martes, julio 29, 2008

Por favor, difundir

El "señor" de la foto es el Teniente Coronel Retirado
JULIAN OSCAR CORRES




LA SOLICITUD DE DIFUSIÓN LA REALIZA LA FISCALÍA GENERAL FEDERAL A CARGO DEL FISCAL GENERAL DR. HUGO OMAR CAÑÓN.

Ante cualquier dato respecto del nombrado Julián Oscar CORRES comunicarse a los siguientes teléfonos:

0291 – 4524437 / 4550144

QUIEN ES JULIAN OSCAR CORRES

* Fecha de nacimiento: 06/09/52 Córdoba
* DNI 10525324 Cédula 9381492
* Profesión: Teniente Coronel Retirado
* Domicilio: Gorosito 1246 Bella Vista – Provincia de Buenos Aires.

* Fue procesado con fecha 06 de Junio de 2008 por considerarlo ‘prima facie’ partícipe necesario de los delitos de privación ilegal de la libertad (dos casos), privación ilegal de la libertad y tormentos (veintiún casos); privación ilegal de la libertad, tormentos y lesiones gravísimas (un caso), homicidio (un caso); privación ilegal de la libertad y homicidio (cinco casos); privación ilegal de la libertad, tormentos y homicidio (once casos); privación ilegal de la libertad, tormentos y desaparición forzada (seis casos); desaparición forzada de un niño nacido en cautiverio (un caso); delitos todos ellos de LESA HUMANIDAD y configurativos de GENOCIDIO.

* Señas particulares: tez blanca, pelo castaño, estatura baja (aproximadamente 1, 65 mts.), delgado.
* Se fugó de la Delegación Local de la Policía Federal en en horas de la madrugada del día 26 de julio
* Se encontraba vestido con jogging color gris al momento de la fuga.


Gracias.

jueves, julio 17, 2008

Pero… ¿Cuándo vamos a aprender?

Sucedió, finalmente, lo que debía suceder, mal que nos pese. Nuevamente el peronismo (no sólo el gobierno, ni el kirchnerismo) fue derrotado en una confrontación político ideológica en la que se confirmaron otra vez las leyes de la politiquería liberal: no gana el más justo, ni el que tiene razón, sino el que más inteligentemente utiliza las armas (herramientas) de que dispone.
Esta nota podría evaluarse como la cómoda posición de un cronista que dicta cátedra sobre lo que se debería haber hecho teniendo en sus manos el diario del lunes (en este caso el del jueves) si no fuera porque, el 16 de junio próximo pasado, quien esto escribe hoy, afirmaba en otra nota (“Carta abierta – la tozudez no da para más-”), que la racionalidad y una correcta evaluación de la realidad que se vivía en el país, debían imponerse por sobre los deseos voluntaristas. Y que, en caso contrario, asistiríamos a una derrota que pondría en grave riesgo las posibilidades de gobernabilidad.
Fundamentábamos esa posición de la siguiente manera, con las frases que colocamos encomilladas en esta nota:

“Una medida económica coyuntural que a muchos nos pareció correcta, ha llevado al pueblo argentino a un nivel de enfrentamiento que logró unir a los sectores conservadores con grupos de izquierda, a reflotar conceptos que creíamos olvidados, a regenerar debates sobre la conveniencia o inconveniencia de la continuidad de un gobierno elegido democráticamente. La tozudez no da para más”.

Desde el primer momento, la posición del gobierno estuvo basada principalmente en el concepto de autoridad gubernamental, olvidando que la esencia del gobierno en una democracia formal no es la imposición, sino la persuasión y la negociación. La única alternativa a este método es la construcción paulatina de poder popular real, apoyado en el conjunto del pueblo organizado detrás de un genuino y coherente Proyecto Nacional. Si esto no se comprende, estaremos confrontando con la poderosa estructura del stablishment pretendiendo utilizar sus mismas concepciones y anticuerpos. Un imposible.
El gobierno despreció la negociación desde un comienzo, tal vez alentado por algunos asesores especializados en obsecuencia -que entonces mencionábamos- e insistió en un error garrafal:

“Se conjugan aquí una errónea información y un desconocimiento del funcionamiento de la economía, se le ha sumado al conflicto un inteligente aprovechamiento por los medios periodísticos de la enorme ineficacia comunicacional por parte del gobierno, y de un discurso opositor que ha utilizado hábilmente el componente emocional del “chacarero indefenso” para favorecer subrepticiamente los intereses de la concentración capitalista y de la entrega de recursos”.

A esa estulticia comunicacional se sumaba, entonces, la incapacidad de trasmitir a la tropa propia (léase ministros, secretarios, diputados, senadores, dirigentes), los argumentos imprescindibles que hubieran podido no sólo insuflarles el convencimiento de lo correcto, sino proporcionarles la base discursiva para llevar ese convencimiento a sus provincias, a sus ámbitos de pertenencia. Por supuesto, esto sólo puede hacerse, reiteramos, cuando existe un Proyecto de país orgánico, coherente y compartido, que ayudara a colocar el debate con el “campo” en su justa medida:

“Es cierto también que la estructura de la “inteligentzia” gubernamental se ha demostrado absolutamente incapaz de controlar el debate, de aportar alternativas contenedoras que lograran acercar a la comunidad algo de tranquilidad y certeza, elaborando un discurso racional, mesurado y coherente que estableciera un “rango” cualitativo táctico a una medida que, por inoperancia e incapacidad de varios funcionarios (incluida la presidenta) se ha transformado en una crisis estratégica de gobernabilidad”.

También se demostró que para llevar adelante un proyecto peronista no es suficiente con declamar intenciones. Es una verdad de Perogrullo que la doctrina peronista (con la que se puede coincidir o no, pero indudablemente constituye una de las bases conceptuales en las que se asienta hoy nuestro país) requiere para su aplicación práctica la comprensión de dos premisas fundamentales: una correcta evaluación de la realidad (la única verdad) y una cuidadosa medición de los tiempos políticos.

Era innegable que esas premisas no se estaban cumpliendo:

“Señora Presidenta: tome conciencia de que esta batalla ya la hemos perdido en la opinión pública. ‘Por ahora’ (como diría el presidente Chávez), la única medida prudente es recoger los heridos, aceptar el costo político que de todas formas ya ha sido pagado, y aprender del error. Persistir sería poner en riesgo no ya una posición económica, sino la supervivencia de su gobierno. Aunque usted no desee verlo, esto es lo que está en juego hoy”.

Frente a esa realidad, que nos parecía indiscutible, sugeríamos en esa nota del 16 de junio, una negociación forzosa para no perder todo:

“Señora Presidenta: la rectificación es necesaria, pero aunque sea dolorosa, no tiene porqué ser indigna ni vergonzante.
Por el contrario, el gobierno debe anunciar que, aún convencido de la corrección de las medidas, acepta retrotraerlas parcialmente dado que está claro que la mayor parte de la sociedad no comparte la justeza de las mismas.
Que las retenciones se retrotraen al mes de marzo, para todos aquellos propietarios cuyos campos no superen las 2.000 hectáreas sembradas.
Que siguen vigentes para los pooles de siembra, y que se analizarán durante este año -en conjunto con las organizaciones agropecuarias y con la adecuada difusión pública- las medidas a implementar a partir del año próximo.
Que el gobierno analizará en este año el restablecimiento de la Junta Nacional de Granos y de la Junta Nacional de Carnes, que supervisen y controlen la política exportadora nacional”.

Pero, desde luego, cuando las decisiones se tiñen de soberbia e intransigencia, dejan de tomarse en cuenta las preguntas primordiales de una lucha política: ¿Cuánto poder tenemos? ¿Cuánto poder tienen ellos? ¿Puedo modificar hoy esa relación de poder?

“En política, subestimar al adversario es un lujo que el peronismo no puede ni debe volver a permitirse”.

Debemos reafirmar que nuestra opinión sigue siendo la misma: era y es correcto aplicar las retenciones. No tenía el gobierno –y esto ya era evidente a principios de junio- poder suficiente para imponerlas tal cual estaban planteadas. Se me dirá que “perdimos sólo por la defección de Cobos”, pero esto es reduccionista: subordinar a la potencial conducta de una persona una estrategia nacional, implica un nivel de improvisación enorme. Llegamos a la decisión de Cobos porque nuestra propia fuerza no alcanzó. Y no alcanzó porque, simplemente, la fuerza del pueblo no alcanzaba. Porque en cinco años no se consideró “necesario” consolidar esa fuerza popular detrás de un proyecto nacional. Se apeló a esa fuerza con “una” medida, no con una idea.

Por no dar un paso atrás, que nos hubiera permitido luego dar dos adelante, perdimos un kilómetro. La próxima semana vendrá la discusión de los tamberos. En un mes, los ganaderos reclamarán. El gobierno está ahora partido en dos, el justicialismo en tres, y se le ha otorgado a la oposición un triunfo total e innecesario.
Deberá reorganizarse urgentemente el gabinete nacional. Deben abandonar el mismo aquellos ministros que se han revelado ineficientes en esta etapa. Pero, principalmente, el gobierno deberá decidir su camino en adelante. El proyecto de país debe ser explicitado claramente, sin tapujos ni medias tintas, porque el pueblo argentino necesita tener la certeza de hacia donde se transita, y la posibilidad de optar cuando el momento llegue.

“Deberemos aprender que el más peligroso hándicap que los gobernantes peronistas han concedido históricamente a la oposición antinacional es la propia complacencia. Que el “bastón de mariscal” peronista no puede comprarse, sino que se porta en préstamo, y que no tiene ningún parecido con el bastoncito que a uno le regalan cuando le ponen la banda presidencial”.

Algún día.

Enrique Gil Ibarra – 17 de julio del 2008