sábado, junio 28, 2008

Troskos eran los de antes...

Por Mario Toer *

Por más que haya sido escasa nuestra afinidad con el perseverante mundo del trotskismo, no deja de provocarnos cierta añoranza el espectáculo que hoy ofrecen las variantes que componen este polifacético mundillo que recorre la extravagancia y el grotesco.
En otros tiempos, Nahuel Moreno hacía esfuerzos por encontrar espacios que permitiesen acercarse al proletariado peronista en los sindicatos para compartir sus experiencias, y el “Colorado” Ramos hurgaba en los escritos del fundador de la corriente para encontrar razones que permitiesen el acompañamiento a los nacionalistas en las condiciones de sometimiento al Imperio.
Ni qué hablar del legendario Posadas, que nunca se desprendió de su mística de tribuna de cuando lucía la camiseta roja de los “bichos colorados” y alentó el acompañamiento de diversas experiencias populares, de Salvador Allende en adelante.

Las siete u ocho organizaciones de este tenor que hoy pueden contabilizarse en nuestro medio (carezco de información si ha aumentado su número con nuevas escisiones en el último fin de semana) han protagonizado casi todas imprevistas peripecias ante la irrupción de la lucha de clases en la versión intensa de los últimos cien días.
No fueron los únicos sorprendidos, estamos en claro, pero sin duda han sido de los más creativos en la circunstancia.

Después de un par de semanas de estupor, reunidos sus respectivos comités centrales, fuimos encontrando posturas lo suficientemente diferentes como para que no hubiera posibilidad alguna de coincidencia, ni por accidente, como corresponde.

Quienes obtuvieron sin duda el mayor destaque, por lejos, fueron las huestes del MST que, haciendo caso omiso de la desconfianza que el campesinado producía en el padre fundador, se sumaron decididamente a la rebelión de los kulaks intentando desgastar por este medio a la zarina Cristina.

La televisión mostró, en un alarde de oportunidad sublime, a su principal dirigente en primera fila al lado de Nito Artaza en la marcha de las cacerolas de teflón hacia el Congreso (bah, la Duma), en un verdadero paso de Comedia.

Tampoco se sintieron intimidados por la compañía del proverbial estalinismo de las huestes del PCR, más coherente con sus ancestros, que desde el Yunan entrerriano pretende resistir la invasión del imperialismo. .. chino.

Pero no se vaya a creer que aquí concluyen los pináculos de la creatividad desplegada en estos días.

Para capturar el centro de la escena, el Partido Obrero ha reiterado que no está ni con unos ni con otros, sino todo lo contrario.
De este modo ha empapelado un par de facultades y algunas calles céntricas con carteles que dicen: “Ni con el golpe, ni con el autogolpe”.

El golpismo, por cierto, estaría representado por las huestes de la Sociedad Rural, CRA, FAA, Coninagro, el MST, el PCR y Castells, mientras que el autogolpe consistiría en la convocatoria por parte del Gobierno de un plebiscito.. . (como cualquier lector ya lo debe haber imaginado).

Lo triste es que tanto dislate sea convocado en nombre de causas justas y convoque, por un tiempo, a jóvenes justamente impacientes con la sociedad soberanamente injusta que vivimos.

Inevitablemente este despliegue contribuye a la confusión y resta energía a la necesaria resistencia ante el reagrupamiento de la derecha en nuestro país y otros países hermanos de la región.

Quienes llevan a cabo estas desconcertantes cabriolas semánticas insisten en intentar hacer coincidir la diversidad del fluir de lo real en sus anquilosados moldes de pasadas epopeyas olvidando la frase preferida del autor de El Capital, expresada en el Fausto por su compatriota Johann Wolfgang von Goethe: “Toda teoría es gris, querido amigo, y verde es el dorado árbol de la vida”.

Lo que no quiere decir, por el contrario, que no haya que sacar enseñanzas de las experiencias de los pueblos, al menos para no llevarse por delante, otra vez, la misma piedra.

Para pasar a la historia, mis amigos, hay que tratar de ser un poquito más sencillos, y en una de ésas, algún Lenin en cierne los convoca en las vísperas.

* Profesor titular de Política Latinoamericana, Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

martes, junio 24, 2008

¡A cacerolear, Ramona!

lunes, junio 16, 2008

Carta abierta (La tozudez no da para más)

Creo que es la primera vez que utilizo este formato (una “carta abierta”) de comunicación. Probablemente porque siempre evalué que sólo es un método lógico y práctico cuando lo usa una personalidad reconocida, cuya firma garantiza la lectura del tema que fuere y, por consiguiente, cumple con la finalidad esperada.
Lo empleo hoy porque me encuentro en una encrucijada informativa, donde la pulsión periodística de “comunicar” un pensamiento o una idea (sea o no válida) se ve superada por la urgencia de aportar algo al embrollo institucional en que nos hemos metido y del que, ciertamente, cada vez se hace más comprometido salir.

Ya no es conducente el debate sobre si “el campo” tiene o no derecho a la protesta. Igualmente es inútil el análisis acerca de la justicia o no de las retenciones. Y por supuesto también lo es la crítica sobre la torpeza del sistema utilizado por el gobierno para trasmitir su postura a la población.
Hemos llegado bastante más allá. Una medida económica coyuntural que a muchos nos pareció correcta, ha llevado al pueblo argentino a un nivel de enfrentamiento que logró unir a los sectores conservadores con grupos de izquierda, a reflotar conceptos que creíamos olvidados, a regenerar debates sobre la conveniencia o inconveniencia de la continuidad de un gobierno elegido democráticamente. La tozudez no da para más.

Lo real es que, según todas las evaluaciones, una abundante mayoría de los habitantes de nuestro país, (creo que equivocadamente) se oponen a esa medida, y están dispuestos a demostrar esa oposición. Lo cierto es que, aunque en mi criterio se conjugan aquí una errónea información y un desconocimiento del funcionamiento de la economía, se le ha sumado al conflicto un inteligente aprovechamiento por los medios periodísticos de la enorme ineficacia comunicacional por parte del gobierno, y de un discurso opositor que ha utilizado hábilmente el componente emocional del “chacarero indefenso” para favorecer subrepticiamente los intereses de la concentración capitalista y de la entrega de recursos.
Es cierto también que la estructura de la “inteligentzia” gubernamental se ha demostrado absolutamente incapaz de controlar el debate, de aportar alternativas contenedoras que lograran acercar a la comunidad algo de tranquilidad y certeza, elaborando un discurso racional, mesurado y coherente que estableciera un “rango” cualitativo táctico a una medida que, por inoperancia e incapacidad de varios funcionarios (incluida la presidenta) se ha transformado en una crisis estratégica de gobernabilidad.

Tal como augurábamos hace un par de meses, esa insolvencia para retomar el control político (que en el peronismo denominamos “capacidad de conducción”) ha impulsado el conflicto al límite de tolerancia de la sociedad: ha surgido ya la fatídica frase “si no pueden, que se vayan”. Pero lo grave es que no ha brotado solamente de los labios de mesiánicos “líderes” de la “oposición gorila”, sino de integrantes del pueblo, del “grupo de los pobres”, de aquellos que en el 2001 la pronunciaban con bronca, pero con esperanza, y que aplaudieron y apoyaron estos duros años durante los cuales nuestro país pareció retomar un camino, si no de justicia social e independencia económica como nos hubiera gustado, por lo menos de estabilidad y crecimiento.

Es patético observar a un gobierno que en sus primeros cuatro años se ganó partiendo de la nada el más importante nivel de apoyo popular después de Perón, desbarrancarse en seis meses por la incapacidad de sus dirigentes para presentar una opción superadora de una situación menor de conflicto. La pregunta es: ¿qué cambió? ¿La habilidad de negociación privada que demostró Néstor Kirchner durante su gobierno (diferenciándose de sus declamaciones públicas) se agotó? ¿Estamos frente a una reedición de la “maldición de los segundos gobiernos” que el imaginario popular carga sobre las espaldas del peronismo? ¿Es la necedad un virus recidivante que acecha a los dirigentes argentinos y los infecta solapadamente cada seis años?

Lo único que puedo asegurar en verdad es que este cronista de cuarta ya no entiende el problema. Pero estoy obligado a destacar que, si luego de décadas de ganarme el pan en este trabajo, parloteando sobre sociedad, política y economía, yo he dejado de comprenderlo, posiblemente –y pido humildemente disculpas por la soberbia- un gran porcentaje de mis compatriotas ya no lo comprenda tampoco. Y mi relativa experiencia en política me indica que, si una medida debe ser explicada una y otra vez sin convencer; si los medios periodísticos (como grupos de presión) se oponen y no logramos desarticular su accionar; si las fuerzas políticas de oposición ganan terreno gracias a nuestra incapacidad operativa; si importantes sectores populares que deberían apoyarnos se manifiestan en contra (aún equivocados); entonces, compañeros dirigentes, ha llegado la hora de abrir los ojos y cambiar de estrategia, porque la realidad indica que se están produciendo alguno (o todos) de tres fenómenos:

a) Somos inhábiles para comunicar lo que queremos y, por lo tanto, todos nuestros esfuerzos para imponer nuestro razonamiento serán inútiles.

b) No tenemos claro lo que queremos hacer y por lo tanto el pueblo argentino observa una incoherencia resbaladiza en nuestro accionar.

c) No insistimos en defender la medida por su importancia estratégica, sino por un ombliguismo necio que nos impide aceptar nuestras limitaciones ideológicas, al tiempo que nos induce a persistir en una actitud autista sin considerar que un gobierno que aspira a ser popular sólo puede serlo junto al pueblo.

Tal vez seria distinta la realidad de hoy si en lugar de un tembloroso, vacilante y jovencísimo Ministro de Economía, hubiera comunicado las medidas compensatorias una presidenta calmada, segura de sí, leyendo un discurso meditado y serio, sin exabruptos ni improvisaciones.

Tal vez hubiera podido compensarse la tarea disociadora de los gigantes periodísticos si, en lugar de cadenas nacionales, ocupaciones de plazas y actos espasmódicos, el Estado hubiera obligado a esos medios –contratación de espacios publicitarios mediante- a transmitir cinco, diez, quince veces por día a esa misma presidenta con papeles en la mano, explicando didácticamente la verdad de los números, con nombres y apellidos, sin responder cuestionamientos ni agresiones, pero sin evitar la denuncia de los intereses que se esconden tras la oposición política organizada.

Tal vez debería haberse aceptado a tiempo que algunos de los funcionarios de mayor nivel del Poder Ejecutivo definitivamente no son los cuadros políticos que el país necesita en esta etapa. Que su capacidad de aporte es nula si se limita a un elogio incondicional, y que la función de un asesor no es coincidir con su jefe político, sino ser ese insecto antipático y molesto que zumba en la oreja del jefe noche y día repitiéndole, como a Julio César: “recuerda que eres humano”.

Pero no es la “pasadología” la que nos sacará del atolladero. Bastantes miles de litros de leche se han derramado ya en estos días a la vera de nuestras rutas para agregar más lamentos en esta nota.

Señora Presidenta: tome conciencia de que esta batalla ya la hemos perdido en la opinión pública. “Por ahora” (como diría el presidente Chávez), la única medida prudente es recoger los heridos, aceptar el costo político que de todas formas ya ha sido pagado, y aprender del error. Persistir sería poner en riesgo no ya una posición económica, sino la supervivencia de su gobierno. Aunque usted no desee verlo, esto es lo que está en juego hoy.
Señora Presidenta: la rectificación es necesaria, pero aunque sea dolorosa, no tiene porqué ser indigna ni vergonzante.
Por el contrario, el gobierno debe anunciar que, aún convencido de la corrección de las medidas, acepta retrotraerlas parcialmente dado que está claro que la mayor parte de la sociedad no comparte la justeza de las mismas.
Que las retenciones se retrotraen al mes de marzo, para todos aquellos propietarios cuyos campos no superen las 2.000 hectáreas sembradas.
Que siguen vigentes para los pooles de siembra, y que se analizarán durante este año -en conjunto con las organizaciones agropecuarias y con la adecuada difusión pública- las medidas a implementar a partir del año próximo.
Que dado que estas últimas medidas gubernamentales no han recibido el apoyo popular esperado, el gobierno considera necesario y conveniente rectificar también la propuesta del Tren Bala, que es otro importante punto de conflicto.
Que el gobierno ha comprendido que el progreso de un país no se mide en la “modernidad de la globalización” sino en el bienestar de sus habitantes, y que, por lo tanto, la inversión estimada para ese Tren Bala se redestinará a la financiación y reactivación de la red ferroviaria nacional, dando prioridad a las localidades y destinos productivos, con el objeto de que los pequeños y medianos productores del interior puedan abaratar sustancialmente el transporte de su producción exportable.
Que el gobierno analizará en este año el restablecimiento de la Junta Nacional de Granos y de la Junta Nacional de Carnes, que supervisen y controlen la política exportadora nacional.

Señora Presidente: Es preferible afrontar con dignidad este “retroceso político” circunstancial, que insistir en una postura que –por mal manejada- está siendo visualizada por la mayoría como soberbia e intolerante. Esta aceptación y reconocimiento, si bien no calmará a la oposición (nada lo hará), posiblemente reciba el apoyo de la mayoría del pueblo argentino y quedarán en evidencia los verdaderos intereses de aquellos que aún se opongan.

Habrá, por supuesto, otro costo político inevitable: los Macri, los Carrió, los Duhalde, insistirán frente a la población en que habrá sido su crítica “republicana” la causante del retroceso del gobierno, al que harán aparecer como “derrotado”. Pues deberemos aprender entonces –de una vez y para siempre- que, en política, subestimar al adversario es un lujo que el peronismo no puede ni debe volver a permitirse.

Deberemos aprender también que las apelaciones “de corazón” al gran capital (léase industrial, agropecuario o mediático), siempre serán respondidas –como dijera aquel ministro de Economía- con el bolsillo. Se gobierna con la razón y con el poder. Con una, se persuade y convence. Con el otro, se generan las condiciones previas que garanticen que una medida política pueda implementarse, y sostenerse en el tiempo.
Como usted bien dice, Señora Presidenta, gobernar siendo mujer es más difícil, pero se convertirá en imposible si usted misma convierte la dificultad en una muleta de género.

Y finalmente, deberemos aprender que el más peligroso hándicap que los gobernantes peronistas han concedido históricamente a la oposición antinacional es la propia complacencia. Que el “bastón de mariscal” peronista no puede comprarse, sino que se porta en préstamo, y que no tiene ningún parecido con el bastoncito que a uno le regalan cuando le ponen la banda presidencial.

Enrique Gil Ibarra - 16 de junio del 2008

jueves, junio 05, 2008

La ley es Noble

Resulta que en 1976, la señora Ernestina Herrera recibió dos regalos de Dios.
Y fueron dos porque, como todos sabemos, el barbeta es sumamente generoso con sus amigos. En mayo de ese año, en la puerta de su casa (la de la Señora, no la de Dios) apareció una caja. Cualquiera podría suponer que una dama como la Señora Ernestina hubiera pensado: “¡Me pusieron una bomba!”. Pero no. Audaz, valiente, defensora de la justicia, la Señora abrió la caja y descubrió que en su interior dormía una hermosa
bebé que se apresuró a adoptar, ya que durante mucho tiempo la Señora había rezado al altísimo por esa dicha, que finalmente, en ese año del Señor, le fue concedida.

Como este tema de los bebés abandonados en cajas frente a las puertas de mansiones ya había sido tratado exhaustivamente por Charles Dickens, el Juzgado de Menores Nro. 1 de San Isidro no le concedió la adopción tan fácilmente. Para nada. Le exigió testigos y, gentilmente, la Señora ofreció dos: su chofer particular y una vecina. Frente a tan contundentes pruebas, el Juez a cargo confirmó el milagro y la adopción. La bebita fue llamada Marcela.

Pero como hemos señalado, ese año Dios fue más generoso aún y, en el mes de julio, hallándose por casualidad Doña Ernestina en el mismo juzgado realizando trámites, hete aquí que llegó una pobre mujeruca zaparrastrosa de nombre Carmen Luisa Delta, que deseaba regalar a su hijo de sólo tres meses. Ni lerdo ni perezoso, el juez se mandó un Credo, y alabó al altísimo. “Está usté en el lugar indicau” dicen que le dijo a la miserable madre. E ipso facto le entregó el niño a la Señora Ernestina, que firmó el recibo y se fue a su casa lo más campante. El niño fue bautizado (por supuesto) con el nombre de Felipe. Las malas lenguas -que nunca son discretas- afirman que el documento de identidad aportado por la madre desamorada en realidad pertenecía a un señor. ¿Sería el primer milagro de cambio de sexo en 1976? ¿Debería aquella pobre mujer reclamar el premio ofrecido por la reina inglesa a todo varón que lograra parir?

Abandonemos esas impías elucubraciones. Lo cierto es que los hijos tan deseados llegaron por fin a alegrar la vida de la Señora Ernestina. Los tiempos pasaron. El año 1976 quedó lejano en el ayer, y con él supusieron muchos que quedarían enterrados los recuerdos, el terror subversivo y las ridículas pretensiones de un grupo de extranjerizantes comunistas, aunque, desde luego, los milagros seguirían derramándose sobre aquellos que realmente los merecieran.

Los niños han crecido. Son hoy hombre y mujer adultos y muy, muy ricos. Herederos de un imperio periodístico intocable. Su madre adoptiva es viuda de un prócer de la República y ella misma un emblema de moral, ética y buenas tradiciones.
Tradiciones que intentan modificar individuos sin corazón, que insisten desde hace años en que las adopciones de los muchachos son sospechosas, y afirman que pueden probarlo con sólo un análisis de ADN. Ya en el 2002, un Juez inconsciente detuvo a la Señora Ernestina ¡ocho días antes de Navidad! acusándola de indecencias tales como “falsificación de documento público” a lo que agregó “falsedad ideológica en dos oportunidades” e inserción de “datos falsos en un expediente civil”. La afrenta no pasó desapercibida. En marzo del 2003 el Juez Marquevich fue separado de la causa por la instancia superior (la ofensa le costó el cargo) y reemplazado por otro, más compenetrado con los milagros que la Justicia debe comprender y aceptar a ojos cerrados. Tan cerrados como el cajón donde durmió el expediente durante años.
Tan lejos de 1976 estamos, que las vueltas de la vida y de la política hicieron posible que a partir de la sanción de la Ley 23.511, los hijos y nietos de desaparecidos en cautiverio tuvieran la oportunidad de reencontrarse con su historia verdadera, aunque eso implicara (quizás) desautorizar un par de milagros.

En su artículo cuarto, la Ley dice:
Art. 4.- Cuando fuese necesario determinar en juicio la filiación de una persona y la pretensión apareciese verosímil o razonable, se practicará el examen genético que será valorado por el juez teniendo en cuenta las experiencias y enseñanzas científicas en la materia, la negativa a someterse a los exámenes y análisis necesarios constituirá indicio contrario a la posición sustentada por el renuente.

Pero la Corte Suprema prefiere desentenderse de semejantes minucias, y confiar en la justicia divina, ya que para aplicar la otra se confiesa (parece) incompetente: actuando en contra de lo establecido por la Ley argentina (si Dios es argentino, para qué necesitamos leyes), ha autorizado a los hijos adoptivos de la Señora Ernestina a no cruzar sus muestras de ADN con todas las registradas en el Banco de Datos Genéticos, sino a hacerlo solamente con las dos familias (Gualdero-García y Miranda-Lanuscou) que han presentado querella.

El objetivo de la Ley 23.511 - “Art. 5.- Todo familiar consanguíneo de niños desaparecidos o supuestamente nacidos en cautiverio, tendrá derecho a solicitar y obtener los servicios del Banco Nacional de Datos Genéticos. La acreditación de identidad de las personas que se sometan a las pruebas biológicas conforme con las prescripciones de la presente ley, consistirá en la documentación personal y, además, en la toma de impresiones digitales y de fotografías, las que serán agregadas al respectivo archivo del BNDG. El BNDG centralizará los estudios y análisis de los menores localizados o que se localicen en el futuro, a fin de determinar su filiación, y los que deban practicarse a sus presuntos familiares. Asimismo conservará una muestra de la sangre extraída a cada familiar de niños desaparecidos o presuntamente nacidos en cautiverio, con el fin de permitir la realización de los estudios adicionales que fueren necesarios”- que consiste precisamente en brindar las máximas posibilidades de investigación para garantizar la recuperación de la identidad a los niños secuestrados ilegalmente, se ve de esta manera desvirtuado de nuevo.

Nuestra Corte Suprema ha resuelto que los potenciales familiares de desaparecidos deben contentarse con el milagro de la casualidad, y acepta los planteos de los muy creyentes abogados de la Señora Ernestina, que saben estar amparados por Dios o, lo que viene a ser lo mismo, por el multimedio Clarín.

Como vemos, los hijos de desaparecidos no tienen de qué quejarse. Hoy, ayer y siempre, la Ley es Noble.

Enrique Gil Ibarra – 5 de junio del 2008