krugman entre los norteamericanos, advertían sobre la codicia, la concentración de la riqueza, la extorsión financiera al resto de los países, lo que sumado al enorme gasto de la guerra de Irak, llevó al país del norte a una situación de no retorno.

Se podrá decir que medidas paliativas superarán la crisis, pero lo estructural del neoliberalismo está dañado políticamente, está viviendo su último tiempo que puede durar años sin dudas, pero un nuevo escenario se está desarrollando que ocupará su lugar.

Algunos creerán que con cosmética se sale de esta situación. Se equivocan. Los pueblos no quieren soportar más capitalismo salvaje para algunos y socialismo de las pérdidas para las mayorías empobrecidas. No quieren pagar la fiesta de los otros los que nunca fueron invitados, ni quieren invertir sus ahorros en casas ajenas después de 30 años de cultura individualista, con teorías del derrame que nunca llegaron y un sálvese quien pueda que siempre miraron desde abajo.

Los pueblos no están dispuestos a soportar tanta injusticia social, desde el pueblo norteamericano al boliviano, desde el asiático al europeo.

Este capítulo final deja la silla vacía del "Fin de la historia" de Fukuyama, ahora arrepentido de su libelo ecuménico, que sirvió para demoler a diestra y siniestra economías de todos los países emergentes con una nueva lógica, que implicó la sumisión a las políticas imperiales, entregando a la voracidad financiera el capital acumulado por generaciones de latinoamericanos, de trabajo y esfuerzo con sacrificio, que edificaron la época gloriosa del estado de bienestar. Nuestro país fue lamentable pionero en ese camino de frivolidad y corrupción, además de traición a la Patria, al entregar soberanía en la decisión.

Así fueron cayendo desde compañías de aviación hasta las fábricas de aviones, desde planes nucleares y tecnología de punta misilística hasta el manejo de los recursos no renovables, desde las empresas monopólicas del Estado hasta las empresas navieras, todo bajo el precepto del Estado ausente que es una cuestión de fondo en cultura neoliberal.

El endeudamiento como forma de control político estratégico, fue la llave del proceso que inundó el mundo, de capitales siempre sospechados de lavado, "inversiones" extranjeras reclamadas por los liberales, "capitales buitres" para nosotros, quienes veíamos en la supuesta solución propuesta, la derrota nacional y la pérdida de identidad.

Ese modelo está cayendo en el centro del imperio. Algunos analistas insisten en querer hacernos partícipes del velorio, que sin duda habrá como latigazos de un derrumbe con consecuencias sociales severas, con desocupación y miserias, pérdidas de proyectos de vida que parecían garantizados en una maqueta de vida ficcional creada por las sucesivas burbujas financieras sin respaldo, seriedad ni compromiso.

Las AFJP aquí, los fondos de inversión allá, los seguros masivos, las aseguradoras de riesgos, los ahorros de los trabajadores, todo apostado a la timba financiera manejada por inescrupulosos personajes del jet set internacional, donde figuran fortunas de miles de millones conseguidas por pases mágicos sin producir un escarbadientes, habitantes de los medios, reporteados como los nuevos ganadores del sistema, a costa de millones de nuevos pobres.

La silla vacía generará nuevos postulantes al sitial del poder, proceso que veremos en los próximos tiempos en un reacomodamiento de alianzas internacionales, pero sin dudas esta situación reafirma la necesidad del fortalecimiento estructural de la UNASUR en todos sus aspectos -no sólo económicos sino políticos- y de apertura a los pueblos como libre tránsito, eliminación de fronteras, libre ejercicio profesional con acreditación sudamericana, pasaporte y moneda comunes, embajadas conjuntas, misiones comerciales comunes, Banco del Sud y Pacto Militar UNASUR, como forma de preparar los futuros nuevos tiempos internacionales desde un situación de fortaleza y de principios que reivindiquen la política como herramienta estratégica de construcción de modelos sociales más justos, países más fuertes, pueblos más felices con economías solidarias con un Estado presente en los derechos sociales y humanos, constitucionalmente establecidos.

jueves, octubre 02, 2008

Primero la coherencia


Por el Ing. Enrique Martínez
(Presidente del INTI)

Quienes creemos que es necesario acceder a una sociedad más justa que la actual, contamos con un flanco débil muy notorio en relación con los que construyen y disfrutan la inequidad. Estos últimos no necesitan esforzarse demasiado para ser coherentes. Les basta poner en un altar al “Dios dinero” y considerar como fin supremo la búsqueda del lucro, reclamando que nadie se interponga en su camino, por supuesto menos que menos un Estado que busque representar al conjunto de la comunidad.

En cambio, nosotros tenemos una reiterada tendencia a redefinir el camino a partir de cada nueva crisis del sistema. Para el progresismo o pseudo progresismo, la historia siempre parece comenzar hoy. Esto quiere decir que asignamos a los problemas causas distintas cada vez, lo cual muestra que no tenemos claras las verdaderas razones fundamentales. Mi sensación es que después de todos estos años, buena parte de los compatriotas confunde el debate global sobre las cuestiones esenciales. El actual vendaval financiero mundial nos da una nueva oportunidad de reflexionar y entender. La evolución natural del capitalismo tiene incorporada ciclos, donde la expansión y la contracción de la actividad general se suceden, al compás de las variaciones en la relación entre la demanda y la oferta general de bienes y servicios. Desde hace más de 70 años se ha instalado como doctrina la necesidad de que diversos ámbitos del Estado actúen para reducir la amplitud de esas variaciones y, a la vez, conseguir una mejora general en el mediano y largo plazo. Sin embargo, ciclo a ciclo, crisis a crisis, se confirma y consolida hasta el hartazgo que el capitalismo tiene dentro una característica que afecta nuestras vidas de una manera muy peligrosa: la concentración de poder económico como un hecho inexorable.

Esa concentración tiene dos efectos igualmente graves: Primero y elemental: genera una desigualdad distributiva y de oportunidades, que incluso se transfiere entre generaciones, donde los perdedores no sólo tienen menos, sino muchas veces no tienen nada. Segundo: genera una disponibilidad de dinero en pocas manos que no tiene un horizonte de aplicación a la producción y que se deriva a casinos financieros cada vez más sofisticados. El dinero se aplica a juegos de suma cero, donde nada se crea, sino que, en definitiva, hay una y otra vez un despojo del más débil por el más fuerte. La unificación de los mercados financieros del mundo agudiza sin límites el segundo problema, ya que ahora el dinero navega a la velocidad de la luz por cuanto rincón del planeta tenga un flanco especulativo o especulable. Me parece importante entender que todas las crisis financieras globales tienen el mismo origen: la disponibilidad de enormes masas de dinero que se tratan como mercancía, en lugar de ser un simple medio de pago. Esas masas voladoras especulan contra la paridad cambiaria en el mundo desarrollado (la libra esterlina lo sufrió varias veces); con préstamos fáciles y caros al mundo periférico (México, Argentina, Indonesia y tantos otros países, saben de esto); con el petróleo, los metales como el cobre y el estaño y ahora con los granos; con las propias empresas del Norte, fusionando y cerrando corporaciones; con las hipotecas inmobiliarias (ya lo han hecho varias veces, pero en esta coyuntura le dieron tamaño descomunal). La lógica es siempre la misma: armar el casino y tratar de ser banca, mientras se pueda. Después, pedir ayuda a los Estados del mundo central. No es cierto que a veces la crisis viene del mundo central y a veces nace en el mundo periférico. SIEMPRE viene del mundo central. Sólo que en ocasiones, como en la década del 90, nosotros pagamos los platos rotos de manera más directa. En este sentido, el default argentino de 2001 no sólo fue una medida correcta para ordenar nuestra deuda, sino que tuvo un efecto positivo adicional y paradójico: nos hizo no confiables para la especulación y los llevó a buscar otras playas. Nuestro aislamiento financiero genera algunas tensiones, pero es sin duda una virtud, en el escenario global previsible.

En el mundo central, la hegemonía del capital financiero ha aumentado sin pausa, imponiéndose a los propios gobiernos nacionales. Hace 20 ó 10 años se discutía el riesgo moral del salvataje de los especuladores con el uso de fondos públicos, en lo que se presentaba como una invitación a recomenzar la aventura. Hoy eso no se discute más. Se hace. El gobierno de Estados Unidos privatizó su seguridad nacional después del atentado a las torres gemelas; facilitó enormes negocios a un puñado de corporaciones en contratos directos para la "reconstrucción" de Irak, y, finalmente, acaba de hacerse cargo del gigantesco muerto de las hipotecas impagables diseminadas por todo su país. Todos los contribuyentes americanos financian el casino y ni siquiera los dejan jugar. No sólo ellos; en cascada, se arrastra al resto del mundo. Sea por contagio financiero o por el efecto de la especulación sobre la economía real (en los precios del petróleo o de los granos) o, finalmente, por las variaciones concretas de demanda de esos bienes en el mercado internacional, aunque este sea el efecto menor. Es una pésima noticia que los gobiernos de los países más fuertes no controlan la especulación sino que se someten a ella o hasta la promueven. Pero es un dato a considerar seriamente para diseñar nuestra política nacional. Cuando tenemos un pariente loco debemos cuidarlo y tratar de sanarlo. Cuando no es pariente y no tenemos forma de ayudar, lo más prudente es evitarlo. Esa debiera ser la consigna para los vínculos con el casino global y sus efectos. Para minimizar esos vínculos, se requieren dos grandes ejes de acción.

a) Fortalecer un sistema bancario nacional y otro regional, de fomento de la producción y el consumo.
b) Reducir la brecha entre la existencia de pocas empresas productoras de bienes y servicios y muchos consumidores (toda la población). Aumentar mucho la fracción de la población que tenga que ver con la producción, en términos emprendedores, tiene varios efectos positivos, pero el más importante de todos ellos es que aumenta la posibilidad de que los ahorros se dirijan a la economía real, reduciendo la vocación de usar el dinero de manera especulativa.

Varios proyectos en marcha podrían ayudar, en este sentido, a consolidar nuestra independencia de la locura del capitalismo central. A saber:

. La puesta en marcha del Banco del Sur y de un importante banco de promoción productiva argentino, como se intenta que sea el BICE.
. La aplicación de impuestos importantes a las transacciones financieras.
. El bloqueo de la expansión de los fondos de siembra, expresión criolla de la hegemonía del capital financiero y de la tendencia concentradora del capitalismo.
. Llevar a todo rincón de la Argentina la idea del desarrollo local, asociada a la satisfacción en esa escala de las necesidades sociales y básicas de una comunidad. Aquí la articulación entre la promoción tecnológica y la política municipal es clave.
. Concretar la industrialización a ultranza de la producción primaria actual, sea agropecuaria o minera, en el marco de un plan nacional definido y conducido desde el Estado.
. La ejecución de planes plurinacionales de colaboración para el desarrollo productivo de las regiones más postergadas de Sudamérica, incluyendo en esta categoría al norte argentino.

Definida globalmente, nuestra idea es que debemos fortalecer un capitalismo de Estado, como alternativa al Estado de los capitalistas. Debemos alejarnos -protegernos- de la lógica de un mundo dominado por los adoradores del dinero. Este dominio no lleva a la socialización del capitalismo, como cuasi jocosamente se ha comentado luego de las iniciativas de George W. Bush. Sólo a la socialización de las pérdidas, que es lo que han hecho toda la vida.